La situación de Uruguay con respecto a la pandemia de COVID 19 es de alarma: sanitaria y social. La estrategia del gobierno de la coalición de derecha, con un papel central del presidente Luis Lacalle Pou, de privilegiar la economía, dentro de ella a los “malla oro”, apostar a la “libertad responsable”, reduciendo a la nada el papel del Estado y las obligaciones del gobierno y negarse a escuchar a cualquiera que no comulgue a pie juntillas con el dogma neoliberal en estado más puro, ha fracasado en toda la línea.
Nuestro país es uno de los peores del mundo en porcentaje de fallecimientos por millón de habitantes y de contagios por 100 mil habitantes. En estos últimos días se llegó al récord de contagios en 24 horas: más de 4.600. El promedio de muertes no baja de 52 diarias. Alcanzamos las 4 mil muertes. Para llegar a las primeras mil fueron necesarios 370 días; para llegar a las 2 mil fueron necesarios 20 días más; en solo 17 días más llegamos a 3 mil y en 19 días más a 4 mil. La aceleración terrible de muertes de uruguayas y uruguayos es la cara más dramática de la crisis y si no se toman medidas será cuestión de pocos días que alcancemos las 5 mil muertes.
El nivel de contagio es exponencial, se ha perdido el nexo epidemiológico de un porcentaje muy importante de casos, la mayoría; la saturación del sector salud es una realidad palpable, y no se mide solo en el número de cámaras ocupadas, sino en el agotamiento de los equipos médicos y las emergencias, la falta de reposición de instrumental y medicamentos necesarios para atender a las personas contagiadas, la demora de respuesta en los test, etc.
Pero, además, en la dimensión social y económica del impacto de la pandemia la situación también es grave. Tenemos 100 mil pobres más, cerraron miles de empresas, miles están en el seguro de desempleo, miles comen en las ollas populares, hay un 30% de la población con inseguridad alimentaria moderada o severa, es decir pasando hambre.
En conclusión, Uruguay enfrenta una situación grave, provocada en parte por el impacto de la pandemia, que es mundial, pero también por la aplicación dogmática, soberbia y alienada de un ajuste neoliberal en medio de la pandemia.
Ese ajuste ha incluido una política de rebaja de salarios y jubilaciones; aumento de tarifas públicas; aumento del IVA, y en un sentido más general incrementar la carga impositiva sobre los sectores populares y bajársela a los ricos; depreciación del peso con respecto al dólar; un presupuesto de recorte en medio de la crisis, en especial en Salud, Educación, Vivienda y Políticas Sociales; la aprobación de la Ley de Urgente Consideración, que incluye una regla fiscal que ata de manos al Estado en medio de una de las peores crisis económicas de la historia de la humanidad.
Esta política, ha sido sostenida, aplicada y defendida, contra todos los datos de la realidad, contra toda la experiencia internacional y propia de nuestro país, en crisis similares. Además, sin escuchar a nadie.
El presidente, Luis Lacalle Pou, nos dijo a todas y todos durante un récord mundial de cadenas nacionales de radio y televisión, que no conferencia de prensa, que se hacía cargo. Pues ahora se tiene que hacer cargo de los resultados. Que son los que enumeramos y no los increíbles análisis de los tanques de pensamiento y los medios de comunicación afines que parecen hablar de ciencia ficción o de una realidad paralela, la que se construye con dedicación y mucha plata desde los expertos en coaching político que funcionan como tutores de nuestro presidente.
Tienen un problema. En esta época de la posverdad (la vieja y querida mentira y manipulación ideológica del poder con un nombre más distinguido y cool) casi todo se puede arreglar con un relato bien trabajado y una estrategia de medios, incluso es más fácil, obviamente, cuando se tiene la adhesión de los principales medios y mucho dinero para que operen los nets center en las redes. Pero casi todo no es todo. Les queda la realidad que porfiadamente encuentra las formas de recordar que existe. Y en esta crisis lo hace diaria y dramáticamente.
