Por Gerardo Núñez *
Desde que asumieron las nuevas autoridades del gobierno nacional y en particular las del Ministerio de Defensa Nacional, intentaron contraponer a la gestión pasada de los gobiernos frenteamplistas promesas de campañas y grandes titulares de prensa.
En particular, al momento de presentar el presupuesto en 2020, el gobierno señaló que su objetivo era profesionalizar y tecnificar a las Fuerzas Armadas, para lo cual destacaba, entre otros lineamientos estratégicos, la jerarquización de su personal y el fortalecimiento de las capacidades de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, los números que arroja la rendición de cuentas 2020 y las medidas adoptadas por el MDN van en un sentido contrario a lo prometido.
El presupuesto global del Ministerio de Defensa Nacional mantiene en términos generales la misma relación respecto al PBI que años anteriores, pero en plata significa menos dinero puesto que el PBI ha sufrido importantes caídas.
Más allá de este hecho, según el informe anual del SIPRI el gasto militar de Uruguay en 2020 representó el 2,3% del PBI, lo que coloca a nuestro país como el tercero que más gasta de Latinoamérica, después de Colombia y Ecuador.
Cabe recordar que los montos de la caja militar para el pago de pasividades, no solo se han incrementado año tras año, sino que, además, supera en cantidad al presupuesto anual que maneja el MDN. En 2020 se destinaron 25 mil millones de pesos para la caja militar, y 20 mil millones de pesos al MDN.
Más allá de estas cifras millonarias que se manejan como gasto militar, lo cierto es que la situación del personal militar, principalmente la del personal subalterno y hasta el momento, no ha mejorado. Por el contrario, ha visto cómo a pesar de las promesas, el MDN recorta recursos en áreas muy sensibles, que particularmente afectan a los que menos tienen.
El gasto de funcionamiento, por ejemplo, ha sido uno de los más afectados, incluyendo el gasto en los programas de alimentación, beneficios sociales y productos medicinales.
En el caso específico de alimentación, lo ejecutado en 2019 fue de 943 millones de pesos, en 2020 lo asignado ya había sido menor y se confirmó el recorte en lo ejecutado, 755 millones de pesos, lo cual significó que, en 2020 se gastaron 187 millones de pesos menos en alimentación, que en 2019.
Lo mismo ocurrió con los beneficios sociales, mientras en 2019 se gastaron 186 millones de pesos, en 2020 se ejecutaron 118 millones de pesos, unos 68 millones de pesos menos.
La lógica del recorte también llegó a los productos medicinales que, en 2019 había ejecutado 126 millones y en 2020, 97 millones de pesos, recortándose así casi 30 millones de pesos.
La suma de estos tres rubros explica, prácticamente, el 50% de la caída que sufrieron los gastos de funcionamiento del MDN.
No solo estas fundamentales partidas fueron recortadas, sino también, los salarios del personal de las fuerzas armadas, como ocurrió con la inmensa mayoría de los salarios de los trabajadores y las pasividades.
Los tan publicitados aumentos de salarios para el personal subalterno implicaron para algunos grados un incremento de unos magros 600 pesos, lo cual no significó aumento del salario real.
Tampoco tendrán aumento real los anuncios hacia el 2022, ni para grados subalternos ni para oficiales. En 2022 un soldado de 1ra tendrá un “aumento” de 794 pesos.
Por otro lado, yendo al punto del fortalecimiento de las capacidades de las Fuerzas Armadas puede verse un escenario similar a lo relatado recientemente.
Si bien el rubro inversiones mostró un incremento de la ejecución en el 2020 respecto a la del 2019, esto se debe principalmente a la adquisición de los dos aviones Hércules KC-130.
Esta compra oculta el recorte que sufrieron otras áreas muy relevantes, por ejemplo, la inversión en adquisición, reparación y equipamiento de unidades navales, donde el gasto disminuyó un 76%.
Otra muestra paradigmática es la referida al proyecto de ampliación y modernización del sistema de control de tránsito aéreo, que tenía asignado para 2020, 141 millones de pesos y solo se ejecutaron 15 millones.
Esto puede tener graves consecuencias ya que el estado de obsolescencia de muchos de los radares y de los sistemas de comunicación ponen en riesgo la seguridad de los vuelos.
A este complejo panorama hay que sumarle el hecho de que, el fideicomiso anunciado por el ministro García en agosto del año pasado, para la compra de equipamiento para la Armada Nacional, se encuentra enlentecido y no parecen surgir alternativas que permitan acelerar los procesos de adquisición de materiales y equipamientos que necesitan las Fuerzas Armadas para el desarrollo de los cometidos asignados.
Para finalizar, lo que muestran los números del 2020, en el MDN, no es muy diferente a la tónica general del gobierno, el peso de la crisis económica y los efectos de la pandemia recaen sobre los que menos tienen, los programas que sufrieron recortes así lo evidencian.
*Diputado nacional por la 1001-Frente Amplio