Esta semana hubo un cambio cualitativo en la discusión sobre el último escándalo de corrupción que involucra al gobierno: la entrega de un pasaporte a uno de los narcotraficantes más importantes del continente, Sebastián Marset y la trama de mentiras que se montó para intentar ocultar la verdad y las responsabilidades.
El cambio al que nos referimos es que el escenario de la discusión sobre esta grave crisis política y el deterioro institucional que está provocando se trasladó desde los medios de comunicación, las redes sociales, los juzgados y el Parlamento, hacia la calle.
¿Con niveles aún insuficientes de movilización? Es posible. Pero lo fundamental es que miles, de muchas y diversas maneras, en todo el país, pasaron a actuar, a participar realmente, de la construcción de la síntesis que toda nuestra sociedad está haciendo sobre esta grave crisis y sus implicancias, políticas e institucionales.
Lo vivido en todos estos días y reflejado por EL POPULAR en varias ediciones, las dos últimas en particular, fue muy intenso, muy rico en noticias, derivaciones y hechos nuevos. Pero tenía un peligro: que nuestro pueblo asistiera a esta crisis como a un espectáculo, donde el escenario principal eran los medios y las redes y los protagonistas eran los fiscales, los dirigentes políticos y los periodistas.
El lunes hubo una movilización en Montevideo, importante, por la caracterización de la crisis que allí se realizó, los reclamos que se plantearon, pero también, y centralmente, por la amplitud de la convocatoria.
Empecemos por este último aspecto. La concentración, que se realizó el lunes en la Plaza Libertad, fue convocada por el PIT-CNT, FUCVAM, la FEUU, ONAJPU, la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay y el Frente Amplio (FA). En el caso del FA la convocatoria fue resuelta por su Secretariado y por unanimidad.
Es de gran relevancia la confluencia del FA con las principales organizaciones del movimiento popular en una movilización común. Las organizaciones sociales populares y la expresión política de la unidad de la izquierda, si bien son parte del bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios, son independientes y tienen contradicciones.
Matices y diferencias existen hoy y han existido siempre, cuando se expresan son magnificadas, pero cuando se logran expresiones unitarias, como las del lunes, que reiteramos, no fue solo para un posicionamiento declarativo, que ya de por sí sería importante, sino para una movilización conjunta, se minimiza su importancia o se busca ponerle un pero.
Lo concreto, lo que importa, es que este lunes las principales organizaciones políticas y sociales del movimiento popular se manifestaron juntas en la calle.
Esta concentración no fue la única, ni la movilización se terminó el lunes, hubo cientos de acciones en distintos puntos del país, pintadas, pasacalles, charlas abiertas y actos organizados por el FA y por varias organizaciones sociales.
Lo del lunes, lejos de ser un final, fue un salto en calidad de un proceso de movilización política que se tiene que intensificar y ampliar, en todo el país.
Las organizaciones populares señalaron el lunes que estamos ante una grave crisis política y un deterioro institucional y responsabilizaron al gobierno. Indicaron que hay cosas comprobadas, muy graves y que el gobierno montó una estrategia institucional, política y comunicacional para mentirle al Parlamento y a la ciudadanía y ocultarle pruebas a la justicia. Destacaron que no estamos ante un hecho aislado, que hay numerosos casos con elementos de corrupción que involucran al gobierno, lo que muestra que es una forma de entender el ejercicio del poder. Que la corrupción es parte componente del modelo de desigualdad y de gobernar para los poderosos. Que en esta crisis se expresa el creciente peso del narcotráfico y de su influencia en la política y en nuestras instituciones. Que el presidente de la República ha mentido y sigue mintiendo, que debe hacerse cargo y asumir las responsabilidades políticas. Que con la renuncia de dos ministros, dos viceministros y el principal asesor presidencial no alcanza. Que la justicia debe ir hasta el hueso y juzgar a los responsables. Que tenemos que saber toda la verdad, especialmente que grado de involucramiento tiene el propio presidente de la República con este escándalo.
