Este 20 de Mayo quedará en la historia. No es el primero, ni será el último, es cierto, pero sus singularidades lo destacarán en la memoria colectiva de nuestra sociedad. Era un desafío muy grande, por las limitaciones que impone el COVID 19, por ser el primero bajo el gobierno de una coalición de derecha con fuerte presencia de la ultraderecha y porque se realizaba en medio de una ofensiva de restauración conservadora.
Y la respuesta popular a la convocatoria de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos fue conmovedora.
Fue el 20 de Mayo más grande de todos. Cientos de miles de hombres y mujeres idearon las formas de decir presente en todo el país. Se estima que hubo más de 400 actividades, sólo el 20 de Mayo, si se cuentan las de los días previos, hay que hablar de miles. No hubo un solo departamento donde no se hiciera algo, pero, además, las iniciativas alcanzaron a todas las capitales, a todas las ciudades, a la enorme mayoría de los pueblos, a todos los barrios.
Carteles, balconeras, pañuelos, tapa bocas, las margaritas sin un pétalo, ese símbolo histórico de la lucha de los Familiares, estuvieron en ventanas, autos, motos, bicicletas, en cientos de plazas, en canteros de avenidas, lo invadieron todo.
Cientos de miles, en todo el país, nos juntamos, transformamos nuestra indignación en rebeldía, la rebeldía en organización y en movilización, hubo un desborde de creatividad popular para encontrar maneras para decir ¡Presente!
Lo que ocurrió este 20 de Mayo de 2020 no se puede subestimar. Hay que valorarlo en su real importancia, aquilatarlo. Demuestra que el 20 de Mayo es, definitivamente, una fecha patria decidida por el pueblo. Ha pasado, gracias al compromiso de miles, a ser patrimonio ético, individual y colectivo, de la inmensa mayoría del pueblo uruguayo.
Siempre hubo lucha contra la impunidad, desde antes del golpe de Estado. En plena dictadura, denunciando las torturas y las desapariciones con volantes, con pintadas, con las Madres en Plaza Libertad, con la solidaridad rodeando a las familias de los desparecidos y de los presos. En la democracia recuperada, denunciando en la Justicia, en el Parlamento. Enfrentando a la Ley de Impunidad, juntando firmas, con el Voto Verde, con el Voto Rosado. Con investigaciones periodísticas que iban corriendo el velo de la mentira y ubicaban a Simón y Macarena, publicaban testimonios. Pero el 20 de Mayo fue un salto en calidad.
El 20 de mayo de 1976 fueron asesinados en Buenos Aires, Zelmar Michelini, fundador del Frente Amplio, senador; Héctor Gutiérrez Ruiz, dirigente del Partido Nacional, diputado y presidente de la Cámara de Diputados; Rosario Barredo y William Whitelaw, militantes del MLN, y fue secuestrado y continúa desaparecido el doctor Manuel Liberoff, militante del Partido Comunista y del Frente Amplio.
Al cumplirse 20 años de estos crímenes, en 1996, Madres y Familiares de Detenidos Desparecidos decidió convocar a la Marcha del Silencio.
Como decíamos, la lucha contra la impunidad nunca se detuvo pero veníamos de la Ley de Caducidad, de la derrota del Voto Verde, de la impunidad como política de Estado en los gobiernos de Sanguinetti, Lacalle y de nuevo Sanguinetti; decenas de causas judiciales fueron paralizadas, los represores eran ascendidos en el Ejército, Juan Carlos Blanco, canciller de la dictadura, era senador del Partido Colorado en el gobierno.
La marcha del Silencio fue el comienzo de una nueva dimensión de masas de la lucha por Verdad y Justicia. Un acierto histórico de Madres y Familiares, abrazado por el pueblo y asumido como propio.
El 20 de Mayo nace y se fortalece cada año para luchar contra la impunidad. Y la impunidad se combate en varios terrenos. En el judicial, luchando para que los juicios avancen y se castigue a los responsables de los crímenes de lesa humanidad del Terrorismo de Estado. Hubo procesamientos de varios represores, incluso de Juan María Bordaberry, que estaba impune por dar el Golpe de Estado, pero falta mucho. La Fiscalía Especial para Delitos de Lesa Humanidad, uno de los avances institucionales más importantes conquistados en estos años, tiene activas unas 160 causas, 23 pedidos de procesamientos pendientes de resolución que involucran a unos 60 represores en más de 20 sedes penales. El universo de causas por delitos del Terrorismo de Estado es de más de 300. Falta mucho. Esta dimensión es muy importante, porque es la verdad institucional y, obviamente, para lograr justicia.
