Uruguay se reposiciona en el continente

La participación del presidente de la República, Yamandú Orsi, en la IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se desarrolló en Honduras, tiene especial relevancia, por varias razones.

Es el primer viaje oficial al exterior de Orsi como presidente y la primera participación del gobierno del Frente Amplio en un foro internacional. Se da en un contexto mundial marcado por el incremento de los conflictos, la violación del derecho internacional, la erosión del multilateralismo; la guerra entre Rusia y Ucrania, la agresión de Israel a Palestina, el rearme de Europa y de Japón, los bombardeos de EEUU en Yemen, la guerra comercial desatada por la catarata de aranceles y medidas unilaterales anunciadas por el gobierno de Donal Trump, son algunos ejemplos.

La primera definición importante transmitida por el gobierno del Frente Amplio y el presidente Orsi en la reunión de la CELAC es su convicción de que la situación mundial hace “absolutamente necesario” que nuestro continente actúe unido, con voz propia.

Uruguay vuelve a proponerse contribuir a la unidad latinoamericana, a la búsqueda de la cooperación y la integración política, productiva, comercial y cultural. El gobierno del Frente Amplio busca aportar al desarrollo, con democracia, libertad y justicia social de nuestros pueblos.

Orsi expresó en la cumbre de la CELAC el compromiso de contribuir a la lucha contra la pobreza y el hambre, en sintonía con uno de los impulsos fundacionales de ese foro y también con la iniciativa del presidente de Brasil, Lula Da Silva, en el G20 y de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en la propia reunión celebrada en Honduras.

El presidente ratificó, expresamente, el reclamo de Uruguay del fin del bloqueo a Cuba y la trascendencia de mantener a América Latina, uno de los pocos continentes donde no hay guerras en desarrollo, como zona de paz.

Orsi también hizo definiciones políticas importantes. “La democracia no es solo un acto eleccionario, sino un camino que se construye día a día y un proceso colectivo que se mide en su capacidad de garantizar mejores derechos, generar mayor igualdad y propiciar una mejor convivencia. La democracia adquiere sentido y perdura en el tiempo si es capaz de asegurar a su gente condiciones de trabajo, de alimentación, de salud, de seguridad, de recreación y de cultura. La construcción de mayores espacios de libertad es una condición de la democracia. La libertad individual se basa en la convivencia y la igualdad de oportunidades. La noción de libertad que defiende el Gobierno uruguayo va de la mano con un compromiso colectivo sobre la base de la equidad y la más amplia justicia social”, dijo.

La presencia de Orsi en la cumbre de la CELAC, y lo que allí dijo, implican un cambio importante con la política exterior del gobierno de la coalición de derecha y la proyección internacional del expresidente Luis Lacalle Pou.

Más allá del papelón de la renuncia del excanciller Francisco Bustillo por el escándalo de la entrega de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset facilitando su fuga, la política exterior del gobierno de derecha estuvo marcada por un fuerte signo ideológico. Antes de la pandemia el gobierno de la coalición de derecha se retiró de la UNASUR y reintegró a nuestro país al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), una rémora de la guerra fría y el panamericanismo. Junto con eso Lacalle Pou se caracterizó por cuestionar al MERCOSUR, a la propia CELAC y a la idea misma de la integración latinoamericana.

Es casi una obviedad decir que la concepción de democracia y libertad, el valor de la igualdad y la justicia social, implican una diferencia muy grande con el concepto de “libertad responsable” con el que se embanderó Lacalle Pou.

También es importante destacar que tanto en el discurso de Orsi como en los objetivos que se planteó la CELAC estuvieron presentes los temas del desarrollo económico, del comercio, de la energía, de la innovación tecnológica, de la educación e incluso los de la violencia, la seguridad ciudadana y el impacto del crimen organizado y el narcotráfico. Lo diferente es que se planteó con mucha fuerza que para responder a todos esos desafíos es necesario abordarlos desde una perspectiva de unidad latinoamericana y de integración regional.

La importancia de la CELAC

Para poder dimensionar en su justo término la cumbre que acaba de finalizar y la participación del presidente Orsi en ella es necesario ubicar a la CELAC en una perspectiva histórica.

La CELAC, que fue promovida en el 2010 y tuvo su primera cumbre en el 2011, implica la concreción, por primera vez en la historia, de un foro del que participan todos los países de América Latina y el Caribe, sin la presencia de EEUU, Canadá y Europa.

Es la primera vez, en más de 200 años de existencia de los estados latinoamericanos, en que se logra concretar un foro político propio, rompiendo con el panamericanismo y la dependencia de EEUU, pero también de los foros promovidos desde Europa, como las Cumbres Iberoamericanas, por ejemplo.
La CELAC es la continuidad, con mayor amplitud y permanencia, de iniciativas como el Grupo de Río, creado en 1986, donde países de América Latina generaban espacios políticos propios. Del Grupo de Río participaban Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, muchos de ellos con sus democracias recién recuperadas.

En 2010 se realiza una cumbre en México y se acuerda generar un mecanismo más amplio y permanente, donde se expresará todo el continente. En 2011 nace la CELAC con la participación de 33 países. Es, hasta hoy, el foro más amplio y representativo de América Latina y el Caribe.

La CELAC es reconocida y actúa como interlocutor del continente por la Unión Europea; China, país con el que ha construido un Foro específico y ya tiene varias cumbres de cancilleres, intercambios regulares de partidos políticos, académicos, ciencia y tecnología; la Federación de Rusia, la República de Corea, el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, Turquía y Japón. A eso hay que agregar los contactos políticos con varios países de África.

De un foro de esa importancia estamos hablando. Tanto el canciller Mario Lubetkin, como el propio Yamandú Orsi en su discurso de asunción del 1 de marzo, destacaron la importancia de la CELAC y la relevancia que le darían a la participación de Uruguay en ella. Lo están cumpliendo.

En la reunión de Honduras participaron 12 presidentes o primeros ministros, entre ellos Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil; Claudia Sheinbaum de México; Gustavo Petro de Colombia; Luis Arce, de Bolivia; Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Bernardo Arévalo, de Guatemala; Leslie Voltaire, de Haití y Xiomara Castro, de Honduras.

Orsi, antes de la cumbre, realizó una visita oficial a Panamá y luego mantuvo varias entrevistas bilaterales, entre ellas, con la presidenta de Honduras, Xiomara Castro; la presidenta de México, Claudia Sheinbaum y el presidente de Colombia, Gustavo Petro.

Entre las resoluciones de la cumbre destaca que Uruguay presidirá la CELAC en 2026.

No es menor que nuestro país haya conseguido ese reconocimiento y vaya a tener esa responsabilidad. Más aún cuando en este 2025 se cumplen 15 años de la concreción de la primera experiencia de unidad latinoamericana y caribeña, que eso y no otra cosa es la CELAC, a lo que hay que agregar que se cumplen 20 años de la histórica Cumbre de las Américas de Mar del Plata en la que los pueblos y gobiernos del continente le dijeron que no a la iniciativa de sometimiento y dominación continental promovida por EEUU, el ALCA.

Uruguay se reposiciona en el continente y al hacerlo también se proyecta distinto hacia el mundo.
La construcción de la unidad de pueblos y gobiernos es una condición para el desarrollo soberano de nuestro continente y también para avanzar hacia la segunda y definitiva independencia.

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