El SUNCA conquistó el segundo convenio colectivo de la 10° Ronda de Consejos de Salarios, la más grande del actual período de gobierno, en la que negociarán su salario y sus condiciones de trabajo, más de un millón de trabajadoras y trabajadores.
El logro obtenido por el SUNCA debe valorarse en esa dimensión, la de la dialéctica general de la lucha de clases en Uruguay, la de la disputa de la hegemonía entre el bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios y el bloque, también histórico, también político y social, de las clases dominantes y los sectores del poder. Es de esa importancia y tiene ese impacto.
Esto es así porque el bloque de poder, fortalecido por la obtención del gobierno por la coalición de partidos de derecha que lo representan y lo integran, ha impulsado la restauración conservadora en Uruguay, parte de la cual es el ajuste que multiplica la desigualdad, que tiene muchas dimensiones, pero una central: beneficiar al capital y, para ello, buscan erosionar al movimiento sindical, hacer retroceder las conquistas alcanzadas y disminuir, todo lo posible, el peso y la gravitación de las y los trabajadores en la sociedad.
Para eso la modificación de la Ley de Negociación Colectiva, que instaló el disparate de pretender eliminar la ultraactividad, es decir, que todas las conquistas, cualquiera sea su naturaleza, caigan cuando cae el Convenio Colectivo que las estableció, haciendo comenzar de cero cada negociación. La idea de las patronales, y del gobierno de derecha que expresa sus intereses, es que cuanta menos negociación colectiva mejor y que todo quede librado al sacrosanto mercado, es decir al poder sin cortapisas del capital.
Pues bien, el SUNCA acaba de lograr un Convenio Colectivo que tiene un componente salarial, claro, y muy importante, porque establece que habrá crecimiento salarial para las y los trabajadores de la construcción, pero que incorpora además un conjunto de beneficios y de medidas de amplio alcance social que reivindican, en los hechos, la profundidad democrática de la negociación colectiva. Esto es una victoria para el movimiento sindical y una derrota para las patronales más reaccionarias y el gobierno de derecha.
Además, el Convenio Colectivo del SUNCA establece la vigencia de todas las conquistas anteriores, justo lo que quería dejar sin efecto la ley aprobada por la derecha en el Parlamento haciendo el mandado a lo más atrasado del empresariado. Adicionalmente, el Convenio del SUNCA establece que las y los trabajadores de Peajes y Extractivas seguirán en este grupo de Consejo de Salarios, dando por tierra con el intento de las patronales de pasarlas a otro grupo, como parte de su estrategia de fragmentación y atomización de los sindicatos.
El Convenio Colectivo logrado por el SUNCA implica una victoria en la lucha por enfrentar un aspecto central del ajuste neoliberal de las clases dominantes y su gobierno de derecha: la caída del salario como variante de ajuste.
Por supuesto que cada sindicato tendrá su pelea en su grupo de Consejo de Salarios y que esta conquista del SUNCA no resuelve todos los desafíos planteados, pero es una primera victoria y una referencia, para el resto.
Después de ubicar este primer aspecto del análisis, que consideramos relevante ya que muchas veces se toma la lucha popular fragmentariamente, como si se tratara de episodios inconexos, disociados de una perspectiva general; es necesario analizar el Convenio en sí y como se llegó a él.