Finalmente, las organizaciones sociales convocantes dijeron que aquí no se dio vuelta ninguna página, que se debe saber toda la verdad y que si el gobierno no quiere discutir en el Parlamento el escenario será la calle. “Vamos a discutir en la calle, en el boca a boca, en cada lugar de trabajo, en cada cooperativa, facultad o centro de enseñanza y en cada barrio, y que vamos a reclamar todas las respuestas. No alcanza con las renuncias de los ministros, los viceministros y el asesor presidencial. Menos aun cuando se dice que todo estuvo bien y que actuaron dentro de la ley”, expresaron, fuerte y claro, en la proclama.
El movimiento popular se organiza, se moviliza y reclama respuestas en esta crisis de corrupción, mentiras y ocultamiento.
¿Y el gobierno? El gobierno está embarcado en la construcción de una realidad paralela, un mundo virtual, en el cual blindarse y hablar de lo fantástico que están haciendo las cosas y de la gran popularidad que tiene el Presidente, al que no habría que molestar con estas contingencias irrelevantes.
En ese mundo ficticio, construido a base de relato, plata, cobro de favores, campaña de redes, opinólogos y opinólogas, el gobierno es víctima de una confabulación de la perversa izquierda que lo quiere perjudicar.
La muestra más gráfica de esa estrategia la dio el renunciante ministro Luis Alberto Heber. En el colmo del descaro político, Heber, no solo no hizo ninguna autocrítica, ni pidió disculpa alguna, al contrario, reivindicó su accionar, se presentó a sí mismo como “un guerrero” y dijo que vuelve al Senado con “munición gruesa”.
¿Esa furia del ex ministro de Transporte y del Interior es contra los narcos o quienes montaron una asociación criminal en Presidencia de la República? No, es contra el FA. Si no fuera tan grave sería hasta tragicómico.
Según recogió Canal 5 y reprodujo Montevideo Portal, Heber, en un acto herrerista y del Partido Nacional en Durazno, dijo: “Claro que nos pegaron, y nos van a seguir pegando. Y nosotros también vamos a pegar. Porque tenemos paño para cortar. Y ahora vamos al Senado, y vamos a cobrar muchas cuentas ahí. Esperen, esperen, porque venimos con munición gruesa”.
“Somos guerreros. No nos duele la munición de los adversarios, [pero] volvemos al Senado y vamos a seguir cobrando las cuentas de honestidad, de trabajo, de dedicación a la gente, que no se vieron en los 15 años del Frente Amplio, que Luis Lacalle Pou ha hecho una revolución positiva que tenemos que seguir apoyando”, remató el ex ministro.
En realidad, Heber tuvo que renunciar no porque alguna entidad maligna le haya “pegado”, si no porque le entregó un pasaporte a un narcotraficante que estaba preso y ahora está prófugo, porque le mintió al Parlamento, porque expresó su respaldo a Penadés presionando a la Fiscalía y porque antes, desde otra cartera, la de Transporte y Obras Públicas, encabezó la entrega por 60 años de la principal operativa del Puerto a una trasnacional, con negociaciones y acuerdos secretos. Heber debería hacerse cargo de una buena vez. Pero no, anuncia que irá con “munición gruesa” a combatir los malvados frenteamplistas que no ven la “revolución” que está haciendo Lacalle Pou.
Es la misma estrategia, igual de burda, que la que adoptó el propio presidente de la República, cuando en una conferencia de prensa que quedará para la antología del disparate, nos quiso convencer de que había aceptado la renuncia de dos ministros, dos viceministros y su principal asesor porque “habían hecho todo bien” y que había convocado a una reunión donde se destruyeron pruebas y se instó a cometer delitos, pero que solo pasó a “saludar”.
Esta estrategia de minimizar los hechos, de victimizarse y de colocar otros ejes, no se debe subestimar, les ha resultado exitosa hasta ahora, en particular en preservar la imagen de Lacalle Pou. La acumulación de evidencias y los fallos en la realidad virtual armada por Lafluf parecen haber golpeado con más intensidad en este caso.
Pero la síntesis política e ideológica de la sociedad está en disputa y en construcción. La política no es un espectáculo en el que damos me gusta o no me gusta y vemos como otros u otras son protagonistas. Es necesario profundizar el camino que tuvo un punto de inflexión este lunes.
Hay que llevar la discusión a la calle, al mano a mano, al cara a cara. Hay que construir la síntesis política y social superadora de este modelo de desigualdad, mentira y corrupción.