Con Arigón en el corazón

Este martes supimos que los restos recuperados el 30 de julio en el Batallón 14 de Infantería, de Toledo, son de Luis Eduardo Arigón Castel. 

Ante la noticia, como cada vez, se mezclan sentimientos encontrados. Alivio por recuperar un compañero, por rescatarlo del odio, de la mentira, del crimen perpetuado en el tiempo. Rabia porque pasaron 47 años. Solidaridad con su familia, su esposa, sus hijas. Fraternidad con sus compañeras y compañeros. Reconocimiento al esfuerzo de todas y todos que permitió recuperarlo. Orgullo y respeto por la dignidad y la convicción de la lucha de su familia, de Madres y Familiares, del movimiento popular, que nunca cesó, durante casi 50 años.

Luis Eduardo Arigón fue un hombre digno y valiente. Cuando fue secuestrado, torturado, asesinado y desaparecido luchaba contra la dictadura, defendía la democracia y la libertad. Cuando los fascistas se lo llevaron tenía 51 años, estaba casado, tenía dos hijas. Trabajaba en una librería, como recordó su hija Sabina en la conferencia de prensa, le gustaba mucho leer, tenía cientos de libros, incluso leía en francés, escribía poesía, disfrutaba tocar el violín. Compartía con su familia almuerzos, sueños y algún asado los domingos, le gustaba el fútbol, era hincha de Liverpool. 

Arigón era militante sindical, de FUECI y de la CNT, y militante político, del Partido Comunista de Uruguay y del Frente Amplio. Tuvo responsabilidades en el Seccional del PCU de la zona de Barrio Sur y luego en el Regional 5 clandestino, zona de mucha concentración popular y obrera.

El secuestro de Arigón fue parte de la Operación Morgan. Ese fue el nombre de una operación de exterminio contra la izquierda y el movimiento popular, concentrada especialmente contra el PCU y la UJC, que implicó miles de presas y presos, torturados, decenas de desaparecidos y asesinados. Dentro de la Operación Morgan, en 1977, entre febrero y junio, hubo un operativo especial de las Fuerzas Conjuntas contra el movimiento sindical clandestino y dentro de él contra el PCU. La dictadura en ese año anunció la creación de las denominadas Paritarias, espacios de negociación entre patrones y trabajadores, por empresa. La CNT clandestina decidió impulsar la organización de las y los trabajadores aprovechando esa mínima rendija. Como respuesta la dictadura decidió usar el terrorismo de Estado, la persecución, los despidos, la tortura y la muerte para castigar a quienes, asumiendo todos los riesgos, se plantearon defender los derechos de las y los trabajadores y sumar a la lucha general por la democracia y la libertad.

Por eso fue secuestrado Arigón, por eso fue brutalmente torturado, asesinado y desaparecido. 

Sus secuestradores lo llevaron al centro clandestino de detención de La Tablada, que dependía del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Allí lo torturaron con odio y bestialidad. Compañeras y compañeros testimoniaron que lo vieron y lo escucharon. Allí lo asesinaron. De allí lo sacaron y lo trasladaron hasta el Batallón 14 de Infantería; lo enterraron, arrojaron cal sobre su cuerpo y lo cubrieron con una pesada loza de cemento. Lo hicieron con total impunidad, en un sitio que presumieron inaccesible y con la intención de que no se lo encontrara nunca.

Por eso es importante reivindicar que al odio y la mentira se le enfrentaron, durante 47 años, el amor, la dignidad y la verdad. En primer lugar, de la familia de Arigón, de su compañera Sara Barrocas, de sus hijas, que denunciaron siempre, desde el primer momento. Lo hicieron en 1985, ante el Parlamento y ante la Justicia. Que no se rindieron ante el bloqueo a la causa que impuso la Ley de Impunidad y siguieron denunciando. Que en el marco de la lucha de nuestro pueblo que abrió caminos superadores a la impunidad, volvieron a denunciar, lograron la reapertura de la causa y cuatro procesamientos. Es importante recordar que Madres y Familiares tampoco se rindió. Que la recuperación e identificación de Arigón fue posible por el trabajo de la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad. Del equipo de antropólogos, de su enrome compromiso; Arigón fue encontrado en la trinchera 892 del Batallón 14, ese número da idea del enorme trabajo realizado. De la Institución Nacional de Derechos Humanos y particularmente de su equipo de investigación. 

