Por Rony Corbo
“En la noche después del toque de queda, derribaban puertas a culatazos, sacaban a los sospechosos de sus camas y se los llevaban a un viaje sin regreso…seguro fue un sueño insistían los oficiales. En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando, ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz. Así consumaron el exterminio de los jefes sindicales”. (Cien años de Soledad. Gabriel García Márquez).
El 6 de diciembre de 1928 Colombia amaneció teñida de sangre obrera. La huelga llevaba casi un mes y el Ejército intervino en defensa de los intereses de la United Fruit Company de los Estados Unidos dejando una masacre que da origen a la novela “Cien años de Soledad” del Gabo García Márquez.
Casi un siglo después, como dijera Marx, «La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa», la policía y el ejército colombianos, entrenados por los Estados Unidos, dejan nuevamente Colombia tendida de sangre.
Sindicatos, estudiantes, campesinos y un amplio y diverso movimiento social, que conforman desde hace dos años el “Comité Nacional de Paro”, que agrupa más de 40 organizaciones convocaron un paro nacional previo al 1 de mayo, con una plataforma de emergencia de siete puntos: Salud, Renta básica, Trabajo, Producción nacional, Educación, Mujer y diversidades sexuales.
Este nuevo “paro nacional”, que tuvo sus antecedentes en jornadas similares en 2019 y 2020, no solo congregó -como es tradicional- grandes movilizaciones en Bogotá, Medellín, Cali, sino en pequeños municipios con fuerte presencia de campesinos, indígenas y afrodescendientes.
Esta vez los manifestantes desde el miércoles 28 tomaron las calles, plazas y carreteras de toda Colombia bajo la consigna “Por vida, Paz, Democracia y contra la Reforma Tributaria y el Paquetazo Neoliberal de Duque”. Este miércoles 5 de mayo un nuevo pico de movilización volvió a paralizar a Colombia. Algunas ciudades del país ya registran desabastecimiento de gasolina y alimentos.
Analistas políticos comparan la situación actual con el levantamiento popular de 1948 conocido como “El Bogotazo”, tras el asesinato del candidato Jorge Eliécer Gaitán, en el que participó Fidel Castro, que había ido a constituir una organización continental de estudiantes. Algunos van más allá e incluso anuncian una situación pre revolucionaria.
Posturas más de centro coma las de Lucho Sandoval señalan que “son protestas pacíficas, multicolores, llenas de iniciativas culturales, musicales, artísticas en la mañana, pero que resultaron sorprendidas por grupos de personas extrañas que protagonizaban desmanes en las horas de la tarde y de la noche. Los principales líderes y lideresas del extraordinario movimiento rechazaron enfáticamente los brotes de violencia. La gente está iracunda, desesperada, con las crecientes condiciones de desempleo, miseria y hambre que afectan a sectores cada vez más extendidos en ciudades grandes, medianas y pequeñas”.
Este es un levantamiento popular contra el agotado modelo neoliberal con los sindicatos y movimientos sociales como protagonistas tradicionales, a los que se suman jóvenes organizados por las redes sociales, hecho que se repite como en Chile. El paro nacional ha paralizado la producción, el abastecimiento y el transporte en toda Colombia, logrando la retirada de la reforma tributaria por parte de Duque y la salida del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla.
La respuesta del gobierno de Duque: Represión y muerte
Ante el aumento de la movilización popular, el narco-para-estado-militar colombiano, encabezado por Iván Duque y asesorado por agentes de la CIA, la DEA, y el Mossad, respondió con la militarización, la represión generalizada y la muerte contra el pueblo. Lejos de aplacar la movilización, esto fue como echar combustible a un incendio que lleva años prendido, se reaviva y explota con inusitada fuerza.
