Cuando esta edición de EL POPULAR llegue a sus lectoras y lectores faltarán cuatro días para la votación del 24 de noviembre. Puede parecer poco, no lo es. El escenario electoral, según todos los sondeos y lo que se recoge en el diálogo con nuestro pueblo es parejo, con ventaja para Yamandú Orsi y Carolina Cosse, pero se termina de definir en estos días que faltan. Es decisivo el esfuerzo final. Dentro de ese esfuerzo final es determinante el diálogo mano a mano con nuestro pueblo. Y para eso lo central, lo que define, es incrementar el despliegue militante en cada rincón del país.
¿Qué ocurrió en esta semana? Muchas cosas, pero las centrales se pueden resumir en cuatro puntos: el debate presidencial, algunas encuestas nuevas, nuevos pronunciamientos de dirigentes y referentes blancos, colorados y de Cabildo Abierto en apoyo a la candidatura de Orsi y rechazo a la de Álvaro Delgado y, sobre todo, el incremento de las barriadas y la presencia de la militancia frenteamplista en todo el país.
El debate y las encuestas
Hay muchas maneras de analizar el debate. Hemos tenido todo tipo de interpretaciones. Desde las encuestas en redes sobre quién ganó, pasando por elucubraciones que tienen como centro el color de la corbata que cada uno usó, quién leyó más o menos e incluso interpretaciones sobre el lenguaje no corporal de los candidatos. Todas las perspectivas son respetables. El debate presidencial, como todo en esta sociedad de hoy, tiene parte de espectáculo y si uno se queda en esa dimensión, en general, tiende a hiper analizar las formas, pero también tiene una parte de sustancia, de expresión, mejor o peor lograda, de las propuestas políticas.
En esta segunda dimensión fue muy claro que Orsi no entró en el juego de las provocaciones y las chicanas, que fueron centrales en la estrategia de Delgado y planteó un conjunto de propuestas para atender los problemas de la sociedad y de nuestra gente.
Delgado, decidió, como lo han hecho en estos cinco años de gobierno de derecha y durante toda la campaña electoral, centrase en atacar al Frente Amplio. De hecho, de lo que más habló fue del Frente Amplio. Delgado, el candidato de la derecha, el que se presenta a sí mismo y a su lista como “el corazón del gobierno”, dijo 31 veces Frente Amplio. Parece hasta un chiste. No lo es. Lo hizo a riesgo de mostrar una contradicción flagrante e irresoluble: por un lado, culpar al Frente Amplio de todos los males pasados y de todos los hipotéticos que podrían venir y al mismo tiempo decir que es dialogante, que está dispuesto a llegar a acuerdos. Una cosa no va con la otra.
Esa necesidad de nombrar obsesivamente al Frente Amplio no refleja otra cosa que un reconocimiento obligado a la centralidad y el peso que la izquierda tiene en nuestro país y, a la vez, una aceptación tácita de la debilidad del balance del gobierno, de las propuestas y de la capacidad real para gobernar que la derecha tiene. Delgado, además de mentir en casi todos los bloques, no asumió ninguna responsabilidad por nada y se limitó a prometer soluciones mágicas, para las cuales ni siquiera tiene votos en el Parlamento.
Orsi, por su parte, se refirió centralmente al país, a sus problemas. Orsi presentó durante el debate 25 propuestas concretas, referidas a cada uno de los temas que estuvieron en discusión, mientras Delgado, solo hizo entre 10 y 15, según el medio que se consulte para la medición de la cantidad.
Orsi expresó con claridad que el Frente Amplio propone lograr un crecimiento económico sin dejar a nadie atrás, comprometió el aumento de las jubilaciones mínimas, recuperando la política del Frente Amplio que el gobierno de derecha cortó y también el derecho a jubilarse a los 60 años; el aumento de los salarios, en particular lo más sumergidos; comprometió el incremento de las becas estudiantiles e incorporar a las y los docentes a los cambios en la educación; la atención a la pobreza, a la pobreza infantil en particular, como una emergencia; el compromiso con una política de salud y de vivienda que responda a las urgencias. En seguridad ocurrió algo parecido, Delgado, negando la realidad, insistió con el latiguillo interminable de culpar al FA y a Bonomi y reivindicó solamente la represión, mientras Orsi planteaba soluciones concretas e inmediatas, como incorporar 2.000 policías más, retomar el despliegue del PADO, pero también combatir el lavado de activos para enfrentar el creciente peso del narcotráfico y atacar las causas de la violencia.
Orsi remató el debate con mucha convicción y claridad, con un mensaje dirigido a la gente y no a la disputa política menor. Convocó a “llevar la esperanza a las urnas”.
