Fue premiado por el ultraconservador Américas Society – Council of the Américas y recibido por el presidente Joe Biden en la Casa Blanca.
Fabricio Mato
“En la tarde de hoy el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, fue recibido por su par estadounidense, Joe Biden, en un encuentro de trabajo que se realizó en el salón Oval de la Casa Blanca, sede gubernamental de Estados Unidos, y tuvo una duración de 1 hora y 20 minutos”.
Con esa cuidada redacción, que hasta tiene la virtud de transmitir la emoción que provocó el hecho en quienes escribieron, anunciaba Presidencia de la República la “sorpresa” que tenía reservada el gobierno de EEUU para el presidente de nuestro país Luis Lacalle Pou.
El presidente Lacalle Pou viajó a EEUU para recibir la “Insignia de oro” de la ultraconservadora “Américas Society – Council of the Américas”, lo que de por sí fue resaltado previamente, pero faltaba la cereza de la torta, y se la facilitó Biden, aconsejado por el director para el Hemisferio Occidental, Sebastián González, y el asesor especial para las Américas, Chris Dodd.
Los dos hechos están íntimamente ligados, pero solo a los efectos del análisis los vamos a separar. La reunión con Biden, un logro diplomático para Lacalle Pou, cada vez más aislado en la región y con una política exterior con nulos resultados, fue recibida con tanta alegría que la página de Presidencia, y luego los medios afines, la relataron casi como una cita. Se destacó que la reunión fue en el Salón Oval, que estaba prevista que fuera de media hora y luego se extendió por 1 hora y 20 minutos.
Según informan, Biden le dijo a Lacalle Pou que Uruguay es “una fuerza moral en la región”, aunque inmediatamente, según cuentan, se pusieron a hablar de negocios, es que la moral, en la Casa Blanca y particularmente en el Salón Oval, y ya que estamos también en la muy copetuda Américas Society – Council of the Américas, no es un elemento históricamente demasiado valorado que se diga.
La misma crónica oficial destaca que “se abordaron temas principalmente comerciales”. Es que Lacalle Pou llegó a EEUU en un escenario muy preparado, hasta en sus mínimos detalles, veamos si no.
El lunes fue presentado en el Senado de EEUU un proyecto de ley dedicado específicamente a Uruguay. Fue una iniciativa bipartidista, es decir lo firman senadores demócratas y republicanos, que para esto dejaron a un lado sus feroces disputas políticas que colocaron al país del norte al borde de un default, por ejemplo.
El proyecto se denomina “United States – Uruguay Economic Partnership Act” y según sus autores tiene como objetivo facilitar el intercambio comercial y el movimiento de personas entre nuestros países.
Entre sus aspectos fundamentales, según Presidencia de la República, el proyecto propone integrar a Uruguay al denominado CBI, un programa de preferencias comerciales estadounidense, al que hasta ahora solo podían integrarse los países del Caribe.
Con la incorporación a este programa CBI, si se aprueba el proyecto, Uruguay obtendría el ingreso con cero aranceles de un importante número de productos al mercado estadounidense, eso sí, excluyendo los que tienen cuotas, nada menos que la carne y el queso, por ejemplo. Pero Biden le dijo a Lacalle Pou que se comprometía a estudiar iniciativas adicionales para favorecer las exportaciones de carne uruguayas. También hablaron de las energías renovables, detalle nada menor si vemos a que se dedica uno de los principales directivos de la Américas Society – Council of the Américas, que le entregó luego la condecoración al presidente uruguayo.
La presentación de este proyecto, especialmente dirigido a Uruguay, está directamente relacionada con la visita que realizaron a Uruguay entre el 5 y el 7 de abril de este año los senadores de EEUU, Bob Menéndez, Tim Kaine y Bill Hagerty, y el representante Tony Cárdenas. La delegación se reunió con empresarios y fue recibida por Lacalle Pou y el canciller Francisco Bustillo en la estancia presidencial de Anchorena. Bob Menéndez, es nada menos que el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, donde fue presentado el proyecto, dos días antes de que Lacalle Pou recibiera la condecoración y un día antes de la “imprevista” reunión con Biden.
