“Cuando la magnitud, reiteración y deterioro institucional de los malos actos de gobierno es tal, ya no pueden ser un error. sino un preocupante rumbo”
Gonzalo Perera.
Hace mucho tiempo que no vivía un atropello personal e institucional. Eso es lo que viví en la Junta Departamental de Rocha el pasado martes 30 de noviembre. Y como me parece que los valores en juego trascienden largamente la territorialidad, lo comparto. Actuando como edil departamental suplente de la lista 1001, presencié algo que no debió pasar y que muy fácilmente se evitaba.
Conviene aclarar que no tengo ninguna animosidad ni encono personal ni nada similar contra los integrantes del actual gobierno departamental. Me gusta que me respeten, para eso respeto. Tampoco tengo anteojeras que me hagan ver virtudes sólo en los propios y defectos en los ajenos. Finalmente, y nada menor, no confundo el debate democrático con un duelo de hinchadas en un clásico. Creo firmemente que el que rebaja la discusión, en primer lugar, se rebaja a sí mismo.
Por tanto, para mí la Junta debería ser un lugar para expresiones a menudo diversas o discrepantes, pero siempre bajo códigos de respeto, personal e institucional.
Cuando eso no pasa, y éste es notoriamente un caso, no guardo rabias ni voy a salir a gritar desaforadamente, pero sí decir, desde donde me puedo expresar, lo más claramente posible, que se actuó mal, teniéndose sobradas condiciones para actuar debidamente.
En las últimas horas de la mañana del martes y mediante conferencia de prensa el intendente Departamental de Rocha, Alejo Umpierrez, anunciaba la remisión a la Junta de un nuevo proyecto de fideicomiso cuyo fin era la realización de obra pública. Horas después en formato de folleto, primero vía WhatsApp y luego ya en la Junta impreso en papel, accedí a los principales lineamientos de este nuevo proyecto de fideicomiso.
Es muy importante resaltar el carácter de nuevo fideicomiso. Porque insólitamente el gobierno departamental a través de su bancada hizo que ese proyecto se votara ese mismo día en la Junta, no permitiendo ni una semana para la lectura de algo más que la rápida ojeada del folleto. Y el argumento esgrimido por el oficialismo era que ya se había discutido durante dos meses, y finalmente rechazado en mayo, un proyecto de fideicomiso, por lo cual no era necesario más que votar y punto. El nada menor detalle es que lo que se rechazó en mayo era un proyecto de fideicomiso y lo que se presentó ahora es otro, muy distinto. Donde cambiaron: los montos de dinero involucrados, las condiciones de financiación (en el anterior la deuda se pagaría por varias administraciones posteriores, en este caso por la que está en funciones), las obras propuestas, el fiduciario, etc. Tan distinto es un proyecto y otro, que el anterior requería mayorías especiales, por involucrar varias gestiones, que no lo hacían posible sin al menos 4 votos frentistas, mientras que éste, al no exceder el periodo gubernamental, se aprobaba por mayoría simple, con la que el gobierno cuenta. Tan distinto es un proyecto y otro, que el anterior, tras un estudio cuidadoso, la totalidad de la bancada frenteamplista lo rechazó y por ello no prosperó. En cambio éste, en la rápida lectura del folleto recibido, si teníamos la oportunidad de analizar mínimamente la documentación completa con al menos 48 horas de tiempo, muy probablemente lo hubiéramos apoyado porque varios de los principales defectos del anterior no aparecen y porque las obras propuestas parecen razonables y en varios casos, claramente necesarias.
Nos encontramos ante un raro caso donde costaba mucho más trabajo hacer las cosas mal que hacerlas bien: si se daba por entrado el tema, se explicaba con mayor detalle su contenido, se permitía acceder a la documentación completa y se votaba a la sesión siguiente, muy probablemente, salvo ajustes o aclaraciones menores, se podría haber llegado a una votación unánime. Era muy fácil seguir ese camino.
Pues no, se decidió forzar la votación para el mismo día con lo cual a quienes somos oposición se nos ponía en una fea disyuntiva: votábamos el destino de 8.600.000 dólares a pagar en un cuatrienio, pasados a Unidades Indexadas, solamente en base a un folleto muy bonito pero más propio a la promoción que al estudio, o nos retirábamos de sala o discutíamos tratando de hacer entrar en razón y lograr la postergación de elemental sentido común, aunque, sino éramos escuchados, podíamos quedar obligados a votar negativamente algo que nos parecía que probablemente merecería apoyo.
Cuando se pone tanto esfuerzo en hacer las cosas mal, es evidente que no se quieren hacer bien. No puede ser un error, debió estar decidido de antemano, es obvio. Las razones no las sé ni me interesan, pero si faltaran pruebas, un pedido de cuarto intermedio de la bancada del FA no fue votado inicialmente por el oficialismo y al ser rebajado a apenas 10 minutos (43 segundos de palabra por edil de la bancada), más de la mitad del oficialismo tampoco lo votó. No hay que preguntarse por qué se destrató a la bancada del FA para aprobar determinado proyecto, queda claro que el objetivo en sí era destratar a la bancada del FA.
Es una pena que no se perciba que más allá del destrato a Fulano y Mengana o al partido tal o cual, está el destrato a la Junta y a la función del edil, de todo edil, oficialista u opositor. La mayor pérdida de calidad no fue ni discursiva, ni analítica, ni ceremonial, Lo que más se perdió fue calidad institucional y ese camino es peligroso.
Habiendo dicho esto claramente, el camino a seguir no es el del enojo ni el de buscar la ocasión para pasar factura, significaría bajar todos a la lucha en el fango.
Pero fue muy serio lo que ocurrió y revela un cierto estado de ánimo que, claro está, trasciende Rocha. Si un ministro como Cardoso acusado de acciones irregulares en su cartera, habiendo llegado a renunciar su cargo un jerarca de su propio partido para no ser parte del asunto, luego termina formando parte de la Comisión Investigadora que lo investiga a él, pero también a todo lo anterior, ante cualquier mirada medianamente pensante la conclusión es que ya no importa nada con tal de que la culpa caiga de alguna manera en el terreno de enfrente.
Cuando un promocionado nuevo criterio de fijación del precio del combustible no se aplica varios veces seguidas para frenar la calentura popular y su posible efecto electoral y se alegan ganancias excepcionales de ANCAP, omitiendo además cuidadosamente la incidencia en ello de la exportación de energía eléctrica de UTE, hecha posible por la interconexión con Brasil y todo el proceso de cambio emprendido por los gobiernos del Frente Amplio en UTE, obviamente no es prioridad respetar la inteligencia ajena.
Cuando los medios hegemónicos son tan fuertemente sesgados que El Observador titula al día siguiente de las elecciones del BPS, que en empleadores ganó la lista de “Un Solo Uruguay”, omitiendo que en activos y pasivos ganaron por amplio margen las listas del campo popular, la realidad no cuenta, sino el relato
Cuando se dijo a los cuatro vientos que estaban preparados para gobernar y semana tras semana hay un jerarca que ve la roja por macanas mayores, uno entiende cuán preparados estaban.
Cuando la estructura de administración sanitaria se ve hiper poblada de cuadros cabildantes, o cuando se reclama “la cuota de cargos de confianza que nos corresponde”, queda muy claro que se está eligiendo siempre al mejor para la función.
Todo humano se equivoca. Pero cuando la magnitud, reiteración y deterioro institucional
de los malos actos de gobierno es tal, ya no pueden ser un error, sino un preocupante rumbo.