Por Gonzalo Perera
Una estructura de humor muy extendida y que puede resultar sorprendente o incomprensible, se basa en la repetición. En este marco una escena humorística o sketch tiene un desarrollo más o menos establecido, un desenlace por todos conocido, y más allá de variaciones (incluso improvisaciones) de los actores, se repiten frases que se transforman en dichos populares. Cuando uno se pregunta por qué genera humor algo muy previsible, en general se encuentra respuestas del tipo de que la reiteración en los seres humanos genera seguridad desde nuestra infancia, y que, sobre una base firme, las variaciones moderadas aportan el condimento.
Naturalmente, los gobiernos no son un show, o no deberían serlo. Pero en los tiempos que corren, la confusión entre gobernar y poner en escena parece cundir.
En nuestro Uruguay de hoy, uno tiene la impresión que hay un guión pautado por alguna agencia publicitaria o asesor de imagen, debidamente servidos por alguna encuestadora, por la generosa contribución de los grandes medios de comunicación de masas, etc., que se aplica al pie de la letra y que, en una suerte de show político, genera una casi total previsibilidad.
Se podrían citar detalles, como el que cada jerarca de gobierno en alguna de las centenas de conferencias de prensa que se han realizado en 14 meses comience su respuesta a una pregunta (salvo que sea muy punzante) agradeciendo la misma. O que, ante toda interrogante incómoda, el jerarca de turno se refugie en una frase del tipo “hay temas más relevantes”, “hay cosas más importantes” o cualquier variación sobre el mismo tema. Ya sea la ministra Moreira ante la revelación de su rol de agencia de colocaciones cabildantes, o el inefable “Lito” Alfie ante el secreto que cubre las exoneraciones fiscales de las que se favoreció, ante preguntas que, lejos de referir a asuntos privados, refieren a la transparencia y pertinencia del uso del aparato y recursos del Estado, su refugio es la remisión a los temas que realmente importan.
Pero este último recurso, impensable si no se cuenta con una total complicidad de los grandes medios, está lejos de, aunque recurrente, ser un mero detalle en el show gubernamental. Es un dato revelador de cómo piensa el gobierno y cuál es la realidad en que vivimos.
Más aún, debemos convenir, y esto no es ninguna broma, que en el fondo les asiste razón a quienes, aunque sea para esconder una macana de dimensiones considerables, se aferran al “hay cosas más importantes”. Efectivamente, hay cosas más importantes.
Unos 3.250 uruguayos han dejado la vida en manos del combate al Covid 19 por la vía de “la libertad responsable”. Quien fallece por algo evitable no es libre de nada y no es responsable no tomar las medidas posibles para evitar contagios y muertes. Afirmación que no es mía, sino del propio grupo científico que asesora al gobierno (GACH), que ha enfatizado de forma bastante clara que no se han tomado las medidas debidas de reducción de movilidad que conduzcan a bajar los impactos de la circulación viral. Naturalmente, eso cuesta dinero, para contener a muchas personas en sus hogares sin morirse del virus del hambre y como esos fondos se destinaron a aumentar el lucro de los malla oro, se opta por la oda a la libertad responsable, que no es ni libre, ni responsable. Eso sin duda es mucho más importante: es una omisión imperdonable que tiene 3.250 nombres y apellidos, familias y dolores en carne viva.
Cuando una periodista entrevistó al secretario de la Presidencia en un informativo y sus preguntas molestaron, volvieron las viejas épocas en las que Sanguinetti vetó el video de Sara Méndez a poco del “voto verde” contra la ley de impunidad, esta vez para terminar laudando el tema con el despido de un responsable periodístico del informativo. Difícil compaginar la teoría de la libertad responsable con el apriete y censura al ejercicio del trabajo periodístico. Un acto inadmisible de un gobierno que muestra su profunda raigambre en las prácticas del pasado. pero también, hay que decirlo claramente, un acto vergonzoso del medio que, como ante el video de Sara Méndez más de tres décadas atrás, hoy no defendió su rol informativo y social sino su posición empresarial. Esto sin duda es mucho más importante: en Uruguay el gobierno censura y los grandes medios, no conformes con tratar de no incomodar al gobierno, ante la menor molestia, se autocensuran. Flor de libertad responsable la nuestra….
Es mucho más importante que Julio María Sanguinetti reclame incluir el acuerdo del gobierno con una empresa portuaria en un marco legal hecho a medida, pues hay que cubrir “flancos legales” (sic).
Es bastante más importante que un diputado de Salto se jacte de mandar a trabajar gente con Covid 19, para después excusarse diciendo que es burro y confundió enfermo con hisopado. Burro puede ser, es sagrado el derecho de confesión, pero mucho más importante es poner en riesgo la vida de trabajadores.
Es bastante más importante la hipocresía de denunciar todo lo imaginable en los países rebeldes ante el imperio y “mirar para la fiambrera” cuando Colombia arde de una punta a otra tras la sucesión de violencia física, política y económica del cipayo Duque.
Es bastante más importante los 380 mil uruguayos con hambre, la pérdida de fuentes de ingreso de decenas de miles en apenas 15 meses, el seguir aumentando tarifas de servicios a los trabajadores y tributos a los funcionarios públicos, mientras los grandes agroexportadores aumentan su lucro de manera formidable. No obstante lo cual, a menudo se generan brotes epidémicos entre los trabajadores que generan ese lucro, por no respetar protocolos elementales. No creo que sea por burros, precisamente.
Es mucho más importante que la Constitución sea más elástica que la inolvidable gimnasta rumana Nadia Comaneci cuando se trata de postergar elecciones departamentales y municipales (donde los cálculos gubernamentales indicaban que favorecía sus chances en los lugares en disputa) y, paradojalmente, sea menos flexible que un veterano 5 raspador de un cuadro amateur cuando se trata de, en plena pandemia, prorrogar el plazo para la recolección de firmas de un recurso popular. Ni libre el pueblo, ni responsable el gobierno y sus legisladores, cuando la Constitución un día es de goma y al otro, de hormigón.
Que se entienda bien: es asqueante lo que hizo la ministra Moreira al consultar sobre colocaciones cabildantes (con varios precedentes, como por ejemplo ASSE). Es asqueante lo que cada tanto hace Isaac Alfie, que parece un jugador de partido de fútbol de homenaje o beneficencia: un rato juega en un cuadro, después un rato en el otro. Aratirí, su propia empresa, el Estado…todo un cambalache discepoliano
Pero hay cosas más importantes, sin duda, como que el Uruguay está sufriendo el gobierno más de derecha desde la restauración democrática y por lejos.
Hay cosas más importantes: amparar desde cada lugar que se pueda a los muchos que no son libres ni responsables de nada más que su hambre y exclusión, luchar contra la cancha flechada para recolectar firmas, acumular, unir y organizarse para generar alternativas a este modelo, que privilegia a la rentabilidad del gran capital.
Transformemos su bien aprendido latiguillo en consigna. Hay cosas más importantes, como la muerte, el hambre, la exclusión, la censura, la prepotencia disimulada por el show mediático, como también la rebeldía, la unidad, la solidaridad y la conciencia organizada.