Se inauguró el premio Casa de las Américas 2022

Jorge Boccanera, poeta argentino inauguró este lunes 24 de enero, el Premio Casa de las Américas 2022.

Su intervención en el acto inaugural tuvo, al decir de Abel Prieto, presidente de la prestigiosa institución cultural cubana, “palabras muy hermosas y muy agudas sobre el papel de la poesía en el mundo envilecido de hoy y acerca del lugar que ocupa la Casa de las Américas en nuestra región”.

En su intervención, el poeta argentino, agradeció la invitación que se le cursara para inaugurar el premio Casa de este año.

“Es un gran gusto y un honor dar unas palabras inaugurales al premio de este año, de 2022, que adquiere un matiz especial porque tiene la impronta de lo que se reanuda aun en las condiciones adversas de una pandemia, que provocó su suspensión el pasado año”, comenzó diciendo Boccanera, quien hizo especial énfasis en lo que significa la consigna de “el premio debe seguir”.

Esta consigna, señaló “continúa una dinámica de impulsos renovadores plasmados en diferentes momentos, como la apertura a nuevos géneros, a otras áreas lingüísticas y el ensanche constante de una franja de galardones especiales y honoríficos. De modo que, el premio se inscribe en el ánimo de esa persistencia que lo caracteriza, y en la que fulgura, en sus sesenta años de vida, una estela de obras”.

Boccanera resaltó el estrecho vínculo que existe entre la Revolución cubana y la institución Casa de las Américas, en este sentido señaló, la imposibilidad de “referirse al premio sin hablar de esta Casa nacida con la Revolución Cubana, espacio que empezó de la mano de Haydee Santamaría, una mujer lúcida, de firmes convicciones que destacó en luchas que fueron determinantes para el triunfo de 1959”.

A la inolvidable figura de Haydee Santamaría, agregó el escritor argentino, le “sucederían dos intelectuales de fuste: el pintor Mariano Rodríguez y el poeta Roberto Fernández Retamar. Precisamente, éste último recordó al Che Guevara en la conferencia de Punta del Este, Uruguay, de 1961, hablando del proyecto de esta “Casa” como de una propuesta necesaria para poner de relieve, dijo: “el patrimonio cultural de toda Nuestra América”. No es forzado inferir que en la mente del Che y en otras, que empezaban a transitar el conjunto de transformaciones de una revolución, se imponía la idea de una usina de la cultura, el pensamiento y la inventiva de América Latina y el Caribe”.

Además del conjunto de actividades que desarrolla la institución, Boccanera realzó lo que significa el premio Casa, un “premio continental que supone desde ya un reconocimiento, un incentivo, pero que va más allá. Es el pivote de un entramado cultural de estilos diferentes; un diálogo múltiple que sondea la realidad sin renunciar a esa “claridad misteriosa” que José Lezama Lima le adjudicaba a la poesía”.

Han sido agregó, estos “engranajes del premio”, los que “pusieron a funcionar un universo de proyectos creativos, propuestas estéticas, aperturas formales y temáticas, búsquedas expresivas diversas por los caminos de la reflexión y la intuición. Y siempre ese impulso de indagar que llevó a decir a Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar: “la curiosidad es el motor del saber, y cada conocimiento un móvil para llegar a otro conocimiento”.

Al describir y resaltar el valor de la poesía en el mundo actual, el intelectual dijo, “respecto a la utilidad de la poesía, la pregunta es propia de un mundo que descalifica todo aquello que se aparta de la especulación financiera, la lógica de la ganancia rápida; el lucro, que es el alma del mercado. Remato este punto con una línea del poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón: “la poesía no le hace los mandados a nadie”. Busca el sentido de la existencia”, lo cual, agregó, “no es poco en tiempos de náufragos fabricados en serie, robinsones apáticos, indolentes, en una tierra devastada por la depredación del medioambiente y el “apagón de la sensibilidad”, como afirma el filósofo italiano Franco Berardi”.

Para Boccanera, el poeta es aquél que “le arroja preguntas al misterio para recabar datos de sí mismo en una auscultación de tela y entretela que va del esqueleto emocional a los músculos del inconsciente para dar con ese Uno (pienso en el tango de Enrique Santos Discépolo), que designa un “nosotros”, un “yo” con aspiraciones de “tú”; el mismo con el cual inviste Juan Gelman en su poema “Más preguntas» a Maiakovsky, Vallejo y Whitman; creadores, dice, que “hablaron en primera persona (pero que) tenían el yo lleno de gente”.

La poesía, añadió, puede ser vista “incluso como la contraparte del discurso hegemónico actual que naturaliza un lenguaje globalizado entre el tecnicismo bélico, el folleto de publicidad y la vacuidad de la industria del entretenimiento; una nomenclatura que ensancha la lengua del embustero con la posverdad y las fake news; más la jerigonza falaz del eufemismo que camufla, falsea, elude, encubre y distorsiona (…) la poesía es entonces también como un discurso, otro, en su transitar los reversos y en su particular manera de ver”.

El intelectual argentino tuvo, al finalizar su alocución, palabras de reconocimiento al accionar solidario de Cuba que, “aun sufriendo las consecuencias de un bloqueo obsceno, brutal y creciente, ha dado copiosas muestras al mundo como la brigada internacional Henry Reeve de médicos”.

“Uno de los rostros de Cuba es esta Casa de las Américas que viene desarrollando una inmensa labor por el arte y los saberes humanísticos de nuestra cultura, a manera de un laboratorio de “cuestiones”. Por su modo de interpelar a la realidad y a sus territorios insondables, de analizar sus aristas, cuestionando, debatiendo, y por el despliegue de interrogantes a modo de cuestionario (…) esta Casa es también una “morada” término que se desgaja en derivaciones del latín “morari” —hacer una pausa, detenerse, pararse en un lugar, poner atención decía Eliseo Diego— y allí mismo surge la palabra “mirador” que designa tanto al que está viendo como al lugar desde donde se mira”, porque “como dijera el joven maestro de escuela Julio Florencio Cortázar a sus alumnos: “Con los horizontes hay que hacer algo más que mirarlos desde lejos; hay que caminar hacia ellos y conquistarlos”.

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