El pueblo rechazó la reforma

Que con los votos de la coalición de derecha en el gobierno se haya aprobado el Frankenstein que sus promotores han dado en llamar reforma jubilatoria es un hecho negativo para el país y para nuestro pueblo.
Se votó una reforma injusta, mal resuelta, por su forma y por su contenido. Por su forma porque fue hecha de espaldas a la gente, sin la más mínima intención de construcción de una política de Estado, en un tema de esta importancia e impacto. Porque fue fruto de la improvisación total, el proyecto original tuvo más de 100 modificaciones, una parte muy importante de ellas se hicieron en las últimas semanas, algunos artículos se modificaron incluso durante el propio debate de la Cámara de Diputados. De aquella afirmación del presidente Lacalle Pou de que se trataba de una reforma eminentemente técnica y sólidamente fundamentada no quedaron ni los ecos. Esta reforma fue fruto de negociaciones palaciegas, de acuerdos políticos de toma y daca de último momento entre algunos de los partidos de la coalición de gobierno, y, algunos aspectos, que mitigan, aunque sea parcialmente, los graves efectos negativos que tendrá, son hijos del miedo que les entró a esos mismos partidos al crecer a ojos vista el rechazo popular.
Por su contenido porque es injusta, no resuelve el problema que dice atacar, la sustentabilidad financiera del sistema de seguridad social; recorta derechos; profundiza la mercantilización del sistema y beneficia escandalosamente a las AFAP y tendrá como resultado que miles de trabajadoras y trabajadores tengan que trabajar más años, aportar más y cobrar menos jubilación, y lo que es aún peor, al aumentar los años de aporte, endurecer las condiciones de acceso a la jubilación anticipada o por incapacidad física y desproteger a colectivos de trabajadores que sufren un desgaste de salud mayor por las características de sus tareas y las condiciones en que las desempeñan, dejará a miles sin la posibilidad jubilarse.
Esta reforma jubilatoria es en realidad un ajuste fiscal gigante sobre las jubilaciones de las y los trabajadores. Para ser más precisos, es la cara en la seguridad social del ajuste neoliberal que el gobierno de la coalición de derecha aplica sobre toda la sociedad. Es injusta porque provoca pobreza, desigualdad y concentra la riqueza.
Ahora ya ni los voceros del gobierno de derecha niegan lo que la izquierda y el movimiento popular denunciaron desde un principio: miles de trabajadores y trabajadoras van a cobrar menos jubilación.
Algunas cuentas son muy simples, si ahora miles de trabajadores tendrán que trabajar 5 años más, eso, en cualquier cuenta que se haga, implica 60 meses menos de jubilación, punto, no hay discusión posible. Eso no se llama de otra manera que cobrar menos jubilación. Pero, además, por ejemplo, perderán un porcentaje importante de sus haberes quienes se jubilen por incapacidad, por citar solo un ejemplo.
La medida de volver universal y obligatoria la afiliación a una AFAP, junto con ese engendro insólito que denominan Plan de Ahorro por Consumo, que también vierte a las AFAP el porcentaje de descuento que tenemos al comprar con tarjeta, lo único que hace es darle cientos de millones de dólares adicionales a las AFAP, es decir al capital financiero, que encima cobrarán comisión por “administrarlo” y que harán fortunas especulando con nuestro dinero, durante décadas. Un verdadero escándalo.
Los que están de festejo, en su miopía clasista, son los integrantes de las Cámaras Empresariales, que lograron mantener intocado un privilegio casi único en el mundo: aportar a la seguridad social la mitad de lo que aportan los trabajadores. También lograron mantener, en particular los grandes empresarios agropecuarios, exoneraciones que hacen que ni siquiera aporten el 7.5% del resto de los empresarios. Dicen, mentirosamente, que quieren resolver la sustentabilidad financiera del sistema de seguridad social, cuando ni siquiera pusieron en discusión, en ningún momento del proceso, la necesidad de aumentar el aporte de quienes más tienen. Una vergüenza.
Siendo todo esto así y grave, también pasaron otras cosas, que es necesario rescatar y poner en el análisis, hacen a la disputa política e ideológica que se dio en estos meses y, sobre todo, a la que se seguirá dando en el futuro. Nos referimos al grado de acumulación logrado por lo que denominamos el bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios.
El martes hubo un nuevo paro general, el tercero, contra la reforma jubilatoria, mientas se daba el debate en la Cámara de Diputados, miles de trabajadoras y trabajadores, jubilados, cooperativistas de vivienda y estudiantes, estaban en la calle, expresando con claridad y contundencia su rechazo a la misma. La reforma nació huérfana de apoyo popular. El grado de unidad y movilización logrado por la Intersocial en este tema es un elemento decisivo, sustancial, para el presente y para el futuro.
También es muy importante destacar el papel jugado por el Frente Amplio, en el Parlamento, claro, debatiendo, argumentando, desnudando el verdadero contenido de la reforma planteada por el gobierno de derecha, logrando que se recibiera en las Comisiones del Senado y Diputados a las organizaciones sociales que nunca habían sido escuchadas, proponiendo artículos sustitutivos para tratar de incorporar las reivindicaciones que estas plantearon, pero también en la calle, con sus legisladoras y legisladores recorriendo el país, dialogando con nuestro pueblo. La posición unitaria de todo el Frente Amplio rechazando esta reforma y la movilización política de toda su militancia, son un elemento de enorme relevancia.
Las organizaciones sociales, en particular el PIT-CNT, pero también la ONAJPU, FUCVAM y los gremios estudiantiles, en unidad y luchando; el Frente Amplio con una posición clara y unitaria, también movilizado, fueron fundamentales para que la síntesis mayoritaria en la sociedad sea de rechazo a este nuevo elemento del ajuste neoliberal contra el pueblo.
Lo seguirán siendo para los desafíos inmediatos y los de mediano plazo, por la reforma jubilatoria y por la disputa general, en toda la sociedad, entre dos proyectos de país. Siempre el grado de unidad, organización, capacidad de movilización y conciencia de las fuerzas populares es la medida principal a tener en cuenta.
Se abre ahora un proceso de debate sobre como enfrentar, desde el punto de vista político y también jurídico, la aplicación de esta reforma. El mismo se tiene que procesar en el marco de la lucha inmediata, cotidiana, para enfrentar la desigualdad, en los próximos Consejos de Salarios, en la Rendición de Cuentas y, también, incorporando la mirada estratégica, la construcción del programa que exprese y compromete las luchas de nuestro pueblo en la disputa general con el bloque de poder y su expresión política: el gobierno de la coalición de derecha.
Impusieron su reforma neoliberal, pero no vencieron, no hay derrota cuando hay un pueblo organizado y luchando.

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