El pasado 4 de julio y según se informó en la prensa nacional, la Armada uruguaya tras una persecución detuvo al buque potero chino Lu Rong Yuan Yu 606.
La noticia señalaba, según el diario El Observador, que la detención se produjo en el “marco de un operativo de control de aguas jurisdiccionales” y en ella participaron el ROU 23 Maldonado y una aeronave de la aviación naval.
Como consecuencia de ello, se encontraron 11 toneladas de pescado, luego de la inspección realizada, derivándose así la conducción del buque y la detención de su tripulación.
A pesar de las rápidas y “elocuentes” expresiones del ministro de Defensa que vinculó el accionar con la defensa de la soberanía nacional, en los días sucesivos quedó claro que dicha carga había sido procesada previamente, lo que supone, según consigna el portal defensa.com “un incidente comercial que, de no zanjarse, podría tornarse diplomático y generar un revés jurídico inclusive”.
A lo anterior se le suma, describe el portal especializado en temas de defensa, “todo indica que, en el momento del abordaje por la tripulación del Maldonado, ni el Comandante del barco uruguayo, ni el oficial de visita y presa detectaron tareas pesqueras vigentes o recientes”.
La persecución descrita por voceros del ministerio de Defensa, debido a supuestas maniobras evasivas del buque de bandera china, también han quedado en entredicho.
“Con respecto a las tentativas previas e infructuosas de abordar la embarcación china durante la noche anterior por parte de los efectivos navales uruguayos”, reseña el medio de prensa, “el capitán chino declaró que, si bien nunca apagó su dispositivo AIS (descartando la furtividad de su presencia), el ROU 23 sí lo había hecho, del mismo modo que sus luces”.
Ello significa, se añade, que no hubo tal fuga, algo que, afirma el portal de defensa.com, “hubiera sido bastante fácil, siendo más veloz que el navío que lo interceptaba, al cual casi duplicaba en velocidad”.
A pesar de ello, el buque de bandera china “se dirigió a Montevideo, que era, oficialmente, su puerto de destino”.
En dicho puerto y en lo que se califica como “un hecho insólito”, el ministro de Defensa, Javier García, “esperaba a los efectivos navales uruguayos, adhiriendo al evento y felicitando su actuación”.
Sin que sean claros los motivos, se añade, pese a que los “efectivos en alta mar no registraron indicios de pesca a bordo, el Comandante de Flota de la Armada Nacional Uruguaya, Contralmirante Mario Vizcay”, decidió “personalmente la continuidad del operativo naval”.
A la llegada del buque al puerto de Montevideo, “inspectores de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA) volvieron a revisar el buque, sin detectar anomalías”, algo que fue convalidado por la fiscalía a cargo de la investigación.
Según defensa.com en caso que no se solucione, antes del martes próximo, la situación del buque chino “la Cámara de Agentes Pesqueros Extranjeros y otras entidades relacionadas a la actividad marítima, iniciarán otro tipo de gestiones ante las autoridades, sin perjuicio de otras acciones diplomáticas o legales”.
El hecho toma ribetes de preocupación en momentos en que el país “no sólo oficializa sus negociaciones por un Tratado de Libre Comercio” con China.
Para el portal especializado el “incidente” se enmarca en “una fortísima polémica local por la venta directa asesorada por una comisión naval de dos unidades OPV a la Armada Uruguaya”, donde “parece haber un fuerte y controvertido favoritismo a favor de buques de esa procedencia” y de la “serie de denuncias por conductas fraudulentas en el interior de la Armada, aspecto que ,quizás indirectamente, pudiera haber influido en el ánimo de las autoridades navales de intentar mejorar la imagen de la Fuerza”.
Sea cual sea la resolución final del episodio, no sería de extrañar que el incidente sea zanjado con un “no da para tarjeta roja”, de acuerdo al espíritu “conciliador” expresado por el presidente de la República en el reciente desaguisado de la Agencia Nacional de Vivienda.