Bernardo Arévalo ganó la presidencia con 21 puntos y casi 900 mil votos de ventaja y encabeza un cambio político histórico.
GM
El domingo 20 de agosto se realizó la segunda vuelta electoral en Guatemala. Bernardo Arévalo, candidato por el progresista Movimiento Semilla, se impuso por amplio margen a la candidata conservadora de la UNE, Sandra Torres.
Arévalo logra un importante triunfo en medio de una campaña de persecución y hostigamiento que incluyó acciones judiciales para intentar ilegalizar a Semilla e impedir su participación en la segunda vuelta.
Guatemala viene de una sucesión de gobiernos ultraconservadores, que han aumentado la histórica desigualdad y generalizado la corrupción, a través de la cooptación de Estado por lo que popularmente se denomina “el pacto de corruptos”. Este pacto es la alianza fáctica de las poderosas élites económicas, los militares, vinculados a la contrainsurgencia y a gravísimas violaciones a los DDHH y sectores del crimen organizado.
En estos años se desató una verdadera caza de brujas, con casos judiciales montados, que ha llevado a la cárcel u obligado al exilio a periodistas, jueces, fiscales y líderes sociales.
Todo ese poder concentrado fue usado para dejar fuera de las elecciones a las y los candidatos que no integraban ese pacto, de izquierda y de derecha, que, según las encuestas tenían posibilidades de ganar. La apuesta del poder era que pasaran a segunda vuelta dos candidatos o candidatas que aseguraran la continuidad del status quo.
Pero no contaron con el pueblo de Guatemala. En la primera vuelta, y mucho más marcadamente en la segunda, el electorado urbano joven y miles de guatemaltecas y guatemaltecos de izquierda y centro, decidieron unir sus votos y apoyar al binomio de Semilla, integrado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, y modificaron por completo el escenario electoral y político.
La victoria de Arévalo implica un cambio enorme para el pueblo guatemalteco, pero también para toda la región. Guatemala es la economía más grande y el país con más población de Centroamérica. Es el país donde, en 1944, tuvo lugar una revolución popular que abrió lo que se llama la “primavera democrática”, con los gobiernos de Juan José Arévalo, padre de Bernardo, y Jacobo Árbenz. Esta “primavera democrática” fue cortada por una invasión, organizada y financiada por EEUU, que abrió nuevamente décadas de dictadura y una feroz represión que provocó un genocidio, con 250 mil muertos y más de 50 mil desaparecidos.
Ese acumulado histórico y ese presente tan duro estaba en juego el domingo y ocurrió una victoria popular.
Los números
Los números de una elección siempre importan, pero en Guatemala más, una victoria contundente implicaba que el intento de desconocer el resultado fuera más difícil. Eso fue lo que pasó. Arévalo logró 2.441.661 votos, el 58.01%, y su rival, Sandra Torres, 1.567.472 votos, el 37.24%. Votaron el 44.98% de los habilitados, hubo un 3.5% de votos nulos y 1.25% en blanco. El candidato de Semilla consiguió 874 mil votos y 21 puntos porcentuales más que Torres. Arévalo sacó 1.700.000 votos más que en la primera vuelta, en la que logró 654.534 sufragios.
Ganó en 16 de 22 departamentos, en el Departamento de Guatemala, donde está la capital, alcanzó el 74% de los votos; también ganó entre los migrantes en el exterior.
Arévalo es el segundo candidato con más votos desde que se volvieron a celebrar elecciones democráticas, hace casi 40 años, tanto en votos como en porcentaje; solo fue superado en cantidad de votos por Jimmy Morales, electo en 2015 y en porcentaje por Alfonso Portillo, que logró el 68%.
Reconocimientos y señales
Las amenazas de la Fiscalía de procesar a magistrados y digitadores del Tribunal Supremo Electoral por una supuesta maniobra en la primera vuelta, y de ilegalizar a Semilla, hacían que nada estuviera asegurado. Eran fundamentales, junto con la contundencia del resultado, las reacciones a este.
Por eso fue tan importante que la misma noche de la votación Arévalo recibiera el saludo de los presidentes de Brasil, Lula; de México, López Obrador; Argentina, Alberto Fernández; Colombia, Gustavo Petro; El Salvador, Nayib Bukele; Honduras, Xiomara Castro, Costa Rica, Rodrigo Chaves, Panamá, Laurentino Cortizo; Cuba, Miguel Díaz Canel y Venezuela, Nicolás Maduro, entre otros. Lo saludaron el embajador de EEUU en Guatemala, William Popp y la Unión Europea.
