Las y los trabajadores volvieron a demostrar, aún en medio de la emergencia sanitaria y de la ofensiva política, mediática e ideológica de la derecha y el poder, todo su peso en la realidad nacional. En Uruguay no se puede ignorar a las y los trabajadores y al movimiento sindical. El que crea lo contrario solo mire la foto de nuestra tapa.
Esta semana pasó de todo. Hechos graves, muy graves, en pocos días se registraron dos femicidios, dos niños asesinados por su padre como “venganza” hacia la madre que ya había sido víctima de violencia, y dos intentos más de femicidio. A eso hay que agregar que ya van once imputados y seis detenidos por explotación sexual de niñas, niños y adolescentes. Tres infantes de marina fueron asesinados mientras estaban de guardia en una posta militar en una base del Cerro y el crimen quiso ser utilizado políticamente para golpear a la izquierda y sembrar odio, la rápida acción de la Justicia, la Fiscalía y la Policía, pusieron las cosas en su lugar. También fue asesinado un juez de fútbol en una atraco a su casa. Duelen todas las muertes y todas las víctimas merecen el mismo respeto y la misma solidaridad.
Continuando con su marcha forzada, avanzó la Ley de Urgente Consideración que fue aprobada en general en el Senado, en medio de una dura polémica llevada adelante por las y los legisladores del Frente Amplio, que, como adelantamos en nuestra anterior edición, votaron en contra en general del proyecto, aunque acompañaron algunos artículos, que con propuestas propias o de organizaciones sociales o la academia se lograron modificar.
Hubo una insólita interpelación retroactiva por UPM2, planteada por un legislador de Cabildo Abierto contra ministros del gobierno de coalición de derecha que integra su partido.
No hace falta aclarar que todos, y en particular las muertes y la violencia, son hechos relevantes, que merecen respeto y consideración, humana y política.
¿Por qué entonces dedicarle la tapa y el editorial a la movilización del PIT-CNT?
La razón es muy sencilla, su potencialidad para transformar la realidad.
Nuestro país atraviesa un momento social y político complejo. Está bajo el efecto del impacto de la crisis del capitalismo, a nivel mundial y regional, que es precedente al COVID 19; a esta se agrega la propia pandemia y sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales; y, además, la ofensiva del gobierno de derecha para imponer su restauración neoliberal.
En estos días se conocieron las cifras de la inflación de abril, sigue disparada y ha superado el 11% interanual. El poder adquisitivo del salario ya cayó. Hay más de 200 mil trabajadores y trabajadoras en el seguro de paro, cuyos ingresos han caído a la mitad promedialmente. Según el Instituto de Economía de la UDELAR más de 100 mil uruguayas y uruguayos cayeron en la pobreza. Tuvimos devaluación del peso, incremento especulativo de precios, en particular de los alimentos, aumento de tarifas públicas, un 10% en promedio, y aumento del IVA, para quienes usen tarjetas de débito.
Lo dijimos y lo reiteramos, el ajuste ya está en marcha, ya está ocurriendo. Uruguay, hoy, ya es más desigual.
Todas las medidas que propone el gobierno, desde las que aplica para enfrentar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, pasando por las que están contenidas en la LUC, fortalecen esa tendencia, van a profundizar el ajuste y a acentuar la desigualdad.
Incluso cuando abordamos la violencia, en sus distintas manifestaciones, y muy particularmente la estructural y brutal violencia de género, el gobierno propone medidas que lejos de brindar soluciones, desandan avances e implican retornar a viejas recetas fracasadas en el mundo y también aquí.
Por lo tanto, lo trascendental, desde una perspectiva democrática y emancipadora, es como enfrentar esta ofensiva restauradora y construir la fuerza social y política, el tamaño de pueblo organizado, para defender las conquistas y avanzar, evitando que el costo de la crisis lo pague el pueblo, y solamente el pueblo.
Es en esa dimensión que la movilización del PIT-CNT y de la Intersocial adquiere toda su relevancia.
Por las propuestas, claro, porque hay que tener iniciativas para construir una perspectiva programática alternativa, no solo de resistencia, de fortalecimiento y avance en democracia, aún en esta coyuntura.
Por eso son importantes propuestas como la renta de emergencia, para que nadie quede desamparado; el trabajo de calidad como centralidad; la posibilidad de compartir el tiempo de trabajo con el tiempo de Seguro de Paro, a través de la rotación; reducir la jornada de trabajo para que nadie quede afuera; aumentar los tiempos y los montos de subsidio del Seguro de Paro; generar inversión para la creación de nuevos puestos de trabajo.
La convocatoria a un gran movimiento nacional por el trabajo. La definición de que en los Consejos de Salarios se defenderán el trabajo y el salario a la vez.
Todas estas propuestas atienden a las verdaderas urgencias de nuestra sociedad y de nuestra gente. A las urgencias populares, de las mayorías nacionales, no a las del poder, reflejadas con prístina sinceridad en la LUC.
Pero no alcanza con tener razón y con tener propuestas. Hay que tener la capacidad de colocarlas en el debate público, generar respaldo social y consenso en torno a ellas, y, sobre todo, organizar la fuerza social que las respalde, las impulse y luche por ellas.
Construir el tamaño de pueblo organizado capaz de enfrentar la ofensiva restauradora, concentradora de la riqueza y del poder, es parte orgánica de la perspectiva de avanzar en democracia y de la emancipación social. Es un componente esencial, y condición de posibilidad, de la acumulación de fuerzas popular hacia ese objetivo. Es lo que de la de materialidad, y por lo tanto capacidad transformadora, a la perspectiva popular.
El paro parcial y la concentración realizada por el PIT-CNT este 4 de junio es un gran paso en esa construcción. Decenas de miles desbordaron Avenida del Libertador en Montevideo, pero además hubo 24 movilizaciones en los 19 departamentos de nuestro país.
El nivel de unidad y de organización, la capacidad de iniciativa y de movilización de las y los trabajadores, del movimiento sindical, es un elemento clave, definitorio, para el presente y para el futuro. Es un factor de poder. Uno de los más importantes para oponer a todos los factores de poder que las clases dominantes tienen y usan sin reservas para imponer su rumbo y su agenda.
Este paro importa aún más porque no es un rayo en un cielo sereno, es la continuidad del 8 de marzo, del 1º de Mayo, del 20 de Mayo. Es una señal más del estado de ánimo de importantes sectores de nuestro pueblo, de su disposición de lucha.
El PIT-CNT planteó propuestas hace meses, una de ellas era un gran diálogo nacional, para encontrar caminos que contemplaran a las grandes mayorías en la salida a la crisis.
El gobierno no respondió. Los medios que le responden afirmaron que no debía haber ningún diálogo.
El PIT-CNT decidió y anunció que, junto a la Intersocial y el movimiento popular, iniciará ese proceso de diálogo con toda la sociedad y en todo el país.
Este jueves volvió a demostrar que no es solo una expresión de deseos, que tiene con que respaldar ese planteo político de enorme profundidad democrática.
El camino quedó claro: en la calle, codo a codo.