Pero no es el único plano. En el institucional también hubo avances, pero hay que mantenerlos y profundizarlos, en la construcción de memoria, en la reparación. Hubo un informe sobre las y los desparecidos y sobre el Terrorismo de Estado, que implica un paso adelante notorio con respecto a la negación o tergiversación anterior. Se creó la Secretaría para el Pasado Reciente y también el Grupo Especial en Presidencia de la República. En un paso importante se pasó la responsabilidad de continuar las investigaciones, entre ellas las excavaciones, a la Institución Nacional de DDHH.
Pero falta mucho, el Estado aún está lejos de cumplir con las recomendaciones y obligaciones de la sentencia del caso Gelman, por ejemplo. En este nuevo escenario político habrá que estar más atentos y activos para que no se retroceda en ese camino.
Por el compromiso de Madres y Familiares, investigaciones periodísticas, parlamentarias y judiciales, se ubicó a las niñas y niños desparecidos.
Se ha entrado a los cuarteles, hace más de 40 años que denunciábamos que allí había cementerios clandestinos, la impunidad había logrado mantenerlos cerrados. Se ingresó, se excavó y se encontró a Ubagésner Chaves Sosa, Fernando Miranda, Ricardo Blanco, Julio Castro y Eduardo Bleier, pero faltan 192 compañeras y compañeros.
En el plano simbólico, se ha avanzado construyendo espacios y símbolos de la memoria contra la cultura del olvido. Son muy importantes las más de 60 marcas de la memoria, los sitios de la memoria, el Memorial en el Penal de Libertad y los que se proyectan en otros centros de detención. Son mojones de verdad y articulan la memoria, le permiten materializarse.
Hay más dimensiones del combate contra la impunidad. La política e ideológica, luchando contra una restauración conservadora, contra un proyecto de sociedad excluyente y concentrador de la riqueza y el poder, el mismo contra el que lucharon quienes sufrieron el Terrorismo de Estado. El fascismo fue la reacción terrorista, adueñándose del Estado, a una acumulación de fuerzas de nuestro pueblo que buscaba la democratización de las relaciones sociales, económicas, políticas, culturales. Hoy que hay expresiones políticas que retoman ese discurso y esa práctica, y por eso defienden la impunidad, luchar contra ella es también continuar, aún estas nuevas circunstancias, la acumulación de fuerzas del pueblo.
Y hay dos dimensiones más. La democrática. Hace 25 años esta marcha fue un llamado a rebelarse contra la limitación a la libertad que significa la impunidad. La impunidad es el lado oscuro del poder. Pelear contra la impunidad es disputarle la hegemonía al poder en un aspecto central. La impunidad se sustenta en la mentira, el miedo y el ocultamiento. Salir a la calle, decir la verdad, construirla, defenderla, es clave. La impunidad es incompatible con la democracia. La democracia es un proceso permanente de construcción de libertad e igualdad. La impunidad se sustenta en la opresión, la dominación y perpetúa la desigualdad, ante la ley y ante la vida. Cuanta más impunidad perdure, menos libres somos.
Y finalmente, la más importante, la ética. La de conseguir que la memoria histórica se construya sobre la verdad y no sobre la mentira. La de aportar a la sociedad una ética de la justicia, del compromiso ciudadano.
Y para todas esas dimensiones el 20 de Mayo es fundamental. El 20 de Mayo es uno de los momentos de unidad de pueblo más grandes e importantes. Y lo es porque se da no en un núcleo aguerrido y hermoso de militantes, lo que ya sería mucho, sino en cientos de miles. Ese es su inmenso valor.
Y este año eso se multiplicó. Cientos de miles de uruguayas y uruguayos, de mil maneras diferentes, confluyeron en una corriente ética común, construyeron memoria, dijeron la verdad y reclamaron justicia. Eso es lo verdaderamente trascendente.
Fue tan grande e importante lo que ocurrió que hasta logramos darle imagen y sonido al silencio. El silencio fue dignidad y resistencia en las cámaras de tortura del fascismo. El silencio fue refugio de firmeza ante la persecución. Es un silencio digno. Es un silencio que interpela. Es un silencio bien diferente, opuesto, al silencio vergonzante de los fascistas que saben que pasó con los desaparecidos y callan. Diferente al silencio que obedece al miedo. Es un silencio rebelde, que sintetiza millones de gritos.
Y este año será recordado como el año en el que hasta el silencio gritó. Cientos de miles, junto a Madres y Familiares dijimos ¡Presente!