Cuando este editorial llegue a manos de nuestras y nuestros lectores faltarán apenas 10 días para la elección donde elegiremos presidente y vicepresidenta. El resultado está abierto, aunque el análisis y los datos de la realidad indican que Yamandú Orsi y Carolina Cosse están, en este momento, al frente.
Suena como una obviedad, pero es imprescindible reafirmar que en estos días se define todo. En estos días se sucederán las entrevistas en los medios, tendrá lugar el próximo domingo el debate entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, se están realizando decenas de acciones de agitación y de campaña en todo el país, todos los días, la fórmula del FA está recorriendo el país, lo mismo están haciendo y con gran impacto las y los senadores y continúa el elemento central de la campaña y el más decisivo para lo que falta: el puerta a puerta, el mano a mano, el diálogo directo de la militancia frenteamplista con nuestro pueblo.
Las estrategias que están desplegando Orsi y Delgado, el Frente Amplio y los partidos de la coalición de derecha, muestran, en sí mismas y con mucha claridad, los dos proyectos de país que están enfrentados. Lo muestran en forma y en contenido. En forma porque mientras Orsi, Cosse y el FA han centrado sus esfuerzos en presentar las propuestas del programa de gobierno, la derecha se ha dedicado a atacar, en algunos casos llegando a un nivel miserable como en el caso de los ataques de la senadora Graciela Bianchi a José Mujica, y anunciar todas las catástrofes si gana el FA. En contenido porque mientras el FA propone cambiar este Uruguay y recuperar la esperanza para las grandes mayorías, la derecha se ha dedicado a negar la realidad y a proponer más de lo mismo.
Orsi y el FA están colocando las propuestas para responder a los problemas que enfrentan nuestro país y nuestro pueblo. Orsi en sus últimas entrevistas y spot de campaña ha hecho, un centro en lo que es el principal resultado de las políticas del gobierno de derecha y el gran desafío para un gobierno de izquierda: la desigualdad.
En la entrevista que le realizaron en VTV, Orsi, denunció la desigualdad y planteó el compromiso del FA y su programa para superarla. Ante una afirmación del periodista que ponía en duda el tema destacando el argumento de voceros de la derecha de que habían crecido los viajes al exterior y la venta de autos cero kilómetros, sorprende ver como estos argumentos se reiteran una campaña tras otra como si fueran indicadores relevantes, Orsi respondió: “Hay un montón de gente que no va al exterior ni se compra auto. La desigualdad aumentó. Si tengo que la pobreza infantil pasó del 17 % a superar el 20% es un dato que rompe los ojos. La desigualdad aumentó mucho”.
El candidato presidencial del Frente Amplio abundó en argumentos: Más allá del crecimiento lo que si ha pasado es un aumento de la desigualdad. El índice Gini, que tanto se hablaba, no se habla tanto ahora porque hemos empeorado”.
Ante la insistencia del entrevistador de poner en duda que la desigualdad fuera tan importante, Orsi indicó que el compromiso del Frente Amplo es que la economía crezca y que se distribuya mejor ese crecimiento: “Crecimos poco y tuvieron la oportunidad de crecer más. Y de verdad el reparto o la distribución de ese crecimiento fue bastante desigual, bastante más desparejo que antes”.
“A quienes les iba mal les va cada vez peor y a los que les iba muy bien les va cada vez mejor”, remató el candidato presidencial frenteamplista.
Tiene toda la razón y es un acierto político colocar ese eje para el debate público. Obviamente para la derecha no es un problema, como ya señalamos en su folleto que llaman programa de gobierno nombran a la desigualdad una sola vez en 33 carillas, toda una señal y además reafirman todas las políticas que llevaron a que esta creciera.
