Para este 2025 se espera un fortalecimiento de las perspectivas económicas de América Latina y el Caribe.
La previsión emerge de un informe especial de Naciones Unidas que señala que dicho fortalecimiento será resultado del apyo que se brinde a asegurar “un gasto más robusto de los hogares”, acompañado a una “flexibilización de las políticas monetarias”.
Ello contribuirá, advierte el estudio a una “mejora en el consumo privado y el crecimiento de las exportaciones” en la región que superaría la situación del año anterior.
A pesar de la positiva previsión se alerta que “una desaceleración mayor de la prevista en China y Estados Unidos”, entre otros factores, podría frenar este crecimiento.
De acuerdo al documento, el crecimiento mundial se mantendría en 2,8%, lo que supone el mantenimiento de los resultados del año anterior.
“Aunque la economía mundial ha demostrado su capacidad de resistencia, soportando una serie de perturbaciones que se refuerzan mutuamente, el crecimiento se mantiene por debajo de la media prepandémica del 3.2%, limitado por la debilidad de la inversión, el lento crecimiento de la productividad y los elevados niveles de deuda”, se lee en el documento, que agrega que “el descenso de la inflación y la relajación monetaria en curso en muchas economías podrían dar un modesto impulso a la actividad económica mundial en 2025”.
A pesar de ello se considera “que la incertidumbre sigue siendo grande dados los riesgos derivados de los conflictos geopolíticos, el aumento de las tensiones comerciales y los elevados costos de endeudamiento en muchas partes del mundo”.
Se trata, reseña la web del organismo internacional, de “desafíos (…) particularmente graves para los países de bajos ingresos y vulnerables, donde el crecimiento insuficiente y frágil amenaza con socavar aún más el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Con respecto a América Latina y el Caribe, el informe resalta “que las perspectivas a corto plazo son moderadamente favorables, con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) estimado en 2,5%, mayor que el 1,9% de 2024”.
Para el caso de Brasil, “la mayor economía de la región, se espera que el crecimiento se desacelere del 3.0% en 2024 al 2.3% en 2025”, en tanto que, en México considerado “el segundo motor regional, se espera que el crecimiento del PIB siga siendo lento. Tras una expansión estimada del 1.6% en 2024, se prevé que crecerá un 1.3% en 2025, limitado por la debilidad del consumo privado y los esfuerzos de consolidación fiscal”.
Las previsiones positivas podrían verse afectadas, se afirma en el estudio, por “la mala gobernanza, las prácticas laborales inseguras, la degradación medioambiental y la excesiva dependencia de los volátiles mercados de materias primas”, factores estos “que podrían exacerbar las desigualdades y dañar los ecosistemas, socavando los logros del desarrollo a largo plazo”.
Solo la adopción de “políticas con visión de futuro y marcos normativos integrales para una extracción sostenible y un reparto equitativo de los beneficios”, pueden contribuir a la minimización de los riesgos, alerta el documento.