Cuando es momento de parar

“Llegó el tiempo de parar, simplemente con muchas manos blandiendo una rosa, una papeleta rosa en un sobre”

A veces, nada mejor que la derecha para desnudar a la derecha. Porque cuando se anunció que tras la artera conferencia de prensa de Lacalle Pou nadie más hablaría a nombre del No, percibimos que, además de la táctica de intentar polarizar la decisión del domingo en torno a su persona, “Luis” ponía en práctica una estrategia mucho más audaz.

Al decir “la última palabra por el No es mía”, el mensaje implícito es “este resultado es mío”. Por supuesto que en su mente la idea que debe pasar es “éste triunfo es mío” y aunque creo es un grave error suponerlo tonto, lo creo muy capaz de excesos de confianza y que no esté considerando seriamente la posibilidad de que el domingo se le vista de rosa.

Si así fuera, al ponerse solito como factor decisivo del resultado cabe preguntarse cómo rábanos piensa gobernar, o tan sólo mantener alineada la tropa de una coalición multicolor donde la fuerza centrífuga es ya tan evidente que en cualquier momento hace salir volando varios colores. Entendamos bien: nosotros siempre hemos dicho que nuestra lucha es por nuestros derechos, que vamos contra 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) que nos pauperizan , criminalizan, analfabetizan, distancian, agreden. No vamos contra el gobierno ni a favor ni en contra de ningún partido.

El mensaje final del Si por cadena nacional empezó y terminó repitiendo este mensaje medular una y otra vez. Así que nosotros ni pensamos en Lacalle Pou, sino que es él mismo quien intenta a toda costa instalar el escenario de que lo que se vota es su gestión de gobierno. Por lo tanto, desde su relato y ante la sociedad, pero muy particularmente sus coaligados, si gana el No se va a plantar como el gran líder, pero si gana el Si quedará como el que perdió la primera y única gran batalla, y parece difícil que no quede prisionero de abandonos y presiones de todo tipo y color. Naturalmente, lo de Lacalle Pou es, más allá del poco respeto por el ciudadano, como para embaucarlo sobre lo que se está decidiendo, una apuesta muy fuerte, demasiado quizás.

Es como el que va a las carreras y le apuesta hasta los calcetines a un solo pingo, a un solo resultado. Alguien inteligente, y no dudo que Lacalle Pou lo es, sólo hace algo tan arriesgado si percibe que la ganancia que puede obtener es enorme y por ello justifica su audacia y los torrentes de adrenalina asociados.

Nadie le juega todo a un caballo que paga 2,10. Pero si paga mucho…La pregunta que se instala es, entonces, cuál es la gran paga que Lacalle Pou espera recibir si le sale bien su audaz jugada.

A veces, nada mejor que la derecha para desnudar a la derecha. El pasado domingo 20, El Observador, el diario que responde a los sectores católicos más conservadores y muy cercanos al entorno presidencial, dedicaba una nota a los temas de agenda postergados por el presidente a raíz de su posible impacto sobre el resultado del referéndum. La reforma de la seguridad social, eufemismo por “trabaje más, hasta mayor edad y jubílese con menos plata” aparecía en primer lugar. Pero luego aparecía la modificación de estatutos que regulan la función pública, una más profunda “reforma” del mercado de combustibles y joyas similares, Muy curiosamente no aparecía una nueva ley de medios, hecha a la medida de los medios hegemónicos de comunicación de masas y de las multinacionales de las telecomunicaciones. Casualmente, por esos caprichos que tiene la vida, justo esa “reforma” que le interesa muy directamente, al medio del Opus “se le escapó”. Pero lo que no salió de su foco fue una precisión muy interesante:  dichas  “reformas” (eufemismo por desmantelamiento total del Uruguay republicano y soberano), no pueden dejarse para cerca de las elecciones del 2024, porque entonces el impacto que tiene en nuestro país temas como jubilaciones y pensiones pondrían en riesgo muchos votos. Por ende, se enunciaba que, por ejemplo, la seguridad social había que destriparla después del 27 pero pronto, cosa de absorber los descontentos y llegar “de cara lavada” al 2024.

El mensaje es más claro que el agua de un manantial: si gana el No, un Lacalle Pou agrandado y que alegará respaldo en las urnas a casi mitad del mandato debe apresurarse a destrozar el derecho a jubilarse con dignidad, proclamando que en estos tiempos antes de los 65 se está muy joven como para dejar de laburar, aunque si se trata de un torturador y está preso, merezca compasión por ser mayor, naturalmente, que pedirle coherencia a la derecha recuerda aquel refrán de las peras y el olmo.

Debe apresurarse además a matar los resquicios de libertad y soberanía en las comunicaciones mediante una ley de medios “hecha por encargo”, y seguir radicalizando el programa devastador de los derechos ciudadanos y de posibilidades de expresión del campo popular, como si ya no fuera bastante con contar con toda la batería de la LUC.

Esta clara confesión (nunca mejor usado el término) de El Observador, indica que si bien debemos seguir hasta el domingo apelando a consignas que son transversales a opciones electorales, como no permitir que desde la ley se imponga al gobierno de turno el ajuste permanente hasta que nos quedemos sin nada, nos indica que el triunfo de la papeleta rosada es una ocasión óptima para parar ese tornado devastador que se nos va a largar encima si llegara a triunfar el No.

Así que el domingo es momento de votar, pero también es momento de parar.

Es momento de parar con la soberbia, de dar al Si 7 minutos para salir al otro día a despacharse a gusto.

Es tiempo de parar con la “venta de humo”, como la de adjudicarse “los aciertos en el combate de la pandemia”(??), ese azote que nos llevó 7.150 compatriotas y que si no llevó más fue por las características demográficas y climáticas del Uruguay y por la cobertura médica universal y el alto nivel de desarrollo académico que alcanzó el Uruguay tras los tres gobiernos del FA.

Es tiempo de acabar con la demagogia descarada, que no tiene empacho de no aplicar varios meses el correctivo al precio de los combustibles previsto en la LUC para no piantar votos, argumentando que las espaldas de ANCAP permitían hacerlo. Esa ANCAP que apenas meses atrás , en el Parlamento y diversas exposiciones públicas se decía fundida. Pavada de milagro, levantar una empresa de las dimensiones de ANCAP de fundida a solvente con anchas espaldas, en apenas meses.

Es tiempo de parar la demagogia descarnada, como la medida de levantar por treinta días (!!) el IVA a ciertos cortes de asado, que si no diera bronca por su clasismo brutal y por jugar con las expectativas de la gente sería para morirse de risa de lo burda que es.

Es tiempo de parar con que no se puede andar de cartera por la calle, para después reírse en un acto ante explosiones de pirotecnia, diciendo que esos son los ruidos de “algunos barrios”.

Es tiempo de parar de decirle a un sindicato qué medida, cuándo y de qué modo puede tomar, desde un gobierno que actúa como retransmisor de las grandes patronales, al punto de permitir, por los 135 artículos en cuestión, que las empresas contraten rompehuelgas, dejando al trabajador sin las herramientas básicas de defensa de sus derechos.

Es tiempo de parar a 135 artículos con profundo contenido clasista y antipopular en una gesta heroica en sí misma y claro llamado a los prepotentes devastadores de los bolsillos del pueblo, a que olviden sus fantasías de más destrucción.

Llegó el tiempo de parar, simplemente con muchas manos blandiendo una rosa, una papeleta rosa en un sobre, el próximo domingo 27.

Gonzalo Perera

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