La realidad y todos los estudios serios dan la razón al FA. El Instituto de Economía de la Facultad de Economía de la Universidad de la República ha establecido con claridad que los ingreso del 5% de los hogares más ricos ha crecido mucho, los del resto han perdido durante cuatro años y empatan en este 2024, con una excepción: los ingresos del 20% de los hogares más pobres son los que más han perdido. ¿Hace falta más? Por supuesto que no, pero por las dudas, hay 50 mil pobres más que en 2019; como ya se señaló lo que más creció fue la pobreza infantil; hay más de 500 mil trabajadoras y trabajadores, 100 mil más que en 2019 que ganan menos de 25 mil pesos; los salarios perdieron poder adquisitivo durante 4 años, en este último empatan y no por mérito del gobierno, si no por la lucha de los sindicatos que lograron convenios colectivos que rompieron las pautas del gobierno.
La derecha no tiene argumentos serios para enfrentar la desigualdad que ha provocado. Relativizan las cifras o le echan la culpa a la pandemia, a la sequía y la guerra de Ucrania. No es verdad, todos los países de América Latina tuvieron pandemia y según la CEPAL tanto en la región como en casi todos los países la desigualdad disminuyó luego de la pandemia, salvo en Uruguay, donde creció.
En términos de debate político, es muy importante, que la desigualdad siga en el centro. La desigualdad y sus múltiples dimensiones. La desigualdad como problema y las propuestas del Frente Amplio y su programa para revertirla.
Quedan apenas 10 días. El Frente Amplio, Orsi y Cosse están en mejores condiciones para lograr un triunfo el 24 de noviembre. Porque los respalda la principal fuerza política del país, la que más creció, la que salió primera en octubre con más de un millón de votos, la que le sacó 17 puntos de diferencia al Partido Nacional, la que superó al Partido Nacional y el Partido Colorado sumado, la que tiene mayoría en el Senado, la que ganó en 12 departamentos y la que tiene el único programa de gobierno que plantea soluciones para los grandes problemas y reclamos de nuestro pueblo.
La derecha llega con grandes dificultades a esta elección. Delgado y Ripoll son una fórmula con una gran debilidad política. En primer lugar, porque el Partido Nacional, su partido, cayó en votos otra vez, en 2014 tuvo 720 mil votos, en 2019 tuvo 690 mil y 650 mil en octubre de este año. Delgado tiene cuestionado su liderazgo en el Partido Nacional, su lista, la 404 perdió con la lista 40, es un candidato débil políticamente. Valeria Ripoll, su cuestionada compañera de fórmula, tiene una debilidad aún mayor. Fue candidata a diputada, ni siquiera al Senado y no resultó electa, tuvo unos pocos miles de votos. Proponen de vicepresidenta de la República a una candidata a las que los votantes de su propio partido no le dieron la confianza para ser diputada. Ojeda, que sigue hablando como si fuera el protagonista de alguna película de Marvel, votó desastrosamente mal, de 17 diputados colorados solo obtuvo 2, su tan mentado liderazgo emergente feneció en las urnas. Cabildo Abierto recibió un duro golpe, quedó fuera del Senado y redujo sustancialmente su bancada. Pablo Mieres y el Partido Independiente no lograron salir de un papel casi marginal, manteniendo un solo diputado.
Esto es efectivamente así, pero la elección se gana con votos y hay que convencer a miles de votar a Orsi y Cosse.
Las tres encuestas conocidas hasta el momento de escribir este editorial marcan que Orsi y Cosse van arriba, Usina de Percepción Ciudadana y Opción por 3 puntos y Equipos por 4 puntos. Todas marcan que el número de indecisos es superior a esa diferencia.
No hay lugar alguno para el exitismo o para relajar el esfuerzo. Es mucho lo que está en juego. El senador de la 1001 y el Frente Amplio, Óscar Andrade, lo planteó con mucha claridad: “En mejores condiciones que en 2019 tenemos que salir con la misma rebeldía”.
Eso es lo más importante en los días que quedan: desatar la rebeldía y organizarla. ¿Cómo? Como ya lo dijimos y reiteramos: en la calle, casa a casa, voto a voto. Desatemos la rebeldía colectiva contra la desigualdad y construyamos una nueva victoria popular.