Las elecciones departamentales y municipales del 27 de setiembre cerrarán el ciclo iniciado en junio del año pasado con las internas. En ellas se elegirán los gobiernos de los 19 departamentos y de los 112 municipios de nuestro país.
Ese es un primer nivel de lo que estará en juego el último domingo de septiembre, la correlación de fuerzas políticas en el segundo y el tercer nivel de gobierno, una porción importante de la administración del Estado.
Pero hay más cosas en juego. Estas elecciones se darán en el marco del retorno de la derecha al gobierno nacional después de 15 años, en el medio de la restauración conservadora, con el ajuste neoliberal impuesto a marchas forzadas en el medio de una pandemia, y el impacto económico, político, social e ideológico de todo esto en la sociedad.
Estos meses han estado marcados por la ofensiva de la derecha social y política por imponer su restauración y la respuesta, aún en medio de la pandemia y la Emergencia Sanitaria, del movimiento popular. Las elecciones de setiembre son parte de esa tensión social, política e ideológica. Son un primer referéndum. Su resultado implicará o un fortalecimiento de la ofensiva restauradora o un paso más en la construcción de la respuesta popular.
La resolución política del Comité Central del PCU del 21 de junio de este año define de esta manera su importancia: “Las elecciones departamentales y municipales de setiembre, constituyen, en este escenario político, una tarea central. Defender los gobiernos departamentales y municipales que hoy tiene el Frente Amplio, lograr la conquista de nuevos y alcanzar una votación que lo ratifique como la primera fuerza política del Uruguay, es parte de la respuesta popular a la restauración. Para ello es imprescindible realizar la autocrítica práctica y desarrollar una campaña electoral que supere las insuficiencias de la de octubre, cara a cara con nuestro pueblo y con el Frente Amplio encabezando la movilización en todo el país”.
Importa cuantas intendencias gane el Frente Amplio, cuantos municipios, cuantos ediles y concejales logre; importa la votación general, aunque no tenga implicancias institucionales directas; también importa la correlación de fuerzas interna que se marque en la coalición de derecha. Por ello todos los departamentos y todos los municipios son importantes y pesan, sin excepción.
En este escenario la elección en Montevideo, de la Intendencia y de sus 8 municipios, adquiere una relevancia adicional.
La Intendencia de Montevideo fue el primer gobierno al que accedió el Frente Amplio, hace 30 años. Desde allí demostró, también desde el gobierno, su proyecto alternativo de país. En Montevideo comenzaron experiencias de transformación que luego se generalizaron a todo el país. La descentralización, el presupuesto participativo, las policlínicas barriales, las políticas sociales, los emprendimientos productivos, el boleto estudiantil gratuito, la universalización del saneamiento, el fin del clientelismo y el ingreso por concurso, son solo algunos ejemplos.
Los 6 gobiernos departamentales del Frente Amplio en Montevideo demostraron también que en épocas de crisis económica, como la que hoy vivimos, incluso con gobiernos nacionales con políticas de ajustes neoliberales, desde la Intendencia se puede gobernar con la gente como centro.
Hoy la derecha se junta toda en Montevideo, sumando incluso al camaleónico PERI, detrás de la candidatura de Laura Raffo, una intelectual orgánica del neoliberalismo, aunque navegara con la gastada bandera de analista objetiva.
El Frente Amplio presenta tres candidaturas a la Intendencia, comprometidas en un programa común. Carolina Cosse, Alvaro Villar y Daniel Martínez representan las opciones frenteamplistas para que el gobierno de Montevideo siga siendo un espacio de acumulación de fuerzas para la perspectiva popular.
Respetando mucho a los otros dos compañeros, desde estas páginas impulsamos, con convicción, la candidatura de Carolina Cosse.
En primer lugar porque Cosse tiene, a nuestro entender, las mejores condiciones para encabezar la Intendencia, rescatar todos los avances de estos 30 años, multiplicarlos, superar las insuficiencias y proyectar Montevideo hacia el futuro. Ha demostrado capacidad de liderazgo y de gestión, en ANTEL y también como ministra de Industria. Porque conoce la Intendencia, en la que ya se desempeñó con responsabilidades importantes entre 2007 y 2010. Y, como pensamos que en la Intendencia se trata de gobernar y no solo de gestionar, también porque ha demostrado, en la campaña electoral y particularmente en estos meses en el Senado, capacidad política para defender el proyecto frenteamplista, vincularse a los movimientos sociales, construir al lado de la gente y enfrentar a la derecha.
Un aspecto más, también relevante, apoyan la candidatura de Carolina Cosse el Espacio 1001, el Partido Socialista, Casa Grande, el PVP, la lista 6009, la Lista Amplia, el Encuentro 18 de Agosto y militantes independientes, constituyen un espacio político cuya consolidación entendemos como un aporte importante al Frente Amplio y a la superación del proceso autocrítico imprescindible para enfrentar la restauración conservadora y abrir caminos de avance popular.
El bloque de poder se propone golpear políticamente al movimiento popular en setiembre y concentrar más poder aún.
Enfrentar la LUC, el Presupuesto de recorte, la política salarial de rebaja, la Ley de Medios, el ajuste neoliberal en marcha, la reinstalación de la impunidad para los crímenes del Terrorismo de Estado, es decir toda la dimensión de la restauración conservadora, exige un nuevo nivel de acumulación del movimiento popular.
En esa tarea es fundamental un triunfo frenteamplista en Montevideo para cimentar más sólidamente la respuesta popular.
Hay que militar ese triunfo. En cada barrio, en cada esquina, en cada rincón, cabeza a cabeza, voto a voto. Con Carolina y con el Frente Amplio podemos construir una victoria popular en Montevideo en setiembre. No hay que guardarse nada para lograrlo.