El PIT-CNT convocó, y la Intersocial hizo suya esta convocatoria, al Tercer Congreso del Pueblo, bajo la consigna: “Construyendo el Uruguay del futuro”. Esta instancia tiene una larga tradición histórica en nuestro país, de hecho, hace 58 años del primero. Los dos anteriores constituyeron aportes de enorme relevancia al desarrollo de la lucha por la transformación de la sociedad y este tiene toda la potencialidad para también serlo.
Es una iniciativa necesaria la de construir un programa, desde el campo popular, de transformaciones profundas, que identifique los centros de estas. Una instancia de síntesis de las luchas que eleve las demandas y reivindicaciones de los distintos sectores populares a un nuevo nivel: el programático.
En el Uruguay hay dos proyectos de país en disputa y hay dos bloques históricos, políticos y sociales, que los expresan, los respaldan y luchan, cada cual con sus herramientas, por materializarlos en la realidad.
Esos proyectos de país se expresan de múltiples maneras y también en múltiples planos, el programático es fundamental. ¿Por qué? Porque es en el programa que se concretan las distintas perspectivas históricas, los intereses de clase, es donde se sintetizan las demandas y las propuestas con una mirada larga, una perspectiva estratégica.
El Congreso del Pueblo ha sido una herramienta que, a lo largo de la historia, en distintas circunstancias, las y los trabajadores y amplios sectores del movimiento popular e incluso más allá de este, han utilizado para hacer pesar su perspectiva de manera independiente en la realidad nacional.
El Primer Congreso del Pueblo fue un hecho de enorme relevancia histórica para nuestro país. Fue un proceso de debate, de construcción organizativa y programática que llevó varios años. La instancia de síntesis se realizó entre el 12 y el 15 de agosto de 1965. Participaron de la misma más de 1.300 delegados y delegadas y 707 organizaciones sociales, abarcando un amplísimo espectro.
Haciendo una pincelada gruesa, obligados por el espacio, se puede decir que los ejes del programa aprobado en esa instancia fueron: la reforma agraria e industrial; la nacionalización del comercio exterior y de los monopolios; la reforma tributaria, crediticia y bancaria y el rechazo al FMI.
Pero como un programa no es solamente un documento escrito con propuestas serias y fundamentadas, que lo es, sino también, y a la vez, la construcción de la fuerza organizada que luche por él y por su concreción en la realidad, el principal aporte programático del Primer Congreso del Pueblo, fue, sin dudas, el planteo de la construcción de la unidad del movimiento popular.
De hecho, fue un antecedente principalísimo de la concreción, un año después, de la unidad de las y los trabajadores en una central única, la CNT, para ser más precisos fue un salto en calidad en el proceso de esa construcción.
Tanto es así, que la construcción programática para el movimiento popular es parte del proceso de lucha y de la organización que la lleve adelante, que el Primer Congreso del Pueblo estuvo antecedido por el paro general más grande realizado hasta ese momento, en abril de 1965. Y el Congreso, además del programa, aprobó un plan de lucha para pelear por él. La unidad se construyó simultáneamente en la lucha y en la síntesis superior de esta en una expresión programática.
También implicó un fuerte compromiso de la clase trabajadora y los sectores populares con la democracia, la libertad y su defensa, en un momento en que las clases dominantes, en el gobierno, profundizaban el deterioro de las instituciones y la degradación de la democracia.
El Segundo Congreso del Pueblo se realizó el 5 y 6 de setiembre de 2008. También tuvo aportes programáticos importantes, planteos muy profundos en torno a educación, salud, vivienda, negociación colectiva, seguridad social, integración regional, cambio de la matriz productiva, distribución de la riqueza. En un escenario completamente distinto, luego de la dictadura, de 15 años de neoliberalismo y en el marco del primer gobierno nacional de izquierda, con el Frente Amplio, de la historia de nuestro país.
