Tras su manifestación pública de apoyo a la derogación de los 135 artículos de la LUC, fue evidente la decisión de apuntar contra el Policía Nº 1 de la administración Bonomi.
Jamás perdonarían semejante “exceso” legalmente admitido a un retirado policial que, además, piensa. Si aquella carta pública en Búsqueda les dolió cuánto más todavía que la prensa acuda a él para hablar de seguridad en lugar de quienes están al frente de la cartera.
En lugar de preguntarse si los voceros ministeriales reúnen las condiciones mínimamente necesarias para hablar de seguridad, prefieren disparar sus municiones contra el que seguramente es hoy el Policía mejor instruido de toda la Policía Nacional, y que –además- es reconocido internacionalmente.
Ahora, salen a cuestionarle una transición que debe haber sido la más documentada de todo el gabinete y con instancias reales de intercambio que nadie –en su sano juicio- puede negar, pues fueron públicamente difundidas en su momento.
Están sin rumbo, los resultados les están pasando factura y no tienen mejor argumento que seguir buscando excusas y responsables de hechos que les corresponden exclusivamente, cuando ya transcurre el tercer mejor año de nuestras vidas…
La presbicia es contagiosa
En tanto el Director de Convivencia adjudica a la “presbicia” la razón de una inconveniente tanga rosada en un tweet de su autoría (que luego borró), el Director General de Secretaría hace lo propio con la situación de inseguridad y la gestión de la Policía Nacional atribuyéndole responsabilidad al Director saliente por no haber entregado la gestión a su sucesor, Diego Fernández (Luis Calabria en Informativo Carve).
Parece ser que recién se acordó de citar esa circunstancia cuando ya transitamos el tercer año de gestión. Antes, como los números eran favorables no había necesidad. Es que la pandemia ya hizo su parte y ahora hay que justificar la ineficiencia de alguna forma. Entonces, no hay mejor idea que seguir buscando responsables en la gestión anterior. ¡La culpa es de Bono…!! Ah, no, ya no sería conveniente porque el Bicho ya no está entre nosotros. Hay que buscar a otro que se haga cargo… ¡¡Vamos por Layera!!
Si la presbicia no es contagiosa le anda raspando entre las autoridades de la cartera; puede ser, también, miopía o, sencillamente, mezquindad política de quienes nunca estuvieron preparados para gestionar nada menos que la seguridad del país. De otra forma es inexplicable que se atrevan a quedar en ridículo de manera tan grosera.
Así lo desnudó el propio Layera una vez conocida la opinión del Director General del Ministerio del Interior, ya que no solo desenmascaró la burda mentira, sino que junto con sus dichos se conocieron detalles y documentos que hicieron parte de una de las transiciones más prolijas que recibió esta administración. No era para menos; a sabiendas de que hicieron de la seguridad su botín electoral más fuerte, había que dejarles la mayor cantidad de información posible a efectos que -al menos- se enteraran allí de la realidad que prometieron cambiar.
Pero, la ayuda sirvió de muy poco, tanto que me atrevería a decir que ni leyeron los documentos a estar por los resultados que se vienen acumulando desgraciadamente.
Y mucho más aún con otros comentarios que empiezan a sentirse como el del Intendente de Artigas –blanco él y toda su familia, conste- que parece ser que recién ahora se entera de estar gobernando un departamento por el que se ingresa droga al Uruguay. Se lo tuvo que decir -por la prensa- el periodista argentino Hugo Alconada Mon, en nota publicada por el diario (también blanco), El País (ver Nota).
Layera no merece semejante ofensa, no solo por haber ejercido la Dirección de la Policía Nacional, cuya investidura ya merece respeto, sino porque lo hizo honrando la función y habiéndose ganado el lugar tras una trayectoria de más de cuatro décadas en las que no rehuyó a sus responsabilidades, desempeñándose desde el frente mismo de batalla. Acumula un largo historial de procedimientos exitosos y lucha frontal (y real) contra el narcotráfico, habiendo obtenido el reconocimiento nada menos que de la Drug Enforcement Administration (DEA), que lo distinguió con la Medalla de Oro. Un reconocimiento que se da a muy pocos, por haber culminado con éxito todos los procedimientos en que participó junto con dicha oficina internacional.
Además, no lo merece por la verdad de los hechos ya que fue él mismo el expositor (por más de 4 horas), en la reunión de transición que se llevó a cabo en la Casa Julio Guarteche del Prado (Casa Comando Ministerial), a la que asistieron las autoridades entrantes entre quienes estaba el mismo Calabria junto al fallecido Larrañaga.
Pero si eso no bastaba, pues a esa reunión no asistió quien hoy funge como Director de la Policía Nacional – Diego Fernández -, una vez que fue finalmente designado, mantuvo reunión con Layera en su despacho de la sede ministerial el día 4 de febrero de 2020, (según manifestaciones que hiciera al programa DobleClick de Del Sol FM). En dicha ocasión le impuso de las novedades que debía conocer para asumir el cargo y hasta le ofreció mantener el equipo de Secretaría por el tiempo que fuera necesario para la transición.
Basado en que usó las dos últimas semanas de aquel febrero para tomarse licencia y hacer la mudanza de la vivienda que usufructuaba y que era alquilada por la cartera, se deslizó una falacia que se desmontó rápidamente.
Una mentira de patas tan cortas que ni parecería sensato haberla conjurado, pero…
Layera sigue teniendo el mismo número de teléfono, y, dicho sea de paso, nunca lo llamaron.
el hombre desmontaba la mentira,
el perro se escondió de la vergüenza…
Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»