Los legisladores estadounidenses, que después siguieron para Chile y Brasil, explicaron en nuestro país los peligros de “la influencia China” en el continente. Parece que se fueron convencidos que tenían que dar algo, aunque más no fuera gestos, para darle peso a esa argumentación.
China es el principal socio comercial de América Latina, el segundo de Uruguay después de Brasil y EEUU tiene cada vez menos apoyo a sus posturas en el continente. Las victorias de Lula en Brasil, de Petro en Colombia, de Boric en Chile, las posturas de Andrés Manuel López Obrador en México, se la pusieron difícil. Mucho más cuando Lasso en Ecuador, se tambalea y el golpe en Perú deja un gobierno impresentable a nivel internacional, lo que ha dejado casi en el ostracismo al otrora híper publicitado “Grupo de Lima”. En Paraguay ganó las elecciones un amigo de EEUU, pero su principal mentor político y financista es señalado por EEUU como corrupto.
Lacalle Pou es hoy el referente casi único posible en América del Sur para afirmar la línea de política exterior yanqui. Y no se le puede negar que ha hecho gestos. El luego malogrado canciller Ernesto Talvi apenas asumió anunció tres medidas paradigmáticas del alineamiento casi absoluto con EEUU: el retiro de UNASUR, la reincorporación a esa rémora de la guerra fría que es el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y, faltaba más, el respaldo a la reelección del agente de la CIA, Luis Almagro, al frente de la OEA. Más no se le podía pedir a un gobierno que recién asumía.
Claro, luego vino la pandemia y EEUU, con Donald Trump a la cabeza, se debatió entre el negacionismo y el chovinismo más atroz y se dedicó a acaparar vacunas, justo es decirlo al igual que la mayoría de los países capitalistas ricos, y dejó a todos, incluidos sus aliados, librados a su suerte. Allí Lacalle Pou tuvo que recurrir a China y las vacunas aportadas por ese país fueron buena parte de la respuesta de inmunización en el nuestro.
Luego Lacalle Pou siguió dando señales a EEUU, hizo una pataleta tras otra en el MERCOSUR, para regocijo de los netcenter conservadores en las redes sociales, pero ante la falta de señales, inició negociaciones con China, claro, se pasó de revoluciones en los anuncios con eso del TLC que ya se venía, pero jugó allí.
EEUU tomó nota, mandó los senadores, un poderoso lobby conservador lo condecoró, se presentó un proyecto de ley dedicado solo a Uruguay y Biden se sacó una foto con Lacalle Pou en el Salón Oval y le manifestó su deseo de “visitar” Uruguay. Resultados concretos todavía ninguno, todo está por verse, pero desde el punto de vista de la gestualidad diplomática no es poco.
Dime quiénes son tus amigos y te diré quién eres
El motivo primigenio del viaje de Lacalle Pou a EEUU fue recibir la Insignia de Oro de la Americas Society – Council of the Américas (AS-COA), en el marco de la 41 edición de la Fiesta de la Primavera de este poderoso lobby ultraconservador, que se celebró en Nueva York.
Según informa con amplio destaque Presidencia de la República: “Durante la ceremonia, el presidente de la Junta Directiva de AS-COA, Andrés Gluski, manifestó que se reconocía al presidente Lacalle Pou con la máxima distinción de la organización por su destacado liderazgo y su visión de Uruguay. “En un momento en que nuestra región enfrenta serios desafíos, Uruguay es un verdadero modelo de democracia y progreso económico, no solo para América Latina, sino para el mundo”, manifestó. “Me siento muy orgulloso y honrado de estar con ustedes esta noche”, sostuvo el presidente Lacalle Pou, tras recibir el premio, y agregó que el galardón es para el pueblo de Uruguay”.
