Este 5 de junio nos encuentra en un contexto donde la humanidad enfrenta una crisis ambiental que continúa agudizándose, particularmente en relación al clima y a cambios masivos en usos y coberturas del suelo a escala planetaria -con consecuencias directas en los ecosistemas, diversidad biológica y salud humana-. Esta crisis ambiental, además, no recae en todos y todas por igual, sino que son las regiones, los países y las personas en situaciones de mayor vulnerabilidad quienes están sufriendo sus peores consecuencias, obstaculizando aún más el ejercicio del derecho a condiciones de vida dignas.
La presión cada vez mayor sobre los ambientes y recursos naturales, ocurre además al servicio de economías orientadas a la acumulación y la desposesión, no al bienestar humano. Configura una dimensión más en la que el capitalismo no logra dar respuesta a las necesidades de las amplias mayorías de la humanidad y representa una amenaza para la vida humana y para otras formas de vida en el planeta.
En Uruguay, tenemos el desafío de repensar y construir alternativas a nuestra matriz agroexportadora, con todas las complejidades que ello encierra. Esta orientación implica dependencia económica, sujeta a dinámicas e intereses externos, y a la vez se relaciona directamente con formas de producir cada vez más intensivas que ya muestran efectos problemáticos en la calidad del agua, de los suelos y de los ecosistemas nativos en nuestro territorio. Es preciso ordenar, regular y controlar la territorialización del agronegocio exportador, y simultáneamente, mejorar el monitoreo y respuesta de los impactos ambientales que generan los sistemas productivos.
La creación del Ministerio de Ambiente implicó un cambio institucional relevante, pero que requiere de una perspectiva transformadora, recursos y voluntad política para incidir en el rumbo del Uruguay en materia ambiental. Debemos buscar caminos para que el Estado uruguayo se haga responsable de incorporar la perspectiva ambiental de manera transversal: en política económica, de vivienda, de industria, de turismo y de desarrollo social. Asimismo, debemos proyectar un Ministerio, que, desde su tarea y responsabilidad, sea promotor de un cambio cultural, en el cual el ambiente no solo sea un día, sino que sea práctica cotidiana de trasformación social.
Desde nuestra perspectiva, reflexionar, problematizar y proponer sobre el medio ambiente, representa un horizonte esencial para defender la calidad de vida de todo nuestro pueblo, no solo por las necesidades del hoy, sino también hacia las generaciones futuras.
Montevideo, 5 de junio de 2022
Comité Central
Partido Comunista de Uruguay