Hoy más que nunca, solidaridad

Ayer el mundo asistió entre esperanzado y desconfiado al anuncio de un alto al fuego entre Hamas e Israel, que detendría, cuando entre en vigor, las bombas, los ataques, el genocidio contra el pueblo palestino.

En Uruguay esa noticia se recibió en el marco de una jornada nacional de solidaridad con Palestina, que movilizó a miles de personas en los 19 departamentos del país. Hubo marchas, concentraciones, pintadas, colgada de banderas, miles de personas practicando algo tan importante y determinante como la solidaridad.

Es necesario realizar algunas consideraciones sobre los dos aspectos: el alto al fuego, sus características, las dudas que plantea y, también, sobre el papel de la solidaridad.

El miércoles el presidente de EEUU, Donald Trump, anunció por sus redes sociales que se había alcanzado un acuerdo entre Hamas e Israel que implicaba un alto al fuego; la retirada parcial de las tropas israelíes, se afirma que pasarían de controlar el 80% del territorio de Gaza al 50%; la entrega de los rehenes israelíes que aún permanecen en manos de Hamas, 48, de los cuales unos 20 siguen vivos, según estima Israel; la liberación de unos 1.950 prisioneros palestinos, 250 con cadenas perpetuas y 1.700 gazatíes detenidos luego de octubre de 2023 y, según Hamas y Trump, Israel no lo confirma, el ingreso de ayuda humanitaria.

El alto al fuego entraría en vigor 24 horas después de que el gobierno de Israel apruebe el acuerdo y los rehenes y los presos palestinos serían liberados a partir del lunes.

El anuncio fue recibido con alegría en la Gaza arrasada por el genocidio, en Israel y en el mundo.

Este alto al fuego alcanzado en negociaciones indirectas, llevadas adelante en Egipto, con la participación del propio Egipto, Turquía, Qatar y EEUU, implicaría, según indicó Trump, la aprobación de la primera fase de un Plan de Paz, que incluiría la conformación de un gobierno provisorio de carácter técnico en Gaza y de una Junta de supervisión internacional presidida por el propio Trump y la habilitación a la existencia, con potestades muy limitadas, de un Estado palestino en el futuro. 

Pero sobre todos estos puntos nada se ha dicho, es más, Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, acusado de genocidio y con pedido de captura por la Corte Penal Internacional, dijo ya que no aceptaría de ninguna forma un Estado Palestino.

Lo primero que hay que decir es que Netanyahu y su gobierno de ultraderecha no querían ningún alto al fuego. Querían profundizar el genocidio, desplazar a todo el pueblo palestino y asumir el control total de Gaza y después ir por Cisjordania.

La iniciativa de Trump es una respuesta al completo aislamiento internacional de Israel y de EEUU, que le dio dinero, armas, bombardeó a Irán para apoyarlo, movilizó barcos de guerra y lo blindó en la ONU, vetando sistemáticamente cualquier iniciativa que buscara parar el genocidio.

Este alto al fuego no hubiera sido posible sin la movilización de millones en todo el mundo, también en Uruguay, sin la denuncia documentada y valiente de los crímenes de Israel, sin la Flotilla Humanitaria, sin la posición de gobiernos que crecientemente condenaron al régimen de Netanyahu.

No se puede hacer otra cosa que celebrar que la matanza se detenga. Pero hay motivos para ser cautos y también para desconfiar. Acuerdos de alto al fuego ya hubo, antes y después de octubre de 2023, Israel los violó sistemáticamente. Para muestra baste señalar que al mismo tiempo que se anunciaba el acuerdo Israel bombardeaba Gaza y también Cisjordania, en una macabra advertencia de la fragilidad de la tregua.

El pueblo palestino necesita que el alto al fuego sea una realidad y que se transforme en permanente. Necesita, como lo declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterrez, que ingres de inmediato la ayuda humanitaria, sin restricciones y con supervisión internacional. Necesita que se encare de inmediato la reconstrucción, pero no pensada para atraer inversiones como pornográficamente confiesa Trump, para devolver condiciones de vida mínimas a los cientos de miles de desplazados, que no tienen nada. Necesita que se atienda a las víctimas, que son cientos de miles. Necesita un camino de paz real, que incluya la existencia de dos Estados y el respeto al derecho internacional.

Para todo ello es imprescindible la solidaridad, de pueblos y gobiernos. Es la única garantía, además de su propio heroísmo, con la que puede contar el pueblo palestino.

Así como la solidaridad fue decisiva para que se abriera esta ventana para detener el genocidio, este alto al fuego, con todas sus limitaciones, lo será también para que no vuelvan a caer las bombas y para que el genocidio no quede impune.

Por eso hizo bien la proclama leída ayer en todo el país cuando señaló: “Celebramos con inmensa alegría si en Gaza, hoy por primera vez desde marzo, puedan dormir sin el ruido de las bombas. Si pueden empezar a buscar entre los escombros a sus familias o comenzar el largo recorrido para saber su destino final. Si empieza a ingresar agua y comida.

¡Celebremos! Porque el alto el fuego es un triunfo de la humanidad sobre la barbarie, de la vida sobre la muerte, de la enorme resiliencia de ese pueblo heroico y de todos ustedes, nosotros y nosotras y de los pueblos que se pusieron de pie al grito de ¡basta de genocidio!  Pero también recordemos que ya hubo un alto el fuego que fue violado unilateralmente por Israel. Y que anteriormente hubo otros alto el fuego. Siempre fueron pausa y no detención.

Hoy, que la política de despojo llevada adelante por décadas quedó al descubierto, tenemos que estar atentos y vigilantes para que este alto el fuego sea permanente, para que la reconstrucción de Gaza sea una realidad. Y esta garantía solo la dan la justicia y la libertad. El juicio y castigo a los culpables de los delitos de guerra y contra la humanidad es la única garantía de que NUNCA MÁS, sea realmente NUNCA MÁS”.

Por todo ello es muy importante la movilización vivida ayer en Uruguay. Más de 100 organizaciones sociales y políticas convocaron a la jornada de movilización, que, como decíamos, se expresó, de diversas maneras, en los 19 departamentos.

La solidaridad es una calle de dos vías, sirve y conforta a quien la recibe y educa y forma a quien la da.

Hoy más que nunca es hora de rodear al pueblo palestino. Hoy más que nunca es hora de oponer la humanidad a la barbarie genocida. Hoy más que nunca es hora de defender la paz. Hoy más que nunca es hora de solidaridad. Hoy más que nunca hay que sumar millones de voces en un solo grito: Palestina Libre.

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