Espionaje a estudiantes y estigmatización a la juventud, particularmente la de contextos vulnerables.
UJC
Esta semana saltó una nueva bomba. En el marco de la causa Astesiano la sociedad uruguaya tomó conocimiento de que existen intentos de espionaje a estudiantes. Menores de edad. De un liceo de Ciclo Básico. Que no tiene gremio siquiera.
Lo primero que nos preguntamos es, si en esas condiciones existiría espionaje, ¿dónde más? Sin intención de generar paranoia ni mucho menos, si una posible “funa” en un liceo de ciclo básico sin gremio estudiantil organizado generó esta reacción en algunos operadores políticos y policiales, ¿qué otras cosas están pasando y no sabemos? ¿Qué pasa con aquellos lugares donde sí hay gremios organizados? ¿Qué pasa con los centros de estudiantes de educación terciaria? ¿Qué pasa con las organizaciones sociales, políticas, etc.?
Por supuesto, primero, expresar un rotundo rechazo y solidaridad. También la absoluta preocupación por la situación y la vulneración de derechos. La gravedad de la situación prácticamente no tiene precedentes en la historia reciente uruguaya, espionaje a menores de edad. Es tarea de todo el campo político y social rechazar esto, dimensionar el problema y colocarse en unidad en la acérrima defensa de las garantías democráticas de nuestra República. Y, al mismo tiempo, ayudar a garantizar las condiciones de organización de quien desee hacerlo, pero también sumar personas a esta causa. No nos puede paralizar el miedo, no podemos dejar de hacer por las dudas, nada de lo que hacemos es malo, organizarse y movilizarse son derechos. Tenemos que transformar la indignación en organización y seguir luchando por cambiarlo todo.
Pero es importante analizar más allá, porque los audios dejan ver la visión que tiene parte de la sociedad, la derecha más rancia, sobre la juventud uruguaya. La juventud como algo peligroso que hay que controlar. Estudiantes como posibles sediciosos, pero además manipulables. Como si las jóvenes no pudiéramos pensar, reflexionar y accionar en torno a eso en forma autónoma. Y además que esa maleabilidad se da por parte de docentes. Como si no existieran redes sociales, músicos, youtubers y otros actores que colocan discursos sobre la mesa que como jóvenes escuchamos y sobre los que también reflexionamos.
Más aún, lamentable la frase “guachos que viven en los cantes y están medio descerebrados”. No sólo se estigmatiza a la juventud, en particular se estigmatiza la juventud que vive en la pobreza. Pobreza que es estructural y parte del sistema profundamente desigual en el que vivimos, que se ha profundizado (sobre todo en menores de edad) en el transcurso de este gobierno. Asociar pobreza con falta de inteligencia es terrible, asociar pobreza a posibilidad de manipulación es una perspectiva grave y preocupante. No solo porque no es cierto, sino porque, así como hoy está sobre la mesa la preocupación de la derecha de que esas jóvenes sean “manipuladas por las feministas comunistas”, también está sobre la mesa que la derecha pretende manipular a esas jóvenes. Porque si su lectura es esa, es lógico que quieran aplicarla.
No deberíamos tener que aclararlo, pero cuando buscamos aumentar los niveles de organización de la juventud uruguaya, en particular del movimiento estudiantil, es porque buscamos entre otras cosas dotarnos de herramientas para analizar, criticar, cuestionar el mundo y en base a eso transformarlo. Nuestra perspectiva no es ni fue jamás manipular gente. De eso se han encargado otros actores, entre otras cosas intentando prohibir la organización o generando miedo.
Podemos concatenar esos elementos con otros sucesos que estamos viviendo. Si la derecha considera que la pobreza te convierte en descerebrado, ¿por qué no instalan políticas reales para solucionar los problemas de pobreza? No sólo porque gobiernan para el beneficio de pocos, sino porque tampoco les interesa revertir ese análisis que hacen (mal). Casi el 50% de los y las jóvenes van al liceo con hambre. La inseguridad alimentaria aumenta, igual que los índices de pobreza. Por lo tanto, desde la lógica de la derecha esta situación de extrema vulneración de las condiciones de vida de miles de jóvenes les favorece.
Pero, además, transitamos hacia una “transformación educativa”. Transformación que dice buscar mejorar las posibilidades de los y las adolescentes de analizar y habitar el mundo, pero cuando la analizamos en profundidad vemos que sus efectos serán los contrarios. Recortar asignaturas, contenidos, artes, ciencias, es contrario a fomentar el pensamiento crítico, lo limitan. Recortar presupuesto, sobrepoblar grupos y limitar la atención pedagógica a cada estudiante, son medidas que afectan directamente las posibilidades de aprendizaje. Y al mismo tiempo, este proceso se dio a espaldas de docentes y estudiantes. Si a la derecha le preocupara el desarrollo crítico y la participación ciudadana de la juventud, esta hubiera sido una oportunidad idónea para posibilitarlas.
Pero la derecha tiene intereses contrarios a eso. Y el campo popular tiene el desafío histórico de contribuir a desarrollar las condiciones para revertir no sólo todos aquellos aspectos que hoy analizamos negativamente del país en el que vivimos, sino también avanzar en lo que habitualmente se llama “batalla cultural”.
Hace casi una década transitamos por el proceso de No a la Baja, donde intentamos desterrar algunas de estas concepciones. Triunfamos en esa lucha, pero sin lugar a duda debemos seguir trabajando en la concepción de fondo. La juventud no es un peligro, la organización juvenil no es un peligro. Los y las jóvenes no somos descerebrados. La sociedad uruguaya tiene que dejar de considerar a la juventud como algo manipulable. Es fundamental que se deje de ver a la juventud pobre como algo peligroso.
Nuestra respuesta es contundente, basta de atacar a la juventud uruguaya, basta de estigmatizar y criminalizar la pobreza. Tenemos que seguir luchando por vivir de otra manera.
Foto de portada:
Liceo ocupado durante los paros estudiantiles por mayor presupuesto para la educación. Foto: Mauricio Zina/ adhocFOTOS.