Rolando Arbesún
Las informaciones que van apareciendo respecto a lo que se denomina “el caso Astesiano” revelan algo más que el accionar de “un chanta”.
Dicho calificativo, empleado por un senador del oficialismo durante la sesión de la Comisión de Seguridad y Convivencia en la que fuera recibido el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, sigue la línea que adoptó el gobierno respecto a la posición de Astesiano, luego del “derrape verbal” del presidente Lacalle Pou.
En poco más de 72 horas, Astesiano pasó de ser “un verdadero y eficiente profesional” que gozaba de la máxima confianza del mandatario, que según sus propias palabras “confiaba” la seguridad de lo más querido, es decir de su familia, a un “simple custodio”.
En aquel momento inicial, el mandatario uruguayo no solo defendió la “profesionalidad” del hoy encausado, sino que, remarcó “su desconocimiento” de los antecedentes y trayectoria del entonces Jefe del Servicio de Seguridad Presidencial.
Rápidamente, también, todo el país asistía estupefacto a la evidencia que como torrentes surgía, acerca del conocimiento “vox populi” que se tenía sobre el “eficiente profesional”.
Indagaciones por diversos ilícitos, averiguaciones varias y testimonios de miembros del propio Partido Nacional mostraban que la eficiencia del personaje radica en su persistente accionar ilegal, un accionar que en el último tiempo se cobijaba en las prerrogativas que le daba el cargo que ocupaba en Presidencia.
En esas poco más de 72 horas, Astesiano fue rápidamente “degradado” y pasó de jefe de la custodia a “simple custodio”.
Esta línea argumental, desarrollada por el círculo más cercano al presidente se instaló con fuerza en algunos medios de prensa quienes se encargaron así de minimizar y “reducir los daños” de la debacle política que significaba el accionar delictivo de quien era, reiteramos, el jefe del Servicio de Seguridad Presidencial.
Del asombro inicial que produjo en la ciudadanía la cuestión de los pasaportes rusos se pasó al conocimiento “progresivo” de otras acciones desarrolladas por Astesiano desde la propia Torre Ejecutiva.
Pedidos especiales a jerarcas policiales, accesos a datos e informaciones sensibles del ministerio del Interior, así como ingreso a los datos que se recopilan por los sistemas de videovigilancia, fueron algunas de las nuevas “novedades” del caso.
Las publicaciones de los archivos contenidos en el teléfono celular del exjefe de la custodia presidencial, vienen revelando un accionar y un alcance de dichas acciones inesperado.
Habrá que realizar una cronología de lo que “aparece” para entonces trazar una cartografía que muestre las ramificaciones de una asociación para delinquir alojada en el corazón mismo del Poder Ejecutivo, sólo así sabremos con un poco más de certezas el alcance y las ramificaciones de los diferentes ilícitos.
Esta cronología es la que viene indagando y produciendo la Fiscalía en su investigación, una investigación para la cual, según la propia fiscal Gabriela Fosatti, no ha recibido todo el apoyo y los recursos necesarios.
Estamos lejos de conocer todo lo que hoy viene siendo rápidamente descalificado por diferentes actores políticos del oficialismo.
Astesiano dejó de ser el jefe de la custodia presidencial y “excelente profesional”, para ser convertido en un “chanta”, un “mentiroso”, un simple “custodio”.
Uno no puede menos que estremecerse de solo pensar que si todo esto lo propició un sujeto sin prerrogativas, a qué nos tendríamos que atener si fuera alguien que contara con otro régimen de complicidades.
Mientras el país espera ansioso el debut de la celeste, el asunto Astesiano nos recuerda el peligro que representa la discrecionalidad de los nombramientos y lo negativo que resulta el no reconocimiento íntegro de las responsabilidades políticas implicadas en ello.
Hay que ir hasta el hueso de la investigación, declaró recientemente el presidente Lacalle Pou, sí, no nos asombremos, lo dice el mismo que antes inauguró la línea argumental defensiva del desconocimiento por un lado y del ensalzamiento de Astesiano por el otro.
Mientras el proceso de investigación penal se desarrolla, en los ministerios implicados en el entramado delictivo las “investigaciones” no han producido resultados que identifiquen un incorrecto accionar de los posibles cómplices y/o «ingenuos colaboradores».
Ello representa, la continuidad de la línea de la “negación” instaurada por Lacalle Pou cuando negó conocer todo lo que se sabía por todos acerca de Astesiano.
¿Interesa realmente ir hasta el hueso?
Dice un dicho popular que en la vida no alcanza con parecer que hay interés en algo, sino que también hay que mostrarlo y ello no se muestra con acciones discursivas, sino con hechos concretos.
En ese sentido el “ir hasta el hueso” del presidente es limitado, se trata simplemente de una discursividad llena de retórica, algo así como si al morder para llegar al “hueso”, lo hiciera con cuidado para no romperse los dientes.
Foto de portada:
Luis Lacalle Pou en conferencia de prensa. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.