¿Qué es la AS-COA? Un poderoso lobby ultraconservador conformado por multimillonarios, empresarios, ex funcionarios del gobierno de EEUU o ambas cosas, bien sabido es que en EEUU funciona una aceitada puerta giratoria donde importantes CEO de empresas se transforman en funcionarios de gobierno o funcionarios de gobierno, cuando dejan de serlo, pasan a ser CEO de importantes empresas.
El presidente y fundador es David Rockefeller, no hace falta decir mucho para presentarlo, banquero, empresario, inversor, cabeza de una de las familias más poderosas del mundo, ultraconservador, ha tenido y tiene una gran influencia sobre los gobiernos de EEUU.
Gluski, que entregó el premio a Lacalle Pou, es ex CEO de AES, una de las empresas dedicada a las llamadas energías renovables más importantes del mundo, no es baladí recordar que ese tema fue especialmente destacado como presente en el diálogo con Biden.
Para dar una idea más cabal de quienes integran este lobby ultraconservador digamos que tiene dos presidentes eméritos. William R. Rhodes, CEO de William R. Rhodes Global Advisors y ex CEO del Citi Bank, vinculado históricamente a todas las dictaduras de América Latina.
El segundo presidente emérito es nada menos que John D. Negroponte, una verdadera joyita. Negroponte fue agente de la CIA y estuvo destinado a Vietnam, fue uno de los oficiales principales en Saigón. En la negociación de los acuerdos de París fue asesor de Henry Kissinger. Siguió la colaboración con la CIA y con Kissinger y se lo vincula al golpe contra Salvador Allende y a la “Operación Cóndor”. Posteriormente, devenido en diplomático, fue embajador en Honduras, desde donde armó y dirigió la “Contra”. Está acusado de ser parte del escándalo conocido como “Irán-Contras”, que consistió en el tráfico de drogas para financiar a la contrarrevolución nicaragüense. Fue designado embajador en la ONU y luego director del recién creado Consejo de Inteligencia Nacional del gobierno de EEUU, por el presidente Bush, tras los atentados del 11 de setiembre de 2001 y fue figura central de la “guerra contra el terrorismo” desatada por entonces y embajador en Irak tras la invasión a aquel país.
También podría haber tenido alguna vinculación, periférica, con la familia Lacalle, ya que era uno de los sindicados como inspiradores del denunciado “Plan Atlanta”, lanzado en 2012, del que Lacalle Herrera reconoció haber participado de una reunión, destinado a desestabilizar a los gobiernos progresistas del continente.
El Consejo de la Américas Society – Council of the Americas es un verdadero muestrario del poder empresarial estadounidense y trasnacional, figuran los CEO de los principales bancos, de Microsoft, de Boeing y hasta de fondos de inversión de triste presencia en nuestra región y en el mundo como BlackRock. La creme de la crem del poder económico y financiero.
Otra buena referencia es saber algunos de los que recibieron anteriormente el premio que ahora se otorgó a Lacalle Pou. El premio se entrega desde 1977, lo que revela mucho, en esos años América Latina estaba dominada por dictaduras fascistas, todas apoyadas por EEUU y con pingues negocios para los distinguidos miembros de la Américas Society – Council of the Américas.
Entre los galardonados figuran: David Rockefeller; Iván Duque, el ex presidente colombiano, vinculado al paramilitarismo y amigo de Lacalle Pou; Ernesto Zedillo, el ex presidente mexicano acusado de corrupción y asesinatos políticos; Luis Almagro, no podía faltar; Mario Vargas Llosa, tampoco. Es cierto que también dieron el premio a otras personalidades que nada tienen que ver con las anteriores como Fernando Henrique Cardoso o nuestro compatriota Enrique Iglesias, pero la lista está ampliamente dominada por políticos de derecha.
Foto de portada:
Joe Biden y Lacalle Pou en la Sala Oval de la Casa Blanca. Foto Presidencia de la República.