Este 1 de Marzo se conjugan dos hechos para determinar que sea una fecha de alcance histórico. Se cumplen 40 años de la recuperación de la democracia en nuestro país y asumirá el cuarto gobierno de izquierda de la historia nacional.
En tiempos que se pretenden fuera de la historia, que habría llegado a su fin según algunos y algunas figuras del poder y la derecha global, en los que nos quieren hacer vivir en un presente perpetuo, sin pasado que nos referencie, sin procesos que posibilitan y explican las transformaciones sociales y políticas y, sobre todo, sin futuro alternativo posible, valorar en su dimensión histórica lo que vivimos es fundamental.
40 años de la recuperación de la democracia
En primer lugar, entonces, vamos a conmemorar 40 años ininterrumpidos de democracia en Uruguay. Cuatro décadas del momento en el que la lucha de nuestro pueblo derrotó a la dictadura fascista y recuperó la democracia.
Es de vital importancia rescatar el papel del pueblo uruguayo, de sus organizaciones, en la recuperación de la democracia. Es justo y es parte de la historia, reconocer el papel de los partidos políticos, de la amplitud política y social que se logró para enfrentar a la dictadura, fue sin duda un factor determinante para su derrota. Pero es igual de justo destacar el papel del movimiento sindical, del estudiantil, del cooperativismo de vivienda y por supuesto de la izquierda, del Frente Amplio, en la lucha por la libertad y la democracia. Fueron quienes llevaron el peso principal de la resistencia a la dictadura, quienes pagaron el precio más alto por hacerlo.
Y de igual trascendencia es reafirmar la importancia del protagonismo popular organizado, de la movilización de cientos de miles. Sin ella la caída de la dictadura y la recuperación democrática no hubieran sido posibles.
No hay manera de explicar el 1 de Marzo de 1985 sin la Huelga General; sin la resistencia clandestina día tras día, sin el 1 de Mayo de 1980; sin el NO de 1980 a la Constitución fascista; sin la derrota política a la dictadura y sus expresiones en las elecciones internas de los partidos políticos de 1982, donde el FA, proscripto e impedido de participar, logró convocar a 90 mil votos en blanco; sin el 1 de Mayo de 1983; sin la recolección de firmas de la FEUU clandestina y el movimiento estudiantil semi legal contra el examen de ingreso a la Universidad; sin la recolección de firmas contra la Ley de Propiedad Horizontal, que pretendía destruir al cooperativismo de vivienda, encabezada por FUCVAM; sin la marcha al Franzini y la semana del estudiante; sin las jornadas del vaquero y por el boleto estudiantil en Secundaria y UTU; sin el Obelisco; sin el paro general de enero de 1984; sin los paros de 10 minutos y las luchas obreras enfrentando la represión; sin el Paro Cívico del 27 de junio de 1984; sin las denuncias permanentes en el exilio; sin la resistencia organizada en las cárceles fascistas.
Fue todo eso lo que se resumió el 1 de marzo de 1985. Y es esa acumulación de fuerzas, con sus posteriores desarrollos, lo que garantizó los 40 años de democracia. Y es lo que le dará futuro.
En una concepción de democracia, la nuestra, que no es la hegemónica. En nuestro caso concebimos la democracia con una construcción permanente de libertad e igualdad, como un espacio de transformación social, que, para su desarrollo y realización, presupone y necesita el protagonismo popular organizado.
Es eso lo que conmemoramos.
El gobierno del FA
Y, justamente en ese aniversario, que es de todo el pueblo uruguayo, asumirá el cuarto gobierno de izquierda de la historia nacional.
Asume nuestro gobierno, el gobierno de nuestro Frente Amplio. El compañero Yamandú Orsi, como presidente y la compañera Carolina Cosse, como vicepresidenta, encabezarán un gobierno del Frente Amplio que nació de una victoria popular de enorme significado.
La asunción del gobierno del Frente Amplio significa el desplazamiento de la administración del Estado de los representantes políticos del bloque de poder. Es el acceso al gobierno, a una fracción muy relevante del poder, de la expresión política del bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios.
Tiene esa significación profunda lo que ocurrirá este 1 de marzo.
El gobierno del Frente Amplio asumirá en una compleja situación mundial y regional. Tendrá que enfrentar las consecuencias económicas y sociales que deja el modelo de la desigualdad, implementado por el gobierno de la coalición de derecha encabezado por Luis Lacalle Pou. Lo tendrá que hacer además con una correlación de fuerzas compleja, donde tiene mayorías en la Cámara de Senadores, pero no en la Cámara de Diputados.
Eso implicará negociaciones políticas, contradicciones, que solo podrán ser superadas, construyendo con políticas públicas, diálogo, lucha política y social, polémica ideológica o cultural, las mayorías políticas y sociales que habiliten las necesarias transformaciones que promueve el Programa del Frente Amplio.
Hay urgencias y desafíos políticos inmediatos. Entre las primeras, tal cual lo define el Programa del Frente Amplio, que nuestro pueblo respaldó mayoritariamente en las urnas, están la pobreza y la pobreza infantil en particular; el trabajo; el salario y especialmente los más sumergidos; la ampliación de la negociación colectiva; la educación pública; la salud; la convivencia y la seguridad; la vivienda; la atención al Instituto Nacional de Colonización y a la pequeña y mediana producción agropecuaria; el compromiso con Memoria, Verdad y Justicia. Para todo ello es fundamental la construcción de una Estrategia Nacional de Desarrollo, que permita que el Uruguay supere la dependencia y construya un futuro de soberanía y trabajo digno para las mayorías nacionales. Entre los segundos, porque implican un esfuerzo inmediato, porque serán iniciativas que necesiten de mucho diálogo y acciones políticas y lucha y porque su resolución a favor de una perspectiva popular impactaría en el conjunto del proceso transformador y en el fortalecimiento de la unidad, política y social del pueblo, se encuentran: la política salarial, la elaboración y definición del Presupuesto Nacional; la reducción de la jornada laboral y el Diálogo de la Seguridad Social.
Todo lo anterior es cierto y forma parte de los enormes desafíos que deberá encarar y resolver el gobierno del Frente Amplio.
Hay un elemento adicional, la tarea de la transformación social no es exclusiva del gobierno y de las políticas públicas, implica la lucha política e ideológica, la movilización y la participación popular organizada.
Por eso, para construir las mayorías políticas y sociales de las que hablábamos, es imprescindible, a la vez, fortalecer la unidad política y social del pueblo, cuidar y desarrollar cada una de las herramientas que la materializan.
A todo eso nos enfrentaremos, desde el gobierno nacional, a partir del 1 de marzo.
Para eso militamos, para eso luchamos, para eso construimos la victoria popular en octubre y en noviembre del año pasado.
Por eso, este 1 de Marzo es un día de festejo. Festejamos la recuperación de la democracia y la libertad. Y también festejamos un nuevo gobierno de izquierda, el cuarto en toda nuestra historia.
Este 1 de Marzo, al igual que hace 40 años, las banderas del Frente Amplio y de todo el movimiento popular estarán en las calles, festejando que la esperanza se convirtió una vez más, en fuerza unida y organizada del pueblo y, por eso, transformó la realidad.

Ilustración de Alfredo Cuesta.