Por Lylián Firpo
Fuimos, somos y sin dudas seguiremos siendo esencialmente solidarios. Nuestra elección de vida militante, nos compromete con el dolor, la desesperanza en cualquier lugar del mundo, no hay distancias físicas que nos separen realmente, más si consideramos las fronteras límites políticos de convivencia. Las fronteras son las éticas, las filosóficas esas son las que tienen que ir desapareciendo, en cuanto produzcan dolor, explotación entre los hombres, falta de respeto con el medio ambiente, en otras palabras el hombre nuevo, nos reclama con urgencia nacer…
Durante todos estos días no han quedado dudas que de lo innecesario se sobrevive. Cuantos elementos, objetos, reacciones y hasta sentimientos, quedan fuera de lugar cuando entendemos por fin, que nos quieren hacer correr una carrera por lo accesorio, en la que nuestras voluntades poco importan, solo, si las pueden manejar y si pueden manipularlas.
Hemos desarrollado, incentivado, y hasta creado respuestas para los desafíos cotidianos, que hasta hace unos meses atrás, pretendíamos impensables. Me refiero a situaciones en lugares que el equilibrio se ha mantenido, no pretendo incursionar en otras realidades que han devenido en situaciones más extremas, causadas por este aislamiento social, que ha provocado cambios en casi todos los habitantes de este planeta.
Cada una de las actividades humanas en las que se requiere un emisor y un receptor, se han visto alteradas, modificadas y lamentablemente, en forma incalculable en su variación ( muchas más de las que quisiéramos), se han visto anuladas.
Pero y siempre los hay, hay situaciones a las que debemos reaccionar inmediatamente, no dejarlas pasar. No pueden quedar disfrazadas en la vorágine de la desinformación. Una situación que merece de las más enérgicas reacciones y que fue uno de los temas de la semana, sin dudas, fue el mensaje relacionado con la censura que a partir de ahora sufren los medios públicos. No hay necesidad de suavizar la acción, si se debe pasar por un filtro y mantener ciertos criterios impuestos para trasmitir información, adornemos su nombre o no, se convierte en un acto impuesto que restringe la libertad de opinión, y el derecho a toda la información. Basta tener en cuenta que contraviene normas firmadas internacionalmente por nuestros gobiernos desde hace mucho tiempo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU y la del Pacto sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica art. 13, por citar algunos y las que contradicen nada menos que a nuestra Constitución por ejemplo en el art. 29, pero eso ya lo saben y aun así lo llevan adelante, es porque no les importa y se sienten impunes ante el colectivo. Otra arista más, que sufrimos de la impunidad.
Quisiera recordar lo que un gran pensador uruguayo manifestó al respecto José Enrique Rodó : “El escritor es genéricamente un obrero, y el periodista es el obrero de todos los días, es el jornalero del pensamiento, en serlo tienen su más alta dignidad” O también cuestionarán a Rodó por subersivo?
Las palabras han mudado literalmente al viento, los sonidos se han diluido en el paisaje, los colores opacaron sus luces, las formas se contraen y explotan…el ser humano ha visto menguado su experiencia sensorial de forma drástica, en forma dramática, y los miedos que habitaban las sombras se pasean impunemente por las veredas vacías o casi… es cierto, este aislamiento social, también sirvió para la introspección, la reafirmación y la búsqueda de respuestas pendientes.
Lamento informarles que no todo es a través de buscadores digitales, no todo es código binario, no toda nuestra vida pasa por un byte. Y volverán las horas que se habían escapado, y nos reencontraran más humanos, más sensibles, más concientizados, si se puede. De nosotros depende.
Porque no deseo integrar rebaños de probeta, para experimentos sociales, no deseo integrar estadísticas por descarte, ni que se nos obligue a cargar sobre nuestras espaldas, las consecuencias de decisiones en las que ni siquiera se nos consultó opinión.
Pretendo, intento y trabajo cada día por ser protagonista de nuestro relato existencial.
Proponemos entre otras actividades reflexionar para proyectar, construir la esperanza diaria. Del amplio abanico de propuestas culturales, que han ido gestando los uruguayos, elegimos del pasado Carnaval, una. Este año, fue un gran año para las murgas, los artistas de febrero sintetizaron sentimientos, dudas y experiencias en forma concreta, clara, armoniosa. Lograron hacernos sentir que nos identificábamos con sus propuestas. Conmovernos colectivamente y por lo tanto trascenderán en el tiempo, ya que nuestra memoria las traerá al presente cada vez que se necesiten, como en este caso. Elegimos compartir parte de la propuesta de un Título Viejo, de su espectáculo 2020 Los pueblos Originarios : ”Todo eso fuimos, todo eso somos, no se va nadie, estamos todos, la lucha de uno, es la de todos…”
Porque insistimos que el aislamiento social no solo debe servir para frenar la curva de contagios, sino para permitirnos crecer como personas, enriquecernos en la tarea de construir nuestros relatos de vida, mantener el protagonismo. En esta nueva fase que nos imponen de convivencia con el virus covid19, donde con mensajes contradictorios, aumentos de IVA, rebajas salariales, pérdidas de puestos de trabajo, clases que no se retoman y mucho mas… les contestamos con la experiencia más que gratificante de movilización del 1 de Mayo, con todas las recomendaciones que se cumplieron, defender la dignidad conquistada del trabajador, no dejarnos avasallar por el retroceso social y por ende cultural y económico sin dudas, tarareando, cantando por la vida reflexionemos, sigamos avanzando, instancias y momentos oportunos sobran…