En el marco del 40 aniversario de las elecciones internas de 1982, hito fundamental para la recuperación de la democracia, mañana martes 29 a las 19 horas, en el Centro Cultural Fucac (18 de Julio 2017), se presentará la investigación Los ecos del NO, del magíster en Comunicación Política Marcel Lhermitte. En forma de adelanto exclusivo para EL POPULAR, presentamos el prólogo del politólogo Antonio Cardarello.
Mucho se ha estudiado la transición a la democracia uruguaya y son numerosos los aportes bibliográficos relevantes en esta materia, sin embargo hay una instancia del proceso que ha sido subvalorada: las internas de 1982. Estos comicios sin embargo, jugaron un papel fundamental por varios factores. Por ser la primera competencia partidaria luego de 1971 (once años antes); por ser la segunda instancia en que el electorado uruguayo podía expresarse luego del golpe en 1973 –el primero fue el plebiscito de 1980–; porque significó el resurgimiento de los partidos y su vigencia, el vigor de la partidocracia.
Pero además porque comenzó a configurar un nuevo escenario y una nueva relación de fuerzas al interior de los partidos. Por ejemplo, en el caso del Partido Colorado se revirtió la hegemonía de la UCB y Pacheco, que se arrastraba desde 1966 y se había confirmado en 1971. Estas elecciones significaron el retorno del batllismo a la supremacía partidaria.
En el Partido Nacional, en tanto, se reafirmó y fortaleció el liderazgo de Wilson. En ambos casos la victoria del batllismo y del wilsonismo suponía la de los sectores opositores al régimen. Pero también las internas del 1982 marcan la fortaleza y la vigencia del tercer actor, el Frente Amplio, que pese a estar proscripto consigue una significativa votación. Y es en esta instancia que se configura el escenario de las elecciones de 1984 y no es posible entender el resultado de aquellas sin una comprensión cabal de estas elecciones internas.
Esas elecciones, las primeras con candidaturas desde la instauración del régimen dictatorial, tuvieron importantes consecuencias, no solamente para la configuración interna de los partidos políticos de cara a las distintas instancias de negociación para la salida del régimen, sino que significaron (después de más de una década de prohibición de actividad pública partidaria) una oportunidad para que los partidos midieran sus fuerzas, tanto en la competencia interna como en la interpartidaria.
Los comicios, aun dentro del marco autoritario, marcaron un panorama que operaría con fuerza y determinaría límites y oportunidades para la distribución de los liderazgos, los realineamientos y la conformación de las estrategias electorales de cada uno de los partidos (inclusive el Frente Amplio, que aún proscripto en ese momento reafirmó su fortaleza como tercer actor partidario e impactó en las estrategias de los demás actores) para las elecciones de 1984 y durante el proceso de la salida del régimen dictatorial y las primeras etapas de la restauración democrática.
En este libro Marcel Lhermitte repasa detalladamente las condiciones políticas que siguieron al plebiscito de 1980, la estrategia militar de comandar un proceso de apertura controlada, pero con acuerdos con los partidos políticos, las negociaciones previas a la ley de partidos y los posicionamientos de las distintas corrientes partidarias en el tramo anterior a las elecciones. El debate sobre la obligatoriedad o no del voto en esta instancia y en los niveles de participación esperada.
En el presente trabajo encontramos también una exhaustiva descripción de la oferta electoral en cada partido, en especial del Partido Nacional y el Partido Colorado, sin eludir a la Unión Cívica. En el caso de la izquierda, se analizan sus estrategias para incidir aún desde la proscripción, y el impacto de la votación de cada partido habilitado en tanto indicador de la fuerza de cada comportamiento subsiguiente que marcó las posibilidades y límites para la conformación de un espacio opositor unificado al mismo tiempo que se desarrollaban las estrategias competitivas pensando en las elecciones.
Como el mismo autor se encargó de mostrar en su trabajo sobre el plebiscito de 1980, la dictadura no escatimó en tratar de intervenir en el proceso electoral. Desde el intento de borrar las viejas fidelidades eliminando los números, en muchos casos fuertemente identificativos y sustituyéndolos por combinaciones de tres letras, hasta el intento de favorecer claramente a los sectores cercanos al régimen, por ejemplo, el pachequismo y censurando actividades (actos, semanarios) y a dirigentes de los sectores opositores.
El libro muestra cómo los partidos comenzaron o recomenzaron las actividades proselitistas, cómo los diversos sectores encontraron formas de expresarse y cómo una nueva generación, llamada a jugar roles relevantes en futuras administraciones, se adentró en los avatares de las campañas electorales.
Es resaltable en el libro también cómo los sectores más opositores, y a la postre vencedores, dentro de cada partido jugaban una doble estrategia y al mismo tiempo medían fuerzas pensando en el gobierno que emergería.
La disputa por el voto frenteamplista al que tanto el batllismo, que buscaba recuperar la preeminencia en el Partido Colorado o como el wilsonismo trataba de captar esos votos por su perfil fuertemente contrario a la dictadura. Es sintomático en este sentido la tensión a que se vio sometido el Partido Comunista, aliado del wilsonismo en el exterior, a través de la Convergencia Democrática (con una activa participación de Juan Raúl Ferreira) y más proclive por ende a votar por ACF en la interna nacionalista. Eso lo posicionaba en contra del mandato de Seregni y otros dirigentes de votar en blanco para mostrar la vigencia del Frente Amplio impedido de comparecer en esos comicios. En ese sentido, el libro permite apreciar cómo los resultados de esa elección, tuvieron decisiva incidencia en la conformación de la oferta electoral y en los resultados de 1984.
Pero en las páginas de esta obra, encontramos además el papel de la prensa, desde aquellos medios que si bien tenían un origen partidario, privilegiaron el interés comercial y se posicionaron cercanos a la dictadura, hasta aquellos más francamente opositores que debieron enfrentar sucesivos cierres y frecuentes censuras.
Se resalta la reaparición del humor político, a través de El Dedo, antecesor de la recordada Guambia, y que significaría una bocanada de aire fresco a través de un humor irreverente y con mucha referencia a la actualidad.
Los lectores encontrarán también evidencia sobre el papel que en esa instancia jugaron los diversos medios, además diarios y semanarios, el retorno de los jingles pegadizos en la radio y una presencia menor de la televisión, comparado con las futuras campañas. Asimismo, se señala la incipiente participación de las encuestas, en particular la experiencia de Gallup, donde tanto el antecedente negativo al pronosticar la victoria del SI en el plebiscito en 1980, como la predicción de estas internas, no ayudaron precisamente a generar legitimidad hacia esa herramienta.
En definitiva, Los ecos del NO es un fresco sobre esa etapa transicional y en ese sentido refleja cómo la contundente victoria de los sectores antidictatoriales en los partidos habilitados, más el efecto que pueden haber tenido las actitudes de los sectores de la izquierda, marcaron fuertemente el desarrollo de los acontecimientos posteriores, el tramo final de la transición Pacto del Club Naval incluido, y que desembocaron en las elecciones de 1984.
Pero, además, las internas de 1982 marcaron el segundo gran fracaso para los intentos de legitimación electoral del régimen autoritario, e incidieron en el modelo de salida pactada que caracterizó el fin de la dictadura uruguaya.