Lacalle Pou que personalizó al extremo la gestión de la respuesta a la pandemia, casi como un Luis XIV reciclado, salvo por la alusión al Estado del monarca que a nuestro presidente le rechina mucho, hoy está preso de su propia construcción.
El coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), Rafael Radi, el padre del concepto “blindar abril”, puso en palabras lo que era un hecho: abril nunca se blindó. Radi alertó que la vacunación debe ser parte de una estrategia integral y que esta debe contemplar reducir la movilidad social, porque no es lo mismo vacunar con la pandemia en bajo nivel de expansión que con la pandemia descontrolada. El Sindicato Médico del Uruguay reclamó medidas urgentes para reducir la movilidad social y para atender la emergencia económica.
El Frente Amplio propuso tres medidas, con carácter de urgente: una reducción radical de la movilidad social por 21 días; la implementación de un plan de salvataje económico y social para atender los impactos de la pandemia en los sectores más vulnerables y también los de estas nuevas medidas; la convocatoria a un diálogo nacional para construir caminos de salida a esta crisis.
Estas propuestas no son nuevas. Como ya recordamos, la Intersocial y el Frente Amplio, han realizado múltiples propuestas en fechas tan tempranas como abril y mayo del año pasado. El Plan Estratégico Nacional en respuesta al Impacto de la Pandemia, que coordinó Tabaré, que preveía este escenario como posible si no se adoptaban medidas (https://elpopular.uy/plan-estrategico-nacional-en-respuesta-al-impacto-de-la-pandemia/); un paquete de 7 proyectos de ley y 5 minutas de comunicación con medidas sanitarias y económicas para evitar que la crisis se agravara (https://elpopular.uy/un-paquete-de-medidas-para-las-verdaderas-urgencias/); y los 12 puntos de la Intersocial para atender la emergencia (https://elpopular.uy/intersocial-propuso-paquete-de-medidas-para-que-los-trabajadores-no-paguen-la-crisis/).
La respuesta hasta ahora fue ignorarlas todas. Lacalle Pou ha actuado como un aristócrata que se siente superior a todo y a todos. Lo que ocurre es que se le está agotando el margen de maniobra. Esa actitud de desprecio y de soberbia también la ha tenido con la comunidad científica. El gobierno creó el GACH al comienzo de la pandemia, lo que fue un acierto y reconocido como tal.
Al principio, Lacalle Pou mostraba las reuniones con el GACH y basaba parte de su discurso en sus recomendaciones. Eso cambió a partir de diciembre y particularmente a partir de febrero, es decir, cuando se hizo notorio que las medidas del gobierno no funcionaban. El 7 de febrero el GACH hizo una serie de recomendaciones. El 16 de marzo, reiteró su postura en un comunicado. También se habían pronunciado exigiendo medidas más enérgicas el SMU, el Instituto Pasteur y decenas de organizaciones de médicos y profesionales de la salud.
El gobierno sigue con una concepción neoliberal fanática y una soberbia de igual magnitud sin escuchar, hablando de perillas, malla oro y exhortaciones disfrazadas de discurso libertario, cuando en realidad se parecen mucho más al sálvese quien pueda, y ellos saben bien quienes pueden y quienes no.
Pero ya está. Así no da para más. La realidad muestra un fracaso rotundo del gobierno para enfrentar al COVID 19: en términos sanitarios, económicos y sociales.
Es imprescindible que se reduzca la movilidad social, por un plazo corto, concreto, 21 días; es fundamental que se tomen medidas económicas que incluyan una renta de emergencia, apoyos para las empresas y para las y los trabajadores; es fundamental convocar a un diálogo en serio, franco y lo más amplio posible para construir una salida sin exclusiones y con el mayor consenso posible.
Es inconcebible que hoy, que tenemos miles de casos por día y 4 mil muertes, haya menos medidas de restricción que cuando había 20 casos y días con casos cero. Es un disparate y no hay discurso ni conferencia arreglada que tape eso.
Hay que lograr con propuestas, con madurez, con argumentos, pero también con mucha firmeza que el gobierno salga de su burbuja de auto complacencia y escuche. La situación es muy grave.