En un texto publicado por el diario argentino Página12, el destacado intelectual brasileño Emir Sader, realiza un sintético recorrido por la actuación de los militares latinoamericanos que dieron lugar a los sucesivos golpes militares en varios países sudamericanos en las décadas de 1960 y 1970.
A este proceso Sader lo llama el círculo que permitió la constitución de “regímenes de terror, en que las FFAA jugaran un papel protagónico. No fueron solo dictaduras, sino dictaduras militares, muy similares en los cuatro países”.
Indica, además, que las dictaduras instaladas “terminaron más o menos al mismo tiempo, abriéndose procesos de redemocratización”.
En ese sentido el diferencial de las salidas se asocia, señala a las diferentes “formas en que los militares abandonaron el gobierno”.
“En Argentina, cuando se dieron cuenta de que los días del régimen estaban contados, el dictador en el gobierno, Leopoldo Galtieri, lanzó una ofensiva para intentar reconquistar las Islas Malvinas, en 1982. Fueron necesarios dos meses de combate, hasta que Inglaterra derrotó a las tropas argentinas. Al año siguiente terminó la dictadura argentina”, resumió el experto brasileño.
En el caso chileno, “cuando llegó al final de su mandato, de acuerdo con la propia constitución que la dictadura militar había promulgado (…) Pinochet convocó a un referéndum, en 1988, sobre si podía postularse para un nuevo período presidencial”.
El resultado de ese referéndum fue contrario “a sus expectativas (…) y Pinochet (…) tuvo que dejar el gobierno en 1990, dos años después”, dando comienzo así a “un largo proceso de redemocratización en Chile” que aún continúa.
En Uruguay, recuerda Sader, estando el régimen en su crisis final, “la dictadura plebiscitó un Consejo de Seguridad Nacional en 1980. Perdió y a partir de ahí comenzó un proceso de transición a la democracia, que se restableció en 1984. Los militares se retiraban del gobierno derrotados”.
La excepción a estos retornos a la democracia y las salidas de los militares de los gobiernos es Brasil.
“En Brasil, por el contrario, no hubo nada parecido”, afirma el intelectual brasileño, quien agrega que, “los militares intentaron liderar el proceso de transición y lo lograron, en parte, al impedir la elección directa del primer presidente civil desde 1960. La elección de José Sarney -por la muerte de Tancredo Neves-, hizo con que el nuevo gobierno sea una mezcla entre lo viejo y lo nuevo. Los militares se retiraron del gobierno sin traumas ni juicios por todo lo que habían hecho contra la democracia y los derechos humanos”.
A partir de allí, señala, “los gobiernos posteriores coexistieron con los militares, hasta la instauración de la Comisión de la Verdad durante el gobierno de dilma Rousseff”.
En este sentido enfatiza, “se hizo lo que se debería haber hecho al final de la dictadura: evaluar todo lo que Brasil había vivido durante la dictadura militar”, lo que permitió que salieran “a la luz las responsabilidades de los militares, lo cual los ha incomodado especialmente”.
Brasil, recuerda tuvo una nueva ruptura democrática, cuando en 2016 se diera el golpe contra Dilma, en el mismo,” los militares, apoyando tácitamente, volvieron a intervenir en la política más abiertamente” e indica como evidencia de lo anterior “la presión sobre el Supremo Tribunal Federal al juzgar el habeas corpus a Lula”.
Ahora y en ocasión del aniversario del golpe militar de 1964, “los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas dieron a conocer un documento, junto al actual ministro de Defensa, militar retirado, que defendió el golpe como un movimiento de defensa de la democracia”.
En el mismo se retoma “el discurso de la ideología de la seguridad nacional, adoptada por los militares brasileños desde la fundación de la Escuela Superior de Guerra, a fines de la década de 1940, y vigente para ellos desde entonces”.
La presencia de militares brasileños en la política desde 2016, se documenta señala Emir Sader, en los nombramientos en masa de militares para “que ocupen puestos gubernamentales”.
“En el gobierno de Bolsonaro llegaron a tener un lugar esencial, ocupando posiciones estratégicas y constituyendo un apoyo fundamental del gobierno”, denuncia.
En atención a ello, Sader enfatiza que “la democratización de Brasil también tendrá que ser un proceso de desmilitarización del Estado”.
“El documento firmado por los tres comandantes de las FFAA confirma que su visión de Brasil no es democrática. Siempre reclaman un rol político, de tutela sobre el país”, por lo que “la derrota de la derecha en las elecciones de este año también debe significar la derrota política de los militares”, porque, en definitiva, concluye afirmando, “la democratización en Brasil también debe significar la derrota política de los militares y la desmilitarización del Estado brasileño”.