Carlos Benavídes. Foto: Javier Calvelo/ adhocFotos

Carlos Benavídes: Ciudadano Ilustre de Tacuarembó

Carlos Benavídes, guitarrista exquisito, poeta y cantor popular, es también un hombre comprometido con las causas del pueblo. Integró lo que se conoció como «Grupo de Tacuarembó», el cual nucleó a una generación de artistas de distintos géneros, como músicos, poetas, fotógrafos, artistas y escritores.

Junto a su tío Washington Benavídes es el coautor de muchas canciones, entre las que se cuentan “Como un jazmín del país” y “Guitarrero viejo». 

Esta larga trayectoria fue reconocida por la Junta Departamental de Tacuarembó que lo nombró, por unanimidad, como Ciudadano Ilustre de ese departamento. Sobre este reconocimiento, su sentir y reflexión sobre su propia historia artística conversó, en una entrevista realizada por El Popular en Radio (*). 

Personal y colectivo

“Hay algo fundamental de todo esto, desde siempre, que es el cariño, el aliento de la gente de Tacuarembó, de mis amigos, de aquel desconocido que te conoce. Como siempre digo, cada vez que voy a Tacuarembó, en un día saludo lo que en un año saludo en Montevideo”, dijo Benavídes al ser consultado sobre cómo recibe este reconocimiento. 

Y agregó: “me halaga por supuesto y sobre todo creo que va más allá de lo individual porque está también ahí presente Washington Benavídes, el «Bocha», con quien hemos compuesto una cantidad de canciones y está presente siempre en tantos músicos y cantores. Y en una generación que creció al amparo de las voces fundamentales de nuestro canto popular como la de Alfredo Zitarrosa, los Olimareños, Viglietti, Tabaré Etcheverry, Yamandú Palacios, Manuel Capela y tantos otros que fueron, lo que yo llamo, sembradores fundamentales del canto popular uruguayo y en una época difícil, allá por la mitad del 60´ en adelante, que todo se oscurecía y ahí arrancamos, entramos en los 70´ a fuego, puro fuego y violencia y cuando yo grabé mi primer disco en el 74´ ya estábamos en dictadura”.

“Gracias a Alfredo (Zitarrosa) a fines del 73, que fue a Tacuarembó y escuchó nuestras canciones y después grabó dos discos para nosotros excepcionales, al lado de los otros de él, sobre todo porque nos mostró que lo que nosotros estábamos componiendo podía ser un buen trabajo. Grabó el disco “Zitarrosa 74″ y otro que se llamó «Desde Tacuarembó». En el primer disco que dije grabó la” Chamarrita de la bailanta” y “Guitarrero Viejo», canciones que, tanto en Argentina como en tantos lados, son clásicos de su repertorio. Esas canciones las compusimos allá en Tacuarembó y Alfredo fue fundamental en todo lo que estoy diciendo. Tanto es así que en mi primer disco el que escribió la contratapa del disco presentándome fue él, fue Alfredo”, dijo, reconociendo el impulso de este otro enorme de nuestra música popular. 

Pero también destacó a los músicos populares de su pueblo. “Admiro mucho a los cantores y músicos populares en mi pueblo que fueron los que me enseñaron muchas cosas, aparte del Conservatorio Municipal, y aprendí con ellos tanta enseñanza, sobre todo para después dirigirme cuando andaba cantando por otros lados. Así que, en conclusión, si bien esto de Ciudadano Ilustre, como dijo un amigo, no sos un ciudadano ilustre, sos un “ciudadano sin lustre”, mis amigos de allá que me “cachan” y como a mí me dicen “el Sapo”, me dicen «mirá el Sapo sin lustre», entonces, como fue por unanimidad de todos los ediles de la Junta, eso adquiere, tal vez, una gran importancia”.

Anécdotas de lucha con guitarra

Con su humor del interior, los dichos de Tacuarembó que siguen presentes en su decir y la memoria impecable, Benavídes compartió varios momentos que pintan el momento histórico en la que el arte y la cultura popular navegaba peligrosa pero convencida. 

“Hay una anécdota increíble que es la del 1 de mayo del 73, ya la dictadura armada y dieron permiso para que se hiciera el acto y como llovía se hizo adentro del Paraninfo de la Intendencia y los que íbamos a cantar éramos Eduardo Darnauchans, Eduardo Larbanois, Eduardo Lagos, yo, “el Bocha” diciendo un poema, Pablito mi primo, hijo del Bocha, con unas maracas y Larbanois, tío de Eduardo, que tocaba las tumbadoras”, relató. 

