A días de la primera (y, capaz, la única) vuelta, las encuestas van perfilando un escenario de posibilidades que, si bien es incierto hasta que se abran las urnas, marcan una tendencia. Eso es lo que se rescata de todas y cada una de las muestras estadísticas que hacen parte de una escenografía que se repite cada cinco años. Es, precisamente, la película que conforman esas fotos la que permite imaginar un desenlace final que será revelado con la principal y única encuesta infalible: las urnas.
Los vaticinios están en boca de todos y estos últimos días de campaña son los más atractivos porque se empiezan a tirar datos y cifras que tendrán su confirmación o desmentido, con la apertura final de las urnas el próximo domingo 27 de octubre. Pero quien nos quita lo bailado, ¿no? Porque no hay adrenalina mejor aplicada que la que nos provocan las encuestas una vez que se van conociendo, principalmente las últimas que son las que completan el ciclo hasta que se cierre el horario de votación y transcurra el tiempo establecido para ir dando los pronósticos finales, esos que ya no surgen de opiniones sino de los votos.
Campaña rara
Si algo tuvo de característica esta campaña fue su rareza, una bajísima percepción de su transcurso fue la tónica que la identificó y alejó de todas las anteriores donde el clima era mucho más ferviente. Múltiples razones pudieron provocar esta sensación térmica que todos percibimos en cuanto a la apatía generalizada de una campaña rara y chata.
Una de esas razones –que no deja de ser también una percepción- es la sensación de derrota que muestra el oficialismo, fundamentalmente desde filas nacionalistas. A excepción del presidente de la República, que es el único que sigue acumulando imagen positiva a partir de las tijeras y cintas cortadas, no acumula su colectivo. Y no lo hace por la impronta derrotista de su candidato y por errores propios que no pudieron sortear como el de la definición de la fórmula. Durante varias semanas tuvo que “remar en dulce de leche”, para explicar las razones de elegir como compañera de fórmula a quien antes lo había denostado hasta el cansancio, y que ahora maquilló su discurso de forma poco creíble para justificar su lugar en la fórmula presidencial del oficialismo. Un grosero error que bien pudo ser inducido por quien apostó a la derrota para erigirse –cinco años después- en el salvador… al menos a eso parece aspirar Lacalle Pou.
Por otras tiendas los últimos acontecimientos han dejado muy parado al “nuevo presidente” quien salió en conferencia de prensa a atacar a Orsi y resultó que nada -de lo que dijo que le endilgaron- era falso sino todo lo contrario. No hay videos ni fotos falsas, y lo único que no sería cierto es su relación amorosa con la involucrada, algo que nada nos importa a los uruguayos a la hora de elegir presidente. Eso sí, quien habla de bienestar animal y salud mental, se atrevió a tratar de psicópata