Un nuevo 8 de Marzo mostró, en el mundo y en Uruguay, la decisión de luchar de millones de mujeres. Ese es el rasgo principal, lo que más debe ser destacado. La participación multitudinaria en las marchas y movilizaciones.
Eso siempre importa, pero en el escenario mundial donde las fuerzas conservadoras y reaccionarias, que van contra todos los derechos conquistados por los pueblos, pero hacen en las mujeres, sus reclamos y sus luchas, junto con los trabajadores y sus organizaciones, los principales centros de ataques y represión, tiene un valor adicional.
En nuestro país esa campaña de hostigamiento y ataque permanente, en medios, en redes, en discursos, tuvo un centro en el cuestionamiento a la consigna que las compañeras definieron para este año: “Frente al avance fascista, lucha feminista”.
Cada año, ante la movilización del 8M se reciclan los argumentos, pero los ataques son permanentes. No es novedad, así ha sido a lo largo de la historia. En este caso las críticas se concentraron en la caracterización de fascistas a quienes hacen punta en los ataques contra las luchas feministas y en la solidaridad expresada con las mujeres y el pueblo palestino y otros pueblos que luchan por su libertad en el mundo. En otras palabras, cuestionan al 8M por sus expresiones de solidaridad internacional.
Es una crítica absurda. El 8M nació y es un día internacional y de internacionalismo. Hicieron muy bien las compañeras en expresar su solidaridad con las mujeres y el pueblo palestino, con las saharauis y las kurdas. Y también hicieron muy bien en enfrentar, alzando la voz y los puños, al discurso y las prácticas, fascistas, sí claro, por el odio, por la violencia y por su contenido de clase, ya que tras la virulencia de los ataques al feminismo y a la lucha de los trabajadores, está la defensa del poder y de los poderosos, de la oligarquía que se enriquece obscenamente a costa de la pobreza y la miseria para miles de millones de seres humanos.
El 8M nació y es un día de lucha y de solidaridad. Surge como homenaje a la lucha de obreras estadounidenses que fueron a la huelga contra las condiciones infrahumanas de explotación a las que eran sometidas y fueron asesinadas por la patronal. Como homenaje a las mujeres, obreras ellas también, que se manifestaron en Rusia contra el Zar. Como homenaje a las mujeres que, enfrentando todos los prejuicios y persecuciones valientemente, reclamaron su derecho a votar.
El 8M nació y se desarrolló como un homenaje a la lucha y por lo tanto como expresión de solidaridad.
En nuestro país hubo marchas y movilizaciones en los 19 departamentos, en varios más de una. Participaron miles de mujeres. Hubo, otra vez, una masiva presencia juvenil.
En la proclama del PIT-CNT, leída en plazas, calles y esquinas de todo el país, se reivindica la solidaridad internacional. Se denuncian las injusticias que enfrentan las mujeres, la tragedia cotidiana de los femicidios y la violencia basada en género; la pobreza, que impacta más gravemente a las mujeres y las infancias; los salarios sumergidos, una parte muy importante de quienes ganan menos de 25 mil pesos son mujeres, muchas de ellas jefas de hogar; el reconocimiento y el pago al trabajo no remunerado; la falta de acceso a la salud, a la vivienda, a la educación. Se reclama por mayores espacios en política y en el propio movimiento sindical. Se enfatiza que son imprescindibles políticas públicas con perspectiva de género, no por capricho, no por moda, sino por esa realidad dura e incontrastable.
Y también se señala, con mucha fuerza, que el camino para defender lo conquistado y avanzar fue, es y será, el de la unidad y la lucha.
La lucha de las mujeres, en la pluralidad de las organizaciones que hoy nuclean a las distintas expresiones del feminismo y en las organizaciones sociales, populares y políticas, siempre ha sido difícil, dura, hoy también lo es.
En todo caso, cabe señalar, que el odio y la virulencia de los ataques que recibe es directamente proporcional a la potencialidad transformadora de la que es portadora. El poder la ataca así porque se siente cuestionado.
Lograr que haya expresiones unitarias de esta lucha es fundamental, para que avance la perspectiva democrática y la de la emancipación social. La lucha política y social se fortalece y amplifica al incorporar a los feminismos. Y los feminismos se fortalecen y avanzan, así ha sido a lo largo de la historia y sigue siéndolo hoy, cuando se solidarizan e incorporan las demandas populares.
El 8M volvió a ser un día de movilización de miles. Es una gran noticia, porque, sin mujeres, no hay pública felicidad.