El ex presidente Álvaro Uribe, (liberado recientemente de su arresto domiciliario a pesar de docenas de investigaciones abiertas sobre su papel en la creación y financiación del paramilitarismo) líder del partido gobernante de Duque y su mentor político, tuiteo: “Apoyemos el derecho de soldados y policías a usar sus armas para defender su integridad y defender a las personas y los bienes contra las acciones criminales del terrorismo vandálico”. El mismo Uribe que es el responsable de más de 6 mil «falsos positivos» (civiles ejecutados por el ejército haciéndolos pasar por combatientes) y de la entrega de las bases militares al imperialismo norteamericano, aplastando la soberanía colombiana y poniendo una espada de Damocles sobre el continente latinoamericano.
Su delfín Duque no solo mantiene las concesiones de Uribe, sino que además las amplia, ingresando a Colombia a la OTAN en el marco del anuncio de un nuevo “Plan Colombia”.
Solo en el año 2021 en Colombia, 57 líderes sociales y defensores de derechos humanos fueron asesinados, se llevaron a cabo 33 masacres contra diferentes poblaciones y 23 ex guerrilleros fueron ejecutados.
Ahora la represión gubernamental no puede acusar a la guerrilla de los asesinatos y las masacres ya que entregaron las armas. Aparte de esto, los videos compartidos ampliamente en las redes sociales muestran a los agentes de policía portando abiertamente armas de fuego, incluidos rifles y disparando a los manifestantes.
Durante este paro nacional, se han producido más de 30 asesinatos, hay decenas de desaparecidos, centenares de heridos y centenares de detenidos por la policía sin proceso judicial.
El gran responsable es el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD,) policía antidisturbios creada por el Plan Colombia, supuestamente destinada a la “Guerra contra las Drogas”. Su financiamiento fue aprobado en el gobierno estadounidense de Bill Clinton y Joe Biden presidia el Comité Judicial del Congreso norteamericano que analizó y aprobó el “Plan Colombia”. Según “The Washington Post”, «la financiación estadounidense para la formación de policías en Colombia se expandió de 4,3 millones de dólares en 2000 a 146 millones de dólares en la actualidad».
Solo entre 2017 y 2020, hubo 639 homicidios por parte de miembros de la ESMAD, la mayoría en el departamento del Cauca, zona indígena y campesina, con el objetivo del desplazamiento de tierras.
La represión del Estado colombiano fue condenada por la Unión Europea y por Naciones Unidas. Amnistía Internacional exigió que las autoridades colombianas investiguen «de forma rápida, independiente e imparcial todas las denuncias de uso excesivo e innecesario de la fuerza contra manifestantes». El Frente Amplo y el PCU han condenado la represión y expresado su solidaridad con el pueblo colombiano.
Este paro nacional parece desplomar a Duque que se sitúa con menos de un 30% de apoyo, el más bajo de los últimos presidentes colombianos. El presidente colombiano analiza aplicar el denominado “Estado de Conmoción”, consignado en el artículo 213 de la Constitución para “casos de grave perturbación que atente de manera inminente contra la seguridad del Estado”, lo que implicaría la militarización total de las ciudades colombianas, con riesgo cierto de una masacre generalizada, muchísimo peor de la que ya se está llevando adelante. Ante esto integrantes del Comité del Paro están pidiendo la renuncia del presidente colombiano.
En confluencia con la movilización social, se conforma un unitario frente electoral de izquierda, que se vincula ahora con la lucha social que se desarrolla en Colombia. Gustavo Petro despega con un 40% de apoyo a un año de las elecciones en Colombia.
El despertar de un pueblo es extraordinario y despierta la ira y la desesperación de los poderosos. Hay días que resumen décadas de lucha decía Lenin. Aplicable totalmente a Colombia.
(*) Link de las declaraciones del FA y el PCU
https://elpopular.uy/declaracion-del-frente-amplio-ante-violencia-y-represion-en-colombia/
https://elpopular.uy/el-pcu-expreso-su-solidaridad-con-la-lucha-del-pueblo-colombiano/