Un artículo publicado originalmente en inglés en Asia Times el 22 de junio de 2022, denuncia y describe cómo en “el Washington de Joe Biden” quien impulsa la política de la administración con relación a Ucrania, “es la autodenominada «comunidad de expertos» en seguridad nacional”.
Ellos son quienes llevan “el timón e impulsan la política” que desarrolla Biden respecto a Ucrania.
El artículo en cuestión lleva como título “Los Think-Tanks neoconservadores llevan la política de Biden en Ucrania” y fue escrito por James W. Carden quien fuera asesor de la Comisión Presidencial Bilateral Estados Unidos-Rusia en el Departamento de Estado de Estados Unidos.
El trabajo de Carden recuerda la aparición de “una carta abierta poco comentada que apareció en el tabloide de Washington, The Hill el 1° de junio”.
Dicha carta agrega, “puso una cara pública a lo que había sido hasta ese momento un esfuerzo discreto, aunque muy exitoso, por parte de los think-tanks de Washington, muchos de los cuales, como la deshonrada Brookings Institution, están financiados por gobiernos extranjeros” y su trabajo es “dirigir la política de la Casa Blanca sobre Ucrania”.
En dicha carta se afirma que «Estados Unidos y Europa deben evitar el impulso de animar a Kiev a negociar un alto al fuego que no cumpla con los objetivos de Ucrania” y que podría tener como efecto “relegar a millones de ucranianos al control de Rusia».
Quienes escribieron la misiva exhortaban “a la administración de Biden a mantener el rumbo y seguir armando a Ucrania”, como el mejor camino para, llegado el momento, poder “negociar desde una posición de fuerza”.
Los firmantes de tal pedido, denuncia Carden, incluye a varios de los más “destacados (…) ideólogos neoconservadores” con una extensa trayectoria en estos menesteres, “como el profesor del SAIS de John Hopkins Eliot A. Cohen; Eric S. Edelman, también del SAIS de Johns Hopkins; Paula Dobriansky, del Atlantic Council, financiado con fondos extranjeros; la fallida candidata al Congreso y directora ejecutiva del McCain Institute, Evelyn N. Farkas; John Herbst, también del Atlantic Council; el exasesor de John McCain, David J. Kramer; y, por supuesto, el exembajador y fijo de la MSNBC, Michael McFaul”.
La decisión de Estados Unidos, de seguir el financiamiento de Ucrania, se sostienen, señala el columnista del Asia Times, a pesar de “las ganancias rusas y las graves, quizás insuperables, pérdidas ucranianas”.
Para un mejor encubrimiento de ello, añade el especialista, “la administración y sus apoderados en los medios de comunicación controlados por el gobierno de Estados Unidos y el mundo de los think-tanks han estado llevando a cabo una campaña de mensajes implacable y bien coordinada”.
Una comprobación de lo anterior, sugiere Carden, es leer “la última columna de David Ignatius en The Washington Post”.
Descrito como “una antigua e infatigable paloma mensajera de Langley”, Ignatius “informó a los lectores el 14 de junio que los avances militares rusos en el oriente de Ucrania este mes han suscitado una creciente preocupación en Occidente de que la balanza de la guerra se esté inclinando a favor de Moscú. Pero los funcionarios de la administración Biden creen que estos temores son exagerados, y que las defensas ucranianas siguen siendo sólidas en esta fea guerra de desgaste».
El propio 14 de junio, recuerda Carden, “el Subsecretario de Defensa de Estados Unidos para Políticas, Colin Kahl, dijo a The New York Times: «No vamos a decir a los ucranianos cómo negociar, qué negociar y cuándo negociar… Ellos van a establecer los términos por sí mismos».
Unos pocos días después, “el 17 de junio, Missy Ryan, del Washington Post, que tanto hizo para preparar el terreno para una interminable intervención estadounidense en Siria, informó: «Estados Unidos y sus aliados están haciendo preparativos para un conflicto prolongado en Ucrania, dijeron los funcionarios, mientras la administración Biden intenta negar la victoria a Rusia mediante el aumento de la ayuda militar a Kiev, mientras se esfuerza por aliviar los efectos desestabilizadores de la guerra en el hambre mundial y la economía global».
En dicho informe se “señala que Ivo Daalder, exembajador de Estados Unidos ante la OTAN” y actualmente a cargo de la dirección del Consejo de Chicago sobre Asuntos Globales, afirmó que Estados Unidos se enfrentaba a «una dura elección: seguir ayudando a Ucrania a mantener un statu quo potencialmente sangriento, con las devastadoras consecuencias globales que ello conlleva; o detener el apoyo y permitir que Moscú prevalezca».
Ello, añadió, Daalder, «significaría dar de comer Ucrania a los lobos», afirmó el Post en su reporte.
“Entregar la representación estadounidense a Volodímir Zelensky, que es lo que Kahl y Daalder y el resto están proponiendo en esencia en el asunto de una guerra que amenaza con engullir tanto a la OTAN como a Estados Unidos, es el colmo de la irresponsabilidad” denuncia Carden.
A pesar de ello, finaliza señalando el columnista del Asia Times, “el gobierno de Biden sigue imprudentemente aferrado a una política fracasada de rechazar las negociaciones en favor de armar a Ucrania hasta los dientes. La pregunta que los ciudadanos estadounidenses de buena conciencia deben hacerse ahora es: ¿Por qué?”.