El Segundo Congreso del Pueblo fue una respuesta del movimiento popular a los intentos restauradores de las clases dominantes, y, también, la reivindicación práctica de la independencia del movimiento sindical y el movimiento popular, colocando su propia perspectiva, de más largo aliento y proponiéndose incidir desde allí en la realidad nacional.
Este Tercer Congreso del Pueblo, que ya comenzó, ya está funcionando su Comisión Organizadora, ya se instalaron Comisiones Temáticas, ya se están realizando actividades de debate en los sindicatos, en los barrios y en las cooperativa de vivienda, ya hay reuniones con un amplio abanico de organizaciones sociales, tiene prevista en principio realizar una primera instancia de síntesis en agosto o setiembre, la fecha definitiva, como sabiamente se ha decidido, dependerá del ritmo de la construcción organizativa y de la discusión, respetando los distintos ritmos de quienes participan de este proceso, sus grados de organización, de inserción territorial y su capacidad de propuesta.
Nadie debe, más allá de sus propios participantes, de sus constructores y constructoras, ponerle objetivos a priori, definirle ejes, eso será, necesariamente, fruto del debate y del proceso de lucha en marcha.
Lo que sí es claro es que el Programa que resulte del Congreso del Pueblo debe constituir una perspectiva estratégica, orientar la lucha y el quehacer popular en las próximas décadas.
No se trata de una plataforma reivindicativa, aunque por supuesto que surge de las reivindicaciones populares, es una síntesis superior, dibuja el Uruguay a construir en las próximas décadas, desde una perspectiva popular.
Los aportes del movimiento popular a la transformación del Uruguay han sido múltiples y de enorme relevancia, aunque la historia oficial los ninguneé. Los Consejos de Salarios surgieron de un conflicto en la industria de la construcción en la década del 30 del siglo pasado, allí se conquistó por primera vez la negociación tripartita, luego refrendada en ley para todas y todos los trabajadores, aunque las trabajadoras domésticas y los trabajadores rurales debieron esperar décadas más. El Sistema Nacional Integrado de Salud es una propuesta programática histórica de los trabajadores de la salud. Todo el mundo cooperativo, en particular el de vivienda, tan relevante en nuestro país, surgió de los sindicatos y del movimiento popular. El cogobierno en la educación.
El movimiento popular ha demostrado a lo largo de la historia su enorme capacidad de propuesta, su capacidad para tener una mirada estratégica y su compromiso para luchar por lo que propone, es decir para hacerlo fuerza material transformadora en la realidad.
Hoy se pueden citar tres ejemplos, hay muchos más, sobre la capacidad del movimiento sindical y popular por colocar propuestas que proyectan el debate a una perspectiva histórica. La propuesta de reducir la jornada laboral es lo más serio que se ha planteado para discutir el futuro del trabajo, el impacto de la revolución tecnológica, desde una perspectiva de desarrollo con justicia social, las clases dominantes no proponen nada, solo mantener sus privilegios y que crezcan sus ganancias. En realidad, implica un planteo central para construir un futuro más justo y está inspirada en una concepción filosófica completamente opuesta a la que en la reforma jubilatoria aprobada aumentó el tiempo de trabajo y los aportes de los trabajadores. La propuesta de discutir una reforma de la seguridad social integral, que implique garantizar derechos a las personas desde que nacen hasta que mueren, financiada con aportes mayores de quienes más tienen y que erradique el lucro, es otro ejemplo. La denuncia de que la crisis del agua potable, provocada por la imprevisión y los recortes presupuestales del gobierno en OSE, es una manifestación de un fenómeno productivo y social más profundo, cuya solución implica cuestionar el agronegocio, la explotación de la tierra y del agua, tal cual ahora se realizan, es otro.
El proceso ya arrancó. El Tercer Congreso del Pueblo puede ser un salto en calidad en la construcción de una propuesta programática y del tamaño de pueblo organizado para pelear por ella. Puede ser un salto en calidad en el fortalecimiento del bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios. En la disputa de la hegemonía con las clases dominantes. Esa potencialidad para que se materialice hay que militarla.