El Convenio, según informó la dirección del SUNCA a la gigantesca asamblea, tiene cinco grandes bloques. El primero, es la creación de un quinto Fondo Social, con aportes de patrones y obreros, para atender los temas de salud mental y adicciones, de las y los trabajadores y de sus familias. El segundo, el de los beneficios, amplía algunos ya existentes y crea nuevos, como la ampliación de las horas de lluvia, de la bonificación por trabajo en altura, la habilitación de días para que las y los trabajadores vayan a hacerse exámenes médicos sin perder presentismo, entre otros; pero hay uno que es una reivindicación muy sentida y peleada, la democratización del acceso al trabajo, el Convenio establece que en la totalidad de las obras, públicas y privadas, un porcentaje de los ingresos de trabajadores será por sorteo, esto limitará la discrecionalidad absoluta de las patronales, que, sobre todo en el interior del país condenaban a la desocupación a las y los militantes sindicales y aplicaban otras muchas formas de discriminación, es un avance en la disputa por democratizar la organización del trabajo. El tercero, el de la Seguridad e Higiene Laboral, un aspecto de atención histórica del SUNCA, aumenta la cantidad de horas para las recorridas por los centros de trabajo de los delegados de seguridad laboral y también las horas de formación de estos delegados, lo que, como la experiencia demuestra, redundará en menos siniestralidad laboral, menos muertes y más defensa de la vida. El cuarto, es en torno a la Seguridad Social, el Convenio retoma el funcionamiento de una Comisión, prevista en la histórica Ley de Unificación de Aportes, para elaborar una propuesta en torno al cómputo especial jubilatorio para las y los obreros de la construcción. El quinto, es el referido a los temas salariales, como ya dijimos, se establece que habrá crecimiento salarial durante los 36 meses de vigencia del Convenio y se agregan otros componentes económicos, como el aumento de los tickets de alimentación.
Y todo eso no es fruto de la genialidad de ningún dirigente o grupo de dirigentes ni de ninguna dádiva de nadie, es el resultado de la organización, la movilización de decenas de miles, de una perspectiva estratégica, de una táctica justa y de una negociación seria, que también es parte de la lucha.
Fueron más de 100 días de lucha, que, además, tienen raíces históricas y acumulación previa. El SUNCA tiene una acumulación histórica innegable, pero también el gran mérito de conseguir que se exprese con fuerza en el presente. Antes de la lucha por el Consejo de Salarios, y como parte de la preparación de esta, hubo elecciones con decenas de miles de votos, hubo un Congreso, con más de 1.500 delegados y delegadas donde se aprobaron las grandes líneas programáticas. Luego hubo un trabajo permanente de organización, miles de asambleas de obra, plenarios de delegados, solidaridad desplegada con el resto de las luchas del movimiento sindical y, también, con todo nuestro pueblo, organizando y apoyando las ollas populares y con la labor de las Brigadas Agustín Pedroza.
No se puede olvidar todo ese acumulado para valorar como se obtuvo esa conquista. En estos 100 días de pelea para este Consejo de Salarios hubo hechos relevantes, como la primera asamblea general en el Velódromo, el 11 de mayo, aniversario del SUNCA; o la gigantesca movilización hacia el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y las cámaras empresariales de la construcción. En el medio hubo movilizaciones cada día, en cada rincón del país.
Y ese proceso finalizó con la enorme asamblea de este jueves, de la que participaron más de 30 mil obreras y obreros, que desbordaron la Plaza 1° de Mayo, la avenida General Flores y las calles de alrededor. Fue una asamblea que mostró la identificación profunda de las y los obreros con su sindicato, que no es otra cosa que la confianza, construida con la experiencia práctica, en sí mismos, pero siendo parte de un colectivo organizado. La asamblea general fue una nueva demostración de la democracia del movimiento sindical, que no precisa que ninguna patronal la supervise ni que el Estado se meta, es así, auténtica, profunda. Muchas y muchos obreros vinieron con sus familias a la asamblea. Fue removedor ver a obreros y obreras explicarles a sus hijos e hijas como se votaba, que cosa estaban diciendo quienes informaban. Y también lo fue ver a miles levantar las dos manos, porque una no alcanzaba, y a niñas y niños levantar las suyas, para aprobar el Convenio.
Los desafíos planteados son enormes, arrancar conquistas no fue, no es y no será sencillo. Hay que rodear la lucha de las y los obreros metalúrgicos, de la industria, del comercio, de los servicios, de la carne, de la salud, de los rurales, de las domésticas, en los Consejos de Salarios. La pelea de las y los trabajadores y estudiantes en defensa de la Educación Pública, la de los gremios que defienden las empresas públicas. Pero lo haremos sabiendo que todas y todos hemos obtenido una victoria. Una victoria obrera.