Cuidado con los idus (de julio)

Por  Fernando “El perro” Gil

Esa frase quedó grabada en mi memoria en un recordado corte publicitario de una obra teatral en que el actor repetía la arenga («César… ¡¡cuidado con los idus de marzo!!»), advirtiendo sobre la amenaza en ciernes del atentado contra Julio César. Los idus eran días de buenos augurios y respondían a los días 15 de cada mes, particularmente en marzo es cuando ocurrió el asesinato del emperador romano que dio origen a la teatralizada referencia. Algo similar, se me ocurre, pasa por estos días en que la pandemia parece estar cediendo al influjo de una vacunación que parece –también- ser efectiva. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y la reactivación programada por las autoridades sumadas a la movilidad generada por las vacaciones de Julio, encienden alarmas que deberán contemplarse si no queremos sufrir una letal recaída que –a todas luces y sin discusión- es evitable.

Volver seguros a la normalidad

Las autoridades apuestan a un retorno responsable, pero lo hace sin apelar a su fracasado eslogan de la libertad ídem. Aquel speech, misteriosamente, se abandonó por quienes hacen la vocería de gobierno, seguramente inducidos por los pésimos resultados de la promocionada cita. La libertad se ejerce siempre acompañada de responsabilidad, pero hay actos y decisiones que superan al libre albedrío individual en tanto somos parte de un colectivo que responde al superior interés del grupo, y esas son decisiones que deben ser tomadas por quien dirige mandatado por todos.
Lo cierto es que la vuelta a la tan ansiada normalidad es no ya un deseo sino una imperiosa necesidad a la que aspiramos todos, pero que debe contar con las garantías de ser un retorno seguro.
No hay segundas intenciones en pretender que ese regreso no afecte la vida de ningún uruguayo. Todos celebramos el ritmo de vacunación que nos permite empezar a apreciar datos alentadores, pero todavía falta para confirmar en los hechos el fin de la pandemia. Así lo expresó el propio ministro Salinas en la interpelación, todavía falta y en esto es mejor avanzar lento pero seguro, no hay dos opiniones.
Sin embargo, esto último, no fue lo que resolvió el propio Presidente, que nunca aceptó la reducción de la movilidad que le pedían los expertos del GACH, requisito ineludible que aplicó el mundo desarrollado junto con la vacunación. Uruguay no siguió ese camino, el Presidente no creyó nunca en los resultados de la aplicación de esas medidas.
Países como Israel, vacunados con Pfizer y prácticamente blindados sanitariamente, vuelven a las restricciones de movilidad ante la aparición de la variante india (Delta) que prenden una alarmante luz roja que deberíamos atender.
Este partido se viene jugando desde mucho antes en los países del Norte, generando un caudal de información que adelantaba el probable escenario que irremediablemente llegó a esta región del sur americano. Si ocurrió entonces, ¿qué puede ocurrir de diferente para que no vuelva a ocurrir ahora? Considerando –además- que la inmensa mayoría de nuestra población está vacunada con Sinovac y no con Pfizer, donde la eficacia de cada una no está comprobada en iguales porcentajes.
Por eso es que resulta necesario atender este punto como una verdadera cuestión de Estado, sin protagonismos ni soberbias, con la humildad republicana que nos caracterizó siempre y pensando en la vida de todos los uruguayos.
Debimos vacunar antes, y no se hizo, pero ya habrá tiempo para encontrar a los responsables de la dilación, del rechazo inicial de la Pfizer, de la no aprobación de la Sputnik V, etc, etc. Hoy importa saber qué se piensa hacer respecto a lo que están haciendo países como Israel, y que nos debería llamar la atención de forma especial.
Se piensa en el retorno de la presencialidad en los liceos, cuando todavía falta inocular a muchos estudiantes (por lo menos con las dos dosis). Y en tiempos que empieza a manejarse la posibilidad de una tercera, que está más lejos todavía.
En momentos de escribirse esta columna se advierte sobre la sospecha de la variante delta en 49 casos positivos de viajeros que regresaron al país. A ello se suma la marcha atrás –lógica- del gobierno en lo que refiere a la cuarentena obligatoria o la exigencia de un PCR Negativo para los retornados, aunque estén vacunados. Medida sensata, por supuesto.
Por todo esto es que me cuestiono el regreso a la normalidad sin comprender los riesgos que corremos ante posibles olas que podrían dispararse en los próximos días como consecuencia de la movilidad de las vacaciones julianas y el regreso de la presencialidad en las escuelas (que tuvo a las vacaciones como paraguas defensivo, por supuesto).
Ojalá pronto todo sea historia, una triste historia por supuesto, ya que nadie podrá devolver la vida a los casi seis mil uruguayos que sucumbieron ante el virus. Ojalá que nada impida el retorno paulatino y seguro a esa normalidad tan deseada.

Eso sí, volvamos con seguridad teniendo cuidado con los idus de julio…
el hombre advertía al César,
el perro intentaba advertirle al hombre…

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