En definitiva, el debate fue un momento de la campaña electoral, de impacto importante, en el que se reafirmaron los proyectos de país en disputa y la capacidad de los candidatos de fundamentarlos ante la sociedad.
En cuanto a las encuestas, las que ya habíamos reseñado y las nuevas siguen mostrando el mismo escenario: en todas Orsi y Cosse superan en intención de voto a Delgado y Ripoll, la definición aparece como muy cerrada y se plantea que nada está definido.
Los apoyos a Orsi, el pronunciamiento de Ache
Continuaron las expresiones públicas de dirigentes, agrupaciones y referentes, sobre todo blancos y colorados, aunque también de Cabildo Abierto, en rechazo a la candidatura de Delgado y en respaldo a la de Orsi. No se ha conocido ningún caso en sentido contrario.
La definición que más impacto tuvo fue la de la ex subsecretaria de Relaciones Exteriores y precandidata del Partido Colorado, Carolina Ache, que, entrevistada por Búsqueda dijo: “Voté a mi partido en primera vuelta. Soy colorada y batllista. Nadie me va a correr por ese lado. Justamente como colorada también soy republicana y creo en el Estado de derecho. Los hechos que denuncié son de público conocimiento y no hay dos versiones como han pretendido instaurar, entre otros el candidato blanco, la verdad es una sola. Por esas razones no voy a votar a Álvaro Delgado”.
Ache se refiere al escándalo del otorgamiento del pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset y al papel que jugaron en una operación para mentirle al Parlamento, incluso destruyendo documentos públicos, varios integrantes del gobierno. En particular a una reunión en la Torre Ejecutiva, convocada por el presidente Luis Lacalle Pou y Roberto Lafluff, asesor en estrategia del presidente y ahora figura central en la campaña de Delgado, en la que ella denunció que le pidieron que destruyera los chats que había intercambiado con el entonces subsecretario del Ministerio de Interior, Guillermo Maciel y con el entonces canciller, Guillermo Bustillos. No es un pronunciamiento menor.
En contrapartida Delgado solo ha intentado reforzar su apoyo o retener votantes con videos en redes, en los que aparece junto al devaluado Andrés Ojeda, Pedro Bordaberry y Guido Manini Ríos han preferido hacer videos solos, de Pablo Mieres ni noticias.
Lo central
Todo lo anterior es relevante, sin dudas, como lo es la debilidad política de la fórmula de la derecha, a pesar de la gran operación mediática y de redes por ocultarla. Delgado no ganó en octubre, perdió por 17 puntos, más de 400 mil votos de diferencia. No tiene mayoría en ninguna Cámara del Parlamento y si logra ganar no tendrá otra opción que negociar con el Frente Amplio, aunque no lo diga. Delgado fue derrotado en la interna del Partido Nacional, su lista, la 404, la más oficialista de todas, perdió con la Lista 40. Su compañera de fórmula, Ripoll, votó desastrosamente mal y no logró ser electa diputada. Su socio principal, Ojeda, que reclamaba cogobierno, fue vapuleado en la interna del Partido Colorado, solo sacó 2 diputados de 17, los más caros de la historia. Manini Ríos perdió el 80% de los votos, quedó afuera del Senado y solo retuvo 3 diputados. Mieres siguió en una posición casi marginal, no entró al Senado y tiene un solo diputado. En rigor, el único respaldo fuerte que tiene Delgado es Bordaberry.
El FA, por el contrario, es la primera fuerza política del país por sexta elección consecutiva, tiene mayoría en el Senado y tuvo una votación muy superior a la obtenida hace cinco años, es el partido que más creció.
Lo central es lograr colocar en la cabeza y el corazón de nuestro pueblo que este domingo se vota entre dos proyectos de país. Como señalara muy bien el senador Oscar Andrade en M24: “Lo central, al fin del día, es si aportaste a la pública felicidad, si lograste dignidad humana. Lo central son las causas. Y en eso es que nos vamos a medir. Si el Frente conquista el gobierno al fin del período de gobierno te vas a medir porque hayas enfrentado de manera contundente la pobreza infantil, porque hayas enfrentado de manera contundente los problemas de vivienda, porque hayas enfrentado de manera contundente los salarios y jubilaciones bajas, porque para eso queremos ganar el gobierno. Tenemos que tener la capacidad de poner en el centro las desigualdades”.
Lo central, lo decisivo, es militar cada minuto de estos 4 días que faltan. Como bien dice la convocatoria del Frente Amplio: Todas y todos a las calles. En cada rincón del país.
A dialogar, a convencer, a convocar a cada hombre y mujer, muchacha y muchacho, a votar contra las desigualdades.
A votar bien. A votar con el pueblo.