El caso Orsi se derrumbó finalmente con la mediática confesión de sus promotoras, aunque el daño ya se consumó. Porque nadie podrá devolverle a Yamandú ni a su familia, los momentos de angustia vividos ante una calumnia de la calaña que supieron pergeñar sus impulsoras. Aunque todavía resta mucho por conocerse; flota en el ambiente político y judicial la cuasi certeza de que atrás de estas protagonistas hay un director que orquestó y financió la maniobra.
La democracia uruguaya hacía rato que venía dando señales negativas de estar tomando un rumbo turbio al que esta trama le agregó un matiz al que no estábamos acostumbrados los uruguayos. Pero, así como la corrupción no era un tema exclusivo de los argentinos, tampoco lo es este tipo de operaciones enchastre donde todo vale a la hora de derribar a un firme candidato a dirigir los destinos del país. El paso en falso tuvo como protagonista de turno a un autoproclamado “influencer” que no escatimó formas ni recursos para llevar a la política uruguaya al peor terreno posible, pero la culpa no es del chancho sino del que le rascó el lomo durante tanto tiempo…
Una campaña en el barro
Varios indicios tuvimos antes de llegar a esta instancia, y todos convergentes a un escenario donde la mentira y la descalificación del contrario están en el orden del día. Entre los principales voceros del oficialismo jugaban carreras a cuál más bizarro en una búsqueda permanente de marcar la agenda en las redes e incitando a la respuesta casi que automática de los indignados. La constante cita a la gestión frenteamplista se convirtió en la consigna principal de un gobierno que en lugar de mostrar su obra se dedica, un día sí y otro también, a criticar la herencia frenteamplista. Eso le pasa por tener poco para mostrar y mucho para responder en una gestión que se agota sin llegar a cumplir sus principales promesas de campaña y defraudando a un electorado que creyó que iba a vivir sus mejores cinco años de vida.
La enlodada arenga de los principales referentes del gobierno no hizo otra cosa que envalentonar a personajes construidos a partir de las redes sociales, los que haciendo parte de colectivos que fueron siempre defendidos por la izquierda se opusieron frontalmente a esta en un contrasentido difícil de entender para muchos. Hubo alguien que vio en ellos al protagonista ideal para combatir el relato y así, “correrlos por izquierda”.
Claro que no repararon en que a la audacia hay que acompañarla de intelecto y para poner en práctica una estrategia que compita con una política fundamentada y construida luego de muchos años de lucha, se necesita algo más que una figura inventada tras un personaje de Tik Tok.
Nadie podrá devolverle a Yamandú ni a su familia los días de angustia que vivieron al conocerse la falsa denuncia que montaron en su contra en los albores mismos de la campaña por las internas. Ese burdo pero eficaz movimiento tuvo sus efectos inmediatos en una repercusión mediática sin precedentes que concentró la atención de los uruguayos acostumbrados a ver estos incidentes por la tele… hasta ahora.
Santo ni por Señas
El avance del programa Santo y Seña prometía un informe demoledor bajo el título “Nos mintieron a todos”, y sin más agregados la campaña de expectativa duró lo que un suspiro pues a poco de emitido, el periodista Diego Martini reveló parte de la incógnita (la más importante sin dudas), acerca de la falsedad de la denuncia contra Yamandú Orsi. Allí mismo comenzó a rodar el intento de Romina por desacreditar a su “ex” amiga Paula quien sería la protagonista principal del programa de Nacho Álvarez, con el agregado no menor de revelar a la autora material de la estrategia contra Orsi: la propia Romina.
En ese intrincado nudo que significó la participación de ambas protagonistas, se deslizó la suspicacia de pretender instalar la duda sobre el caso Penadés, en el que Romina pudo tener participación. Si mintió ahora bien pudo mentir antes e inducir (como refirió su ex amiga), a hacer lo propio instruyendo a las demás víctimas. Un burdo intento, por supuesto, que la propia fiscal Ghione desestimó al referir que no todas las víctimas de Penadés eran conocidas de Romina.
Los detractores de la Ley de Género –como se conoce a la ley 19.580- salieron prestamente a hacer lobby contra una norma que podrá tener sus imperfecciones, pero que significa un avance inmensurable en la defensa de los derechos vulnerados durante mucho, demasiado tiempo. Este caso, además, no tiene conexión alguna con dicha norma pues la denuncia era por lesiones y no por delitos incluidos en la Ley de Género.
Pero si algo llamó la atención en el análisis del programa fue la velada intención de sembrar un manto de duda sobre el caso Penadés, como si se tratara de otro plan pergeñado para su defensa. A estar por los antecedentes, no parece ser una buena señal, mucho menos por los resultados que arrojó el primero con Taroco. Su acuerdo abreviado y condena posterior, lejos de contribuir en la teoría de la defensa abonó el camino de la Fiscalía hacia un juicio que tendrá sus consecuencias con una sentencia de condena, seguramente.
Este que podemos llamar “segundo plan” o intento por salvar a Penadés, tuvo como actores –al igual que el primero- a personajes dispuestos a infringir la ley bajo promesas de recompensas (en el caso de Romina, una diputación).
Conductas extrañamente permitidas
Tras su detención Romina llegó a expresarse a la prensa, algo que bien puede entenderse cuando son trasladados mediante gritos o intentos por hacerse oír. Sin embargo, ella tuvo la oportunidad –permitida por su custodia- de bajar la ventanilla del coche que la trasladaba para responderle al periodista que la habían “ilusionado con una diputación”.
En otro capítulo de esta “arrestada sin rigor historia”, nuevamente Romina tuvo la oportunidad de solicitar a través de la prensa (y de una reja), una oportunidad para reparar el daño. Solicitó «un acuerdo reparatorio a Yamandú … que será el presidente de los uruguayos… que demuestre que es distinto… que me dé otra oportunidad…” Tarde se acordó de recapacitar y a pesar de las permisivas custodias con las que contó, la Justicia debe actuar con la imparcialidad que acostumbra para dictar una medida ejemplarizante que inhiba definitivamente esta forma de hacer política en el barro, con personajes, también de barro.
Falta mucho por conocerse y este intento de Romina me trajo el recuerdo de un acuerdo similar protagonizado por Astesiano y una actual militante nacionalista (ex fiscal), que selló uno de los casos de corrupción más grandes de la historia nacional antes que las sálpicas llegaran al piso 11 de la Torre Ejecutiva. Razón por la cual, sería aconsejable, por la buena salud de nuestra democracia, que no haya acuerdo alguno y que la investigación avance hasta saber quién o quienes estuvieron atrás de esta trama que buscó dañar la imagen de uno de los candidatos que probablemente se cuelgue la banda presidencial el 1º de marzo de 2025.
Solo llegando “al hueso”, como expresó Yamandú, se podrá recuperar parte de la credibilidad perdida en un sistema democrático permeado por prácticas que creíamos de otros lados, Pero, querido lector, no se extrañe que en este río revuelto en que se ha convertido la política uruguaya se repitan acciones como estas o aún peores. Por aquello de “no hay dos sin tres” …
el hombre buscó la verdad,
el perro también…
porque todo se sabe
Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»