20240626/ Javier Calvelo / adhocFOTOS / URUGUAY / MONTEVIDEO / En el marco de la campaña electoral hacia las Elecciones Internas en el Frente Amplio los tres precandidatos cerraron su campaña en Montevideo con un acto en conjunto en el Palacio Peñarol. En la foto: Durante el acto de cierre de campaña del Frente Amplio hacia las Elecciones Internas en el Palacio Peñarol en Montevideo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

La clave de la victoria

Una pregunta incómoda.

UJC

El último domingo de noviembre de 2019 una pregunta atravesó a todos los Frenteamplistas. Ya fuéramos militantes o simpatizantes, en numerosas conversaciones la interrogante era ¿porque perdimos?

La pregunta, para aquellos que habíamos apoyado la continuidad del Frente en el gobierno, venía cargada con cierta bronca o impotencia. Subyacía la incomprensión de cómo, tras 15 años en los que el Estado y las políticas públicas se orientaron como nunca antes a dar respuesta a las necesidades de nuestro pueblo, reconocer derechos y abrir caminos que permitieran una vida digna para las mayorías; el pueblo uruguayo había optado por un conjunto de fuerzas políticas cuyos compromisos se vinculan a la defensa de los privilegios que detenta una absoluta minoría de nuestra sociedad. En términos más concretos, muchos se preguntaban cómo luego de 15 años de crecimiento salarial, descensos históricos en la pobreza, el desempleo y la desigualdad, cambios legales e institucionales que permitieron el acceso a derechos y el ejercicio de la ciudadanía a decenas de miles que les era negado, y otro tantos etcéteras; llegado el día de las elecciones había triunfado un proyecto que se presentaba (con suficientes antecedentes para no dudarlo) como desigual, excluyente y menos democrático.

No pretende esta nota empantanarse en una contraposición sobre las credenciales de uno y otro proyecto de país. Tampoco repasar al detalle cómo esos tres elementos que utilizamos para resumir el gobierno de Lacalle Pou (desigual, excluyente y menos democrático), que por entonces surgía del análisis de la composición de fuerzas del bloque de derecha y sus orientaciones programáticas, poco a poco se hizo palpable. En notas anteriores hemos analizado como su triple corazón: la Ley de Urgente Consideración, el presupuesto nacional y la política salarial; ha deteriorado la vida de la mayoría de los uruguayos y uruguayas, ha golpeado la soberanía del país, sus capacidades productivas y de desarrollo, y ha restringido la participación social en el debate político y la gestión institucional. 

En esta oportunidad queremos adentrarnos en cuáles fueron las claves de la derrota, y especialmente, pensar en cuál es la clave de la victoria. Cuál es la clave para que ese sentir que comienza a atravesar al pueblo frenteamplista, de ir por el camino correcto para festejar en octubre, pueda convertirse en realidad y no se frustre ante conclusiones erróneas que desvíen el rumbo. Cuál es la clave que permitió que el domingo pasado, a pesar de preferencias particulares y sectoriales, todos nos abrazáramos festejando una votación histórica del Frente Amplio. Votación que lo coloca como primera fuerza en las internas (cosa difícil de conseguir por lo que históricamente implica esta elección a la interna de los partidos tradicionales) y parece dejarlo con rumbo seguro a octubre. 

Lo dijimos entonces y lo volvemos a decir: en 2019 se sintetizó un proceso de progresivo alejamiento del gobierno con la fuerza política, de esta con las organizaciones sociales que luchan por mejorar la vida de las mayorías, y de todas ellas con el pueblo en general. Este proceso implicó varias cosas: autonomización de las decisiones institucionales en relación a los debates, prioridades y desafíos políticos que la coyuntura marcaba; limitada capacidad de los sectores organizados de la izquierda social y política para instalar ese debate en la sociedad, y jerarquizar en su marco prioridades políticas compartidas; y un debilitamiento de la base social que cualquier gobierno, en especial uno con horizontes transformadores, debe proteger como condición necesaria para resistir los embates de aquellos afectados por el reconocimiento de derechos donde antes existía un privilegio y/o un nicho de mercado. Finalmente, todo lo anterior propició y se reflejó en la paulatina imposibilidad de dar respuesta a crecientes demandas y necesidades de nuestra gente, que en un contexto de mayor adversidad económica que ponía en jaque la sostenibilidad y profundización de las transformaciones abiertas en 2005 sin encarar un nuevo estadio en la tensión distributiva, comenzaba a ver cómo su vida se estancaba y deterioraba.