“Y ahí era increíble aquello porque estaban todos los representantes dirigentes obreros, pero creo que había más policía que público en general, le hicimos un recital un poco más pa´ la Jefatura. Aquello fue histórico. Ese era el ambiente en que nos movíamos todos”, señaló.

“Pero fue una época durísima – continuó – recuerdo un espectáculo que se hizo en el Estadio Centenario en solidaridad con Chile y Vietnam, fue la primera vez que cantamos en vivo, tengo la foto que sacó “El Popular” que está el Bocha, todas esas relaciones fueron fundamentales”, aseguró. 

También contó cuando salían de pegatina en aquellos tiempos del 1969, 1970 y él salía con su guitarra y se sentaba en la vereda de enfrente y alentaba cantando “mientras ellos mandaban brocha» y agregó risueño “ahora salen con el celular y ponen música funcional, en aquellos tiempos era música a tracción sangre”. 

Y otra más en la que Zitarrosa es parte: “En ese disco que grabó Alfredo, grabó una canción que se llama «Defensa del cantor» que era una canción que nosotros compusimos porque había llegado una noticia de Chile, en el 73´, que a Numa (Moraes) lo habían matado en Santiago de Chile y compusimos esa canción y Alfredo la grabó. Salió en Argentina, pero también a Uruguay y llegó a los oídos de las radios de Tacuarembó, la pasaron, ya estábamos en dictadura y no falta nunca un «real pa´ yerba» que le dijo al Jefe de Policía que era una canción que habían hecho para un requerido. La conclusión, para hacerla corta, al Bocha y a mi tío, que se llama Carlos Benavidez, que no tenía nada que ver, se lo trajeron de Tacuarembó preso pa´ Montevideo y yo estaba acá. De la ida a ese lugar tenebroso que era Maldonado y Paraguay en Inteligencia y Enlace, recuerdo que fui preguntando que habían ido a buscarme y me dicen que no, que ya se habían traído un Carlos Benavídes de Tacuarembó y apareció otro. Uno se sonríe, pero había que estar en esos tiempos”, reconoció. 

La vida, su compañera y el compromiso

Benavídes contó que en el 74´se vinieron con su compañera desde Tacuarembó a Montevideo, “nos casamos en el 76´, el 26 de marzo, el (día del) cumpleaños del Frente (Amplio) y además mi padre andaba exiliado en Argentina porque era el nuevo empuje de la represión contra el Partido. Fue en ese ambiente que compusimos una familia, que trabajamos con prohibiciones, como todos, porque hay algo que quiero aclarar, todo lo que uno pasó, la libertad vigilada, la cárcel, es una mínima parte al lado de lo que pasaron otros camaradas y compañeros que todavía reclamamos sus nombres y que es necesario nombrarlos. Las heridas de uno son las heridas de todo un pueblo que en ese momento el país era una cárcel, simplemente pasamos la que pasamos y en este momento, cada regalo, mimo que te hacen, vale la pena, porque mi viejo siempre decía, que trabajó en “Justicia” y después se fue para Tacuarembó y en su trabajo siempre lo andaban persiguiendo y él me decía: “Carlos cuando estés de estudiante no hagas dos, hacé tres por las dudas, porque una te la van a sacar», sobre todo por el apellido y por ese matiz rojillo de los Benavídes”, y otra vez apareció la risa pícara. 

El 24 de agosto, en el Teatro Escayola de su pago Tacuarembó, será la ceremonia en que se le hará entrega, públicamente del reconocimiento, al respecto dijo: “para mi es una gran emoción porque justamente en ese Teatro, en sus inicios, mi abuelo, que fue un gran guitarrista y su hermano Bernardo, tocaban a menudo. Para mi entrar a ese recinto donde sé que sonó la guitarra de mi abuelo es emotivo. Pero más allá de todo, lo fundamental de estos acontecimientos así, personales, es la responsabilidad de seguir adelante, seguir trabajando. No es que uno se sienta mirar un diploma, una plaqueta, sino que eso es el testimonio de que hay que seguir superándose”, aseguró.

Más allá de la historia, de aquellas épocas que relata un poco con nostalgia, otro poco con simpatía, pero también con tristeza por lo que significó la dictadura cívico militar para el pueblo, Benavídes sigue vigente y presente, comprometido con las luchas actuales, siempre dispuesto a llevar su arte a dónde ese pueblo organizado lo convoque. 

“Es una manera de que cada uno asuma lo que puede hacer. Uno tiene que estar siempre con el oído atento y sensible al afuera de la ventana, no mirar el invierno pasar, sino que también atreverse a ese frío que, después de todo, es el más hermoso de la lucha conjunta”, concluyó. 

(*) Programa emitido los lunes, miércoles y viernes de 10.00 a 11.00 horas por Radio Fénix.

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