Por Rony Corbo
Se han reanudado esta semana los ataques entre las fuerzas armenias y azerbaiyanas en torno al territorio en disputa de Nagorno-Karabaj, en el sur del Cáucaso.
Armenia y Azerbaiyan se culpan mutuamente del inicio de las hostilidades. Desde Ereván (capital de Armenia) y desde Bakú (capital de Azerbaiyán) se publicaron videos de ataques contra las fuerzas del otro y fotos de un apagón en Nagorno-Karabaj.
El Ministerio de Defensa azerí afirmó que se apoderó de siete aldeas fronterizas en la región, mientras que Armenia dijo haber destruido cuatro helicópteros y dado en el blanco a 10 tanques y 15 drones. Decenas de soldados de ambos bandos murieron en el enfrentamiento. Se estima que las bajas armenias rondarían las 500 y la de los azerbaiyanos llegarían a los 250 en números aproximados.
Por primera vez desde la década de los 90, objetivos civiles de Armenia y Azerbaiyán han sido alcanzados.
Intensos esfuerzos diplomáticos se están realizando para detener los combates. Francia pide una reunión urgente del Grupo de Minsk, encabezado por Rusia, Francia y Estados Unidos, para encontrar una solución al prolongado conflicto.
Una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 29 de septiembre afirmó el papel principal del Grupo de Minsk, presidido por Francia, Rusia y los Estados Unidos, de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, en la mediación entre Armenia y Azerbaiyán.
Un poco de historia para entender el conflicto
Tras el derrumbamiento de la URSS estalló una guerra que concluyó con la independencia de hecho de Nagorno Karabaj y la conquista de algunos distritos azeríes adyacentes por las fuerzas armenias. Esta guerra se llevó 30.000 vidas y alrededor de un millón de personas se tuvieron que desplazar.
Nagorno-Karabaj territorialmente es considerada parte de Azerbaiyán, pero sus habitantes votaron por su independencia en 1991, declarándose independiente de Azerbaiyan el 6 de enero de 1992. No obstante ese estado independiente nunca obtuvo reconocimiento internacional.
El 12 de mayo de 1994 fue firmado el cese al fuego, pero hasta ahora no se ha logrado llegar a una paz duradera. Azerbaiyán, que perdió la guerra reclama la restitución de los territorios perdidos. Los armenios, por supuesto, no están de acuerdo y las negociaciones están en punto muerto.
Con el aval de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y varias resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se estableció que Nagorno Karabaj debía seguir siendo una región autónoma dentro de Azerbaiyán. A pesar de esto, las Fuerzas Armadas de Armenia nunca se retiraron de la región y mantienen ocupados, además, otros siete distritos alrededor, que consideran una “franja de seguridad”. Es decir que Azerbaiyán sufre, de facto, la pérdida de casi una quinta parte de su territorio.
El difuso estatus de la región, dio nacimiento a la República de Alto Karabaj, que en 2017 pasó a denominarse República de Artsaj, que no es reconocida por ningún país del mundo, ni siquiera Armenia. Su actual presidente es Arayik Harutyunyan.
Es importante saber que geopolíticamente hablando, es una región clave, por la gran cantidad de gas y petróleo que posee sobre el mar Caspio.
En el último cuarto de siglo se produjeron innumerables enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán por el control de Nagorno Karabaj. El más grave ocurrió en abril de 2016, cuando en cuatro días de combates perecieron decenas de militares de ambas partes, pero la línea de contacto entre los adversarios permaneció casi intacta.
En julio de este año la situación volvió a agravarse, esta vez no en Nagorno Karabaj, sino en la parte septentrional de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán. Tras semanas de bombardeos las hostilidades cesaron parcialmente.
En síntesis, la crisis de Nagorno-Karabaj es parte de las desastrosas consecuencias geopolíticas de la disolución de la URSS, y el carácter reaccionario de la política nacionalista que predomina en varias de las ex repúblicas soviéticas. Esto proporciona las bases para el surgimiento de conflictos étnicos explosivos e intrigas imperialistas en toda la región.
Juegos geopolíticos y perspectivas del conflicto
El presidente ruso, Vladimir Putin, instó a las partes opuestas en el conflicto de Nagorno-Karabaj a mantener el cese al fuego durante una conversación con el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, dijo el Kremlin esta semana en un comunicado.
Rusia, que posee bases militares en Armenia, forma parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y tiene también buena relación con Azerbaiyán.
El canciller ruso, Sergei Lavrov, mantuvo comunicación con los líderes armenios y azeríes para presionar la detención de la escalada bélica, consciente de que hay fuertes intereses en fomentar conflictos en el área cercana de influencia de Rusia.
Turquía, quiere recuperar su peso en la zona y reconstruir la influencia de lo que fue el imperio otomano en la región. El presidente turco, Recep Erdogan, comunicó, vía twitter, que Armenia “había demostrado una vez más que es la mayor amenaza para la paz y la tranquilidad en la región” y que apoyará a Azerbaiyán “con todos sus medios, como siempre”.
Los oleoductos con el petróleo y el gas de Azerbaiyán pasan por territorio turco rumbo a Europa, proveyéndolo además de gas y petróleo.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha instado a Armenia y Azerbaiyán a cesar las hostilidades manifestando “ambas partes deben detener la violencia y trabajar con los copresidentes del Grupo de Minsk y volver a las negociaciones sustantivas lo más rápido posible»
Francia ha dicho que pediría conversaciones entre el Grupo de Minsk y mediará entre Armenia y Azerbaiyán, «Activaremos en los próximos días una coordinación del Grupo de Minsk para aclarar lo sucedido, quién es el responsable y encontrar una salida», dijo a Reuters, Emmanuel Macron, presidente de Francia, el martes.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha pedido el fin «inmediato» de los combates en la región, en llamadas telefónicas con los líderes de Armenia y Azerbaiyán.
Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas (ONU), expresó su preocupación y reclamó un alto el fuego inmediato y el inicio de las negociaciones,
Mientras tanto del otro lado del Mar Negro, las tropas estadounidenses y británicas junto con asesores alemanes, polacos y lituanos, realizaron ejercicios conjuntos con Ucrania la semana pasada.
El Ministerio de Defensa de Ucrania declaró: «Por primera vez, las unidades militares de las fuerzas armadas de los estados miembros de la OTAN participarán en los ejercicios de mando y personal estratégicos».
Recordarán los lectores de “EL POPULAR” que en el artículo sobre Bielorrusia dijimos que en los mares Negro y Caspio los ejércitos de China, Rusia, Armenia, Bielorrusia, Irán, Myanmar y Pakistán, realizaron maniobras conjuntas.
En un juego de realineamientos constantes entre Azerbaiyán (con fuertes relaciones con EEUU e Israel y apoyada por Turquía) y Armenia (aliada de Rusia), lo que está claro es que Estados Unidos y la Unión Europea aplican la doctrina militar denominada “Balcanes Euroasiáticos”, que apunta a generar un “caos periférico” alrededor de Rusia con el fin de desestabilizarla como potencia rival global, creando inestabilidad en sus alrededores, por lo que Moscú hará valer su influencia en el área para intentar “apagar el incendio”.