Desde entonces nuestra vida se ha orientado a desandar el camino que nos llevó a la derrota, construyendo las bases de una nueva victoria. El proceso de restauración conservadora y neoliberal comenzó rápidamente a golpear nuestras espaldas; se trató de resistir y luchar para reducir sus efectos, con la vista puesta en hacerlo ampliando la participación de la gente en los espacios donde la solidaridad y la alternativa germinan. Hacerlo buscando la confluencia de todas las organizaciones y fuerzas sociales que aspiran a construir un Uruguay distinto, donde la dignidad de la vida y los derechos sea el centro; colocando, simultáneamente, los desafíos que ello implica. 

Nuevamente: luchar contra la desigualdad y la exclusión, poniendo sobre la mesa la necesidad de un nuevo momento de transformaciones de izquierda que implicará necesariamente desarmar privilegios de pocos que saldrán a su defensa, construyendo en el camino la fuerza necesaria para hacerlo.

Lo hecho no ha sido poco y tiene que ver con nosotros.

Ollas y acciones solidarias para sostenernos cuando el Estado dejó de dar respuesta; puerta a puerta para presentar 800 mil firmas en contra de la LUC; debates y asambleas abiertas para construir propuestas en el Congreso del Pueblo y del Frente Amplio; cientos de reuniones en más de 300 localidades de todo el país para intercambiar y hacer crecer desde el pie un nuevo Uruguay en el marco del Frente te escucha; nuevamente barriadas, asambleas y movilizaciones para defender la vida frente a una reforma jubilatoria que nos la confisca. 

Lo hecho no ha sido poco y tiene que ver con nosotros. Han sido años de trabajo, lucha y movilización con dos orientaciones claves: unidad y amplitud. Unidad y amplitud como método y también como horizonte, como instrumento y como conquista. Ha sido la acción política y social permanente, unitaria y amplia, la que permitió fortalecer la presencia de comités de base en todo el país, con el plan 500 comités; la que permitió revertir la tendencia que nos condenaba elección interna de la fuerza política tras elección interna a registrar menores niveles de participación; y la que masificó la participación y los aportes en la construcción del programa. La movilización amplia y unitaria fue la que se reflejó el domingo pasado, con más de 400 mil votos desbordando las urnas en una votación histórica, mientras los demás partidos se desinflan. Unidad y amplitud es lo que nos permitió esa noche anunciar la fórmula, una fórmula potente y con experiencia. Una fórmula para ganar trabajando con unidad y amplitud, lejos de las chicanas y los sectarismos que se palpitan en pequeños grupos (sobre todo en redes) y que nada tienen que ver con la vida de nuestra gente y nuestra práctica política. 

La clave de la victoria

La clave de la derrota emergió con claridad en nuestro proceso de autocrítica. Pero hoy estamos ante la posibilidad de ver con claridad cuál es la clave de la victoria. 

La clave de la victoria no es una pieza publicitaria magistral, que encanta al electorado como el flautista de Hamelín encantaba a los ratones con su música. Tampoco es un candidato ideal, que debe conjugar experiencia y espontaneidad, seriedad y carisma. La clave de la victoria no es un discurso que integre lo que la gente quiere escuchar y esconda verdades incómodas; mucho menos una encuesta que se lee como un mantra y a la que se le da el poder de dirigir toda nuestra acción política. 

No quiere decir que lo anterior no sea importante, que no haya que considerar eso y más. Pero aun garantizando todo ello, si se trata solo de eso, la victoria no estaría garantizada; no faltan los fracasos cosechados cuando se auguraban triunfos por cumplir ítems como recetas. La única clave para la victoria, esa que venimos construyendo estos años y comienza a palpitarse, es continuar el camino de movilización y participación amplia y unitaria, para que en octubre con el Frente Amplio el pueblo vuelva al gobierno; y sea este, el protagonista de un nuevo momento de transformaciones. 
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Durante el acto de cierre de campaña del Frente Amplio hacia las Elecciones Internas en el Palacio Peñarol en Montevideo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.

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