Y también es importante volver a destacar que la fosa donde apareció Arigón está a menos de 200 metros de donde encontramos a Amelia Sanjurjo. A poco más de 200 metros de donde encontramos a Julio Castro y Ricardo Blanco. A pocos metros de donde se excavó en el 2005 y apenas a un metro de donde se excavó en el 2009. Esa constatación indigna, muestra prácticamente lo que hay que hacer para superar el silencio cobarde de los impunes.

Ya lo dijimos, pero es importante reiterarlo, para dimensionar la cobardía de los impunes y de sus cómplices, la perversidad de la mentira, que hace 47 años hay denuncias sobre enterramientos en el Batallón 14 de Infantería y en el Batallón 13 de Infantería. Se denunció que en el Batallón 14 hay un cementerio clandestino. Al punto que los represores fascistas le decían “Arlington”, en referencia macabra al cementerio de EEUU. 

Los asesinos y sus cómplices sostuvieron que todo era falso, le dijeron a Sara y a su familia, como lo hicieron con el resto de las familias, que sus seres queridos habían huido y estaban en el exterior. Luego, ante las denuncias que no podían rebatir, inventaron lo de la Operación Zanahoria, lo de los cuerpos cremados y arrojados al mar. Siempre mintieron, pero hoy ya van tres compañeros y una compañera recuperados allí.

Es relevante señalar, con fuerza, que durante 47 años dijimos la verdad y los impunes y sus cómplices mintieron. Mintieron siempre.

Es obligatorio recordar que hasta ahora hemos recuperado los cuerpos de Roberto Gomensoro, en 1973, en el Lago de la represa de Rincón del Bonete; Ubagésner Chaves Sosa, en 2005, en una chacra de Pando, perteneciente a la Fuerza Aérea; Fernando Miranda, en 2006, en el Batallón 13 de Infantería; Julio Castro, 2011, en el Batallón 14 de Infantería de Toledo; Ricardo Blanco, en 2012, Batallón 14 de Infantería; Eduardo Bleier, en 2019, en el Batallón 13 de Infantería; Amelia Sanjurjo, en 2023, en el Batallón 14 de Infantería de Toledo, y ahora, en el 2024, a Luis Eduardo Arigón, en el Batallón 14 de Infantería.

Por todo lo anterior, repetimos, y lo haremos todas las veces que sean necesarias, que hay que llamar a las cosas por su nombre. No hay dos versiones, ni hay dos demonios. No hubo ninguna guerra. Hubo fascistas, con uniforme y sin él, que reprimieron a su pueblo. Hubo Terrorismo de Estado. Los que torturaron y asesinaron a Arigón no defendieron la patria, ni pelearon ninguna batalla. Son torturadores, asesinos y desaparecedores. Y actuaron en el marco de un plan del imperialismo yanqui que sembró de dictaduras y muerte el continente.

La impunidad es cruel, con los desaparecidos y sus familias, con las presas y los presos políticos y sus familias, con todas y todos los que sufrieron la represión, pero, además, es un veneno contra la democracia. Hay que terminar con la impunidad. Tenemos que construir, con movilización, con denuncia, con investigación, el Nunca Más, y la Verdad y la Justicia son parte inseparable del mismo.

Recuperamos a Arigón porque su familia no se rindió, porque Madres y Familiares no se rindió, porque sus compañeros del PCU no nos rendimos. Porque logramos transformar la búsqueda de los desaparecidos en causa nacional, hecha suya por el pueblo entero. 

Y eso no va a cesar, no nos vamos a rendir, vamos a seguir denunciando y buscando, hasta encontrarlas, a todas y todos. 

Hoy honramos a un hombre digno y valiente, lo hacemos con el PCU y la UJC pintando muros en todo el país. Lo hacemos militando cada día, con un seccional de Montevideo del PCU y una agrupación que llevan su nombre, porque Arigón siempre estuvo y estará presente. 

Hoy honramos la dignidad de Arigón, su humanismo, su coraje y su compromiso, democrático y revolucionario, con su clase y con su pueblo.

Lo hacemos levantando las banderas por las que luchó y le decimos, una y mil veces: Presente.

Sabina, hija de Arigón, dijo de su padre: “Tenía ideas muy claras por las cuales se jugó la vida”. Cuanta dignidad encerrada en una frase. De eso estamos hablando.

Hoy Arigón vuelve a su familia y a su pueblo. El amor y el compromiso vuelven a derrotar al odio y la mentira.

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