Se sumaron el poderoso CACIF, la principal organización empresarial de Guatemala y la Cámara del Agro. Luego el presidente y la vicepresidenta de EEUU, Joe Biden y Kamala Harris y el Secretario General de la OEA, Luis Almagro. Recién allí el gobierno de Uruguay envió un saludo a Arévalo, en un escueto comunicado.
A pesar de la contundencia de los resultados y de la casi unánime opinión internacional, Sandra Torres y la UNE se declararon en sesión permanente y aún no reconocieron la derrota.
La “nueva primavera”
¿Quién es Arévalo? ¿Qué es Semilla? ¿Qué desafíos centrales enfrenta?
Arévalo es un sociólogo y ex diplomático de carrera, fue cónsul de Guatemala en Israel e incluso vicecanciller de su país. Nació en Uruguay, durante el exilio de su padre tras el derrocamiento de Árbenz, retornó a Guatemala en su adolescencia.
Semilla es un movimiento nacido al calor de las protestas populares de 2015, que obligaron a renunciar al entonces presidente Otto Pérez Molina, envuelto en escándalos de corrupción. Es un movimiento que tiene una base urbana, de profesionales y jóvenes. Su ideología puede definirse como progresista. De lo que no caben dudas es que es democrático, no está involucrado con la corrupción, ni con el crimen organizado, ni con el narco.
En la primera conferencia de prensa tras las elecciones Arévalo afirmó: “Este es un triunfo del pueblo, lo tenemos claro”. Indicó que no concibe “la democracia sin justicia social”.
«Lo que el pueblo grita es ‘basta ya de tanta corrupción’. Trabajaremos por garantizar instituciones que ganen su confianza», dijo .
Arévalo y Semilla definieron las características de su futura gestión como «el gobierno de la nueva primavera», en clara referencia al gobierno histórico de su padre en 1944.
En cuanto a las amenazas de ilegalizar su partido y desconocer el resultado, Arévalo indicó: «Quisiéramos pensar que la contundencia de esta victoria va a hacer evidente que los intentos de descarrillar el proceso electoral no van a tener lugar».
Arévalo tiene por delante enormes desafíos. El inmediato es que se reconozca su triunfo, sortear las maniobras judiciales que vendrán y lograr asumir el 14 de enero del año que viene.
Otro desafío es lograr mayorías parlamentarias. La composición del Congreso, que integran 160 diputados, deja a Semilla con la tercera bancada, una presencia muy fuerte de la derecha y una fragmentación de pequeñas bancadas que harán compleja la construcción de mayorías. El partido Vamos, de derecha, del actual presidente Alejandro Giammattei, tendrá la bancada más grande con 39 diputados. La segunda es la de la UNE, de la derrotada Sandra Torres, con 28. La tercera es de Semilla con 23. A continuación se ubican Cabal, con 18 diputados y Viva con 11, ambos de derecha. Luego vienen un grupo de partidos de derecha o centro derecha, Valor-Unionista, con 7; Todos con 6; Valor con 5; Bien con 4; Vos con 4; Creo, Nosotros y Victoria, con 3 cada uno; el Partido Azul y Elefante, con 2 cada uno. La coalición de izquierda URNG-Winaq, tendrá un diputado, al igual que el partido de derecha Cambio.
El desafío más importante es responder, en estas condiciones, a las enormes expectativas populares que despertó y canalizó su candidatura. Guatemala tiene una gran desigualdad, más de la mitad de la población está bajo la línea de la pobreza y más del 40% de las niñas y los niños sufren desnutrición, porcentaje que trepa al 70% en zonas de población indígena. La migración es muy importante, millones de guatemaltecos viven en el exterior, fundamentalmente en EEUU, de hecho, las remesas son el principal rubro de la economía y el último año superaron los 13 mil millones de dólares. Junto con esto está la cooptación del Estado, los obscenos niveles de corrupción y la violencia, con porcentajes de asesinatos y delitos entre los más altos de la región.
Todo es así de complejo, pero nada puede quitar relevancia a la victoria popular.
La esperanza es una fuerza poderosa, cambia la realidad. No es menor que 80 años después, con tanto dolor y un genocidio de por medio, miles vuelvan a gritar: Viva Arévalo, como en 1944. Es una gran responsabilidad cuidar esa unidad construida en la calle y proyectarla políticamente.
Miles de guatemaltecas y guatemaltecos salieron a las calles a festejar, en todo el país, jóvenes y veteranos, de la ciudad e indígenas. Las fotos muestran gente abrazada, con la bandera de Guatemala y llorando de alegría. Se lo merecen, es su victoria.
Foto de portada:
Festejos populares en Ciudad de Guatemala. Foto Telesur.