Pablo Vignali/ URUGUAY/ MONTEVIDEO/ Eduardo Bonomi, Ministro del Interior, concurrió al Parlamento para informar en la Comisión especial de Seguridad Pública y Convivencia de la Cámara de Senadores, sobre el caso del secuestro de la doctora Milvana Salomone y el sistema de segurida "El Guardián". En la foto: Eduardo Bonomi ingresando a la comisión. Foto: Pablo Vignali / adhocFotos 20150630; día martes adhocFOTOS

¡Renunciá Bonomi!

Hace pocos días –el 14 de octubre- hubiera sido su cumpleaños número 74, y quienes lo conocimos lo recordamos con mucha nostalgia. La misma que empiezan a sentir quienes se sumaban a esa icónica frase impuesta por quienes hoy son responsables de la (in)seguridad uruguaya.

Dueños de una alta dosis de improvisación, desconfianza y mucha hipocresía, interrumpieron una política que venía de los gobiernos colorados y que se continuó durante la gestión de los períodos frenteamplistas. Gestión que tuvo el agregado de una profunda transformación que devolvió la dignidad salarial de los policías junto con la llegada de nuevas tecnologías aplicadas a la gestión, la profesionalización de la carrera policial y el desarrollo de la gestión administrativa de la cartera. Una verdadera refundación en una institución abandonada por décadas.

Hoy no se escucha aquella frase, el Bicho ya no está entre nosotros, pero muchos acuden a ella a manera de reivindicación y como prueba inexcusable de que la historia hace justicia, más temprano que tarde.

Bonomi no está, pero su memoria sigue viva para trascender a los que creyendo tener todas las respuestas nunca –siquiera- se preocuparon por conocer las preguntas…

El pescado, la cabeza y la podredumbre

Con su estilo frontal y directo, Gabriel Pereyra desnudó en su última columna en Búsqueda, una de las razones de la decadente gestión que viene realizando la cartera que dirige Luis Alberto Heber. Es que cuando el mando tiene más deméritos que virtudes, de ahí para abajo todo puede salir mal.

Hoy la institución policial carece de un Director Nacional de la Policía y quien ostenta el cargo funge –cuando mucho- cual edecán de la institución. Un simple cargo figurativo que no lidera ni asesora convenientemente, al responsable político de la Secretaría de Estado. Por lo menos no acompaña, tal el caso de la última comparecencia del Ministro ante el Parlamento por el caso Astesiano. Alguien a quien nadie conoce (como refiere Pereyra en su columna citando la anécdota de Antonio Ladra).

Claro que a veces el poder en la sombra hace más daño, y algo de eso le puede estar sucediendo a Heber al ceder todas las decisiones al mando policial, un error imperdonable.

Eso explica muchas de las situaciones que han ido depreciando la gestión, desde lo institucional hasta lo operativo. Porque el desmantelamiento de los grupos encargados de la principal batalla contra el narcotráfico (los llamados “guartechistas”), ha llevado a esta devaluación de la seguridad que no se logra disimular por más que lo intenten con alguna incautación cada tanto. La política de combate al narcotráfico que se inició con el Insp. Rivero y seguida por Guarteche y Layera, fue desmontada inexplicablemente al punto que ni la DEA confía ya en la Policía uruguaya.

Si la bajada del cuadro de Julio Guarteche en la Dirección de Inteligencia Policial, para reinstalar la de Castiglioni no era prueba suficiente del sesgo que pretendía imponer la actual dirección de la Policía, los hechos posteriores fueron desnudando a uno de los principales responsables de la inseguridad que ha recrudecido finalizada la pandemia.

Los hechos referidos por Pereyra en su columna, no solo son ciertos sino que se corresponden con la actual gestión al punto que se reiteran situaciones que fueron denunciadas en el pasado y que ahora se repiten. Investigaciones administrativas que no se diligencian encubriendo a camaradas, maquillaje de cifras que demuestran lo que muchos sospechamos de la verdadera baja de las cifras oficiales, son solo algunas de las circunstancias que ponen en duda la realidad de la cartera. La que no cesa de tener incidentes cuestionables sin que nadie asuma la responsabilidad que tanto le reclamaron a Bonomi por cosas incomparables a las que hoy suceden.

No solo no han vuelto las carteras a los barrios como se jactó el ministro, sino que volvieron los homicidios, las rapiñas, los hurtos, y encima, a todo ese cúmulo de desgraciadas noticias le agregan una impericia (por pensar lo menos) en el tratamiento de la información que deben brindarle nada menos que al Presidente de la República (“el Ministerio le mintió al Presidente”, dijo Heber).

Más allá de si el primer mandatario conocía o no realmente la historia de su jefe de seguridad presidencial, es inexplicable que se pretenda instalar la idea de una manipulación de los legajos cuando quienes consultaron no fueron a buscar la información donde debían (Policía Científica) sino que la buscaron en el Sistema de Gestión de Seguridad Policial (donde no está todo el legajo ni tiene por finalidad aportar los antecedentes judiciales de una persona).

Aquello del respaldo a la policía parece haber quedado en el olvido y hoy son el primer fusible que hacen saltar para resolver sus impericias y trasladar responsabilidades en una estricta aplicación de “la ley del gallinero”.

Es tanto el nivel de improvisación que asusta. Claro que los dueños de la llave mediática nada dicen ni replican latiguillo alguno pidiendo la renuncia como hacían con Bonomi. Ni falta que hace. La gente ya no cree en las autoridades y ese será el peor legado que dejarán a una institución que venía recuperando la confianza de la sociedad uruguaya pero que hoy ha retrocedido a pasos agigantados.

Las cifras oficiales de delitos están heridas de muerte, y la herida se la infringieron quienes las pusieron en duda siempre y que hoy las manipulan a su antojo. Una manipulación que habla a las claras de una orden no escrita de no registrar (salvo en Durazno, donde la impunidad se estampó en correos electrónicos), y que se condice con otras medidas como la eliminación de los becarios de las comisarías, no levantar denuncias con las tablets, derivar a las víctimas a las seccionales para radicar denuncia con el correspondiente plantón que desestimula y re-victimiza a quien termina desistiendo de denunciar.

¡Así se bajan las denuncias hoy! ¡Porque los delitos siguen creciendo!

Por todo lo dicho, hoy más que nunca habría que gritar ¡¡Renunciá Bonomi!!, dándole el sentido a una frase que tiene el implícito codificado de una justa reivindicación para quien hizo la mayor transformación de la Policía Nacional.

El tiempo y solo el tiempo hará justicia con el compañero, amigo y mejor Ministro del Interior que recordará la historia…Eduardo “Bicho” Bonomi.

el hombre se tapaba la nariz,

el perro hacía rato olía a podrido…

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

Foto de portada:

Eduardo Bonomi. Foto: Pablo Vignali / adhocFotos

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