Por Bruno Giometti
Los últimos datos de empleo y salarios muestran una persistencia de las dificultades existentes en el mercado de trabajo. Más allá de la reapertura de actividades en los meses recientes y el lógico repunte de algunos indicadores económicos, otras variables reflejan los problemas existentes en la economía uruguaya, así como los problemas que afectan a cientos de miles de compatriotas.
Sumado a esto, el escenario es muy complejo de cara al año próximo por el elevado grado de incertidumbre en el panorama económico y un presupuesto nacional de recortes en gasto e inversión que puede agravar los problemas.
El Indice Medio de Salarios (IMS) para el mes de agosto indica que las remuneraciones promedio de la economía han tenido un incremento de 7,7% en los últimos doce meses, contra un incremento de los precios al consumo de 9,8% en igual período. Esto implica que los salarios reales cayeron en aproximadamente 1,9% en el último año. Este indicador marca una tendencia ya que desde el mes de marzo el poder de compra de los salarios ha caído en términos anualizados.
Con estos datos se va consolidando la tendencia de que cerraremos el año 2020 con una caída del salario real del orden del 2% respecto a 2019. Por su parte, las pautas salariales tanto para el sector público establecidas en el presupuesto, como las vigentes para el sector privado, permiten proyectar una probable continuidad de la caída del salario a lo largo de 2021 que podría registrar una caída de 5% o 6% en el acumulado de 2020-2021.
Es importante recordar que la caída de los salarios impacta directamente en las jubilaciones y pensiones que ajustan, precisamente, por el Indice Medio de Salarios.
Por su parte, el Indice de Precios al Consumo (IPC) del mes de setiembre muestra un leve repunte de la inflación, que pasa de 9,8% a 9,9% en términos anualizados. Desde el mes de marzo la inflación se ubica todos los meses en el rango que va de 9,2% a 11,1% lo que ha ido erosionando el poder de compra de los salarios, las jubilaciones y demás ingresos fijos (más allá de que en algunos sectores de la actividad privada operaron correctivos por inflación a mediados de año, pautados en los consejos de salarios en la anterior ronda).
A esto se agrega que los alimentos siguen siendo el rubro con mayor impacto en la inflación general. En los últimos doce meses, los alimentos han tenido un aumento promedio de 14,2% (más de cuatro puntos por encima de la inflación general). Esta es una característica profundamente negativa del proceso inflacionario actual, dado que los hogares de menores ingresos son los que gastan la mayor parte de sus recursos en el rubro alimenticio, por lo que el poder de compra de sus ingresos se ve aún más erosionado cuando son estos productos los que incrementan más su precio.
En términos de empleo y desempleo, la principal novedad es el dato brindado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social hace algunos días que muestra que en el mes de setiembre la cantidad de subsidios por seguro de desempleo abonados por el Banco de Previsión Social fue de unos 105.000, cifra apenas inferior a los 109.000 que se habían registrado en agosto.
Luego del pico de casi 200.000 trabajadores y trabajadoras en seguro de paro que se alcanzó en los meses de abril y mayo, la reapertura de distintos sectores de la economía posibilitó una salida de trabajadores del seguro de desempleo a razón de aproximadamente 30.000 mensuales en los siguientes tres meses. Pero en setiembre esta tendencia parece haberse prácticamente detenido.
Todo parece indicar que hay algunos sectores de actividad y empresas cuya situación no va a mejorar “automáticamente” luego de terminado el peor momento de la pandemia. Se trata de sectores y empresas que ya venían con dificultades importantes y no soportan una economía con menores niveles de dinamismo que los registrados en años anteriores. Esto sólo podrá revertirse, o al menos amortiguarse, con políticas activas, sectoriales y generales, de tipo expansivo. No profundizando el achique del mercado interno mientras se apuestan todos los boletos al mercado y al “malla oro”.
Al mismo tiempo, se visualiza que si bien la tónica predominante hasta el momento no han sido los despidos (la mayoría de las bajas en el seguro de desempleo desde mayo han sido trabajadores que retornaron a sus puestos de trabajo) es posible que en los próximos meses se registren de forma progresiva mayor cantidad de despidos, dado que las empresas suelen realizar reestructuras como forma de relanzar su actividad económica en un contexto de mayores dificultades.