“Si no hay amor que no haya nada”
Tatiana Antúnez (*)
Un año más, más específicamente, el último viernes del mes de setiembre las calles de nuestro país se llenan de colores, de brillo, de música, pero por sobre todas las cosas, las calles son un mar de reivindicaciones populares que destruyen las barreras del odio para alzar la voz y embanderarse de rebeldía.
Porque somos miles y miles quienes marchamos entendiendo que la diversidad es un pilar fundamental para la consolidación y el fortalecimiento de la Democracia, la diversidad es justicia social y lucha colectiva.
Esta marcha además de su carácter masivo y popular se organiza a través de una coordinadora de organizaciones de la diversidad, así como también aquellas organizaciones sociales que se comprometen con la causa y la hacen propia, todas ellas abrazan deseos de libertad, de construir desde el respeto y del amor, a la vez se aúnan en aquellos ideales que persiguen un mundo mejor, con la convicción de que es posible transformarlo.
Este año la consigna denuncia el avance represivo de un Estado que toma distancia y deja sin protección a la gente, en particular a las y los más vulnerables y excluídes de siempre.
El derecho a ser, es avasallado por la falta de respuestas a las necesidades impostergables de nuestro pueblo y por supuesto, que en una de las manifestaciones más grandes del año, la respuesta es y será con las masas movilizadas.
Reivindicamos el Derecho a ser, a vivir, a amar, a no ser discriminados, ni discriminadas, porque no queremos privilegios para unos pocos, queremos la felicidad para todos y todas.
En este año 2022 se cumplen 4 años de la aprobación de la Ley Trans, una ley que se conquistó con mucho esfuerzo y que el día de hoy tenemos un gobierno que la desconoce. No hay ingresos al Estado a través de la cuota que la ley plantea, así como tampoco hay recursos en el sistema de salud para cumplir con los procedimientos que la ley dispuso.
No es novedad que las personas trans viven menos, sufren más violencia y discriminación y además están condenadas a la pobreza. El avance de los discursos de odio no solo permea en la cotidianeidad de la vida, enfrentándonos entre nosotres, sino que también se expresan a viva voz en los medios de comunicación de la mano de sujetos abominables que siguen viviendo en las cavernas.
Estos discursos de odio no son ingenuos, sino que son parte de una concepción del mundo, de la sociedad que desean construir y de lo excluyente de la misma. Esta visión del mundo se traduce en la práctica, con más violencia, con más discriminación, con más exclusión y sin duda alguna solo tiene lugar para unos pocos.
Los recortes en la educación, en la salud, en la vivienda, la falta de trabajo y el hambre también son parte de este proyecto del odio, hace carne en todas esas injusticias y golpea fuertemente.
Los datos también reflejan la cruda realidad que nos asegura e impone este modelo de desigualdad, por ejemplo, 7 de cada 10 personas LGBTI que se encuentran insertas en el mercado laboral han padecido violencia, discriminación y/o hostigamiento. El Estado es responsable, el Estado debe dar respuestas.
Ante la ausencia e indiferencia de un Estado garantista que proteja los derechos de las personas aparece la solidaridad siempre, el pueblo organizado haciendo la historia para ganarle a las injusticias.
El pasado año se marchó contra la LUC porque la misma implicaba una vía legal intempestiva para imponer un proyecto regresivo, anti derechos que criminaliza y excluye, al día de hoy esto se termina y consolida con la profundización de un Estado cada vez más raquítico y la falta de recursos para sostener la vida.
En definitiva, la Marcha por la Diversidad es un acto de profundo contenido político, es una movilización que nos invita a pensar que un mundo más justo es posible. Nos invita a construir desde las diferencias una propuesta plagada de igualdad y de orgullo.
Marchamos por la diversidad, marchamos por todo lo que nos quieren arrancar y porque no se lo vamos a permitir. Marchamos codo con codo por la alegría porque sin ella no es posible conquistar la esperanza.
“En este día y cada día” denunciamos y repudiamos el mundo en el que no queremos vivir porque no nos conformamos. La diversidad no va de la mano con la explotación ni con ninguna forma de desigualdad inherente a este sistema.
Nada ha sido gratis para el movimiento popular, ningún derecho se conquista sin lucha, en cambio el avance reaccionario, represivo y con una gran nostalgia de autoritarismo, es capaz de barrer con todo lo que se cruza en su camino y que hemos ganado. Ya sabemos y sabíamos que venían por todo pero las consecuencias son devastadoras.
Por eso nuevamente las calles son nuestras, por eso sin dudas el Estado tiene que dar respuestas y por eso indudablemente seguiremos resistiendo y luchando.
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, (Rosa Luxemburgo).
(*) Secretaria de Género del Partido Comunista de Uruguay (PCU).
Foto de portada:
Marcha por la Diversidad. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS.
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