Este sábado se realizó el Plenario Nacional del Frente Amplio, el primero después de la obtención de casi 800 mil firmas para habilitar un referéndum contra 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). En el Plenario se recibió un informe político sobre este hecho político central que cambió el escenario nacional y se resolvió, con un amplio nivel de acuerdos, una transición en la conducción del FA hacia su Congreso y las elecciones.
Es un Plenario de ofensiva política, de posicionamiento fuerte ante la sociedad, sin embargo, si se lee El País y El Observador, se ve la televisión o se sigue las burbujas de debate en Twitter, parece que hubiera sido la antesala del infierno, un anticipo de la división, un desastre que augura un futuro de derrotas y ostracismo.
No es sorpresa, siempre fue así. Claro, después las firmas son “sorpresivas”, los paros son “espontáneos” y el “aparato” la única explicación de avances y saltos en calidad.
El Frente Amplio no está en un camino de rosas. En realidad nunca lo estuvo, ni lo estará. La lucha por la emancipación social; y el Frente Amplio es, o aspira a ser, la expresión política del bloque histórico que la materialice disputándole la hegemonía al bloque del poder; nunca fue, no es, ni será un camino de rosas.
El Frente Amplio perdió las elecciones y accedió al gobierno la fracción más conservadora de la clases dominantes, se instaló un gobierno del gran capital, con un enorme peso del agronegocio y el capital financiero, que, por necesidades materiales de los intereses de clase que defiende, por demandas de los sectores sociales y políticos que conforman su base de apoyo y por convicción ideológica, está impulsando una restauración conservadora, que incluye un ajuste neoliberal, concentrando la riqueza y el poder.
Eso que se hizo realidad con la LUC, el Presupuesto de recorte en medio de la pandemia y la crisis, la política salarial y la gestión cotidiana del gobierno, se mantiene, en todos sus términos.
La presión desembozada sobre los ediles de Canelones para impedir un fideicomiso que financiaba obras y traía más de 2 mil puestos de trabajo para el departamento, es una muestra clara de los niveles a los que están dispuestos a llegar Luis Lacalle Pou, el herrerismo y los colorados, en su versión sanguinettista o talvista sin Talvi.
Otra muestra es la nueva entrevista con la televisión argentina de Lacalle Pou. El presidente festejó que gobernó sin aumentar impuestos y ahorró 600 millones. La televisión argentina, tan fanáticamente neoliberal como él, se lo festejó. Increíble, festeja que ahorró en medio de una de las crisis peores de la historia, miente, porque debió decir que en realidad aumentó impuestos y tarifas, y además omite decir que hay 100 mil pobres más, miles de desocupados, miles comiendo en ollas populares, miles borrándose de las mutualistas. Esas pequeñeces no merecen ser mencionadas.
Siguen con el rostro impasible, haciendo como si tuvieran todo claro. El ejemplo más claro es el de la cara del inefable Isaac Alfie, “Lito” para las y los íntimos, cuando anunció que sacaba el subsidio al Supergas en medio de un invierno salvaje.
Pero todo cambia cuando se menciona un número y una palabra: 800.000 firmas.
Ahí pierden la compostura, dan likes desesperados, incluido el presidente, a noticias falsas de las redes con porcentajes enormes de no validación de firmas en la Corte Electoral. Ahí agreden, aunque se hagan hacer notas diciendo, que no saben lo que se buscaron juntando las firmas contra la LUC, que el debate “es el terreno que más le gusta a Luis”. Humildemente surge la pregunta: ¿Entonces por qué no lo da?
Por eso, para hablar del Plenario Nacional del Frente Amplio, de la transición, del Congreso, de la autocrítica, de la síntesis política, de la nueva dirección y de las elecciones internas, hay que hablar de las firmas, en primerísimo lugar.
Eso hacen en dos entrevistas en este número, Ricardo Ehrlich, electo con amplio consenso como Coordinador para este período en el Frente Amplio y Daniel Marsiglia, responsable de Unidad Política del PCU.
¿Qué fue lo que más pesó en el Plenario Nacional del Frente Amplio? Las 800 mil firmas para habilitar un referéndum para derogar 135 artículos de la LUC.
¿Qué es lo que más pesa en las asambleas y debates de los Comité de Base del Frente Amplio hacia el Congreso de octubre? Las 800 mil firmas para habilitar un referéndum para derogar 135 artículos de la LUC.
El FA, sigue siendo la principal fuerza política del Uruguay, porque es la más votada, la que tiene la bancada parlamentaria propia más grande, la que gobierna en tres Intendencias departamentales del peso de Montevideo, Canelones y Salto, la que tiene decenas de municipios, cientos de ediles y concejales; pero también porque su militancia, organizada en sus Comité de Base, recordó su poder para transformar la realidad en la segunda vuelta electoral de noviembre de 2019 y, ahora, en la recolección de firmas en medio de la pandemia.
El FA hizo autocrítica práctica, construyó unidad con las organizaciones sociales, en la militancia, en la lucha común, y, también, salió del debate autorreferencial al encuentro de nuestro pueblo, de sus dolores, sus sueños. El FA se movilizó y se moviliza para apoyar las ollas populares, para rodear los conflictos, para apoyar el 1° de Mayo y el 20 de Mayo.
Ehrlich, ex decano de Ciencias, ex intendente de Montevideo, ex ministro de Educación y Cultura, ex presidente de Programa del FA, un lujo para cualquier fuerza política del Uruguay o de Marte, conducirá la transición, incorporará una compañera, para que la síntesis sea de una calidad superior, no por obligación, por justicia.
Ehrlich lo dice con meridiana claridad: “Las firmas abonan la siembra del Frente Amplio. Las firmas le dan fuerza a la sociedad. Y eso es bueno para una fuerza de izquierda”.
No nos dejemos trampear los ejes, no nos dejemos encandilar. Cuando nos pregunten que es lo principal que estamos discutiendo las y los frenteamplistas, contestemos todas y todos a una: Las 800 mil firmas para habilitar un referéndum para derogar 135 artículos de la LUC.
Eso y cuanto vale la unidad del pueblo para transformar la realidad. Y como le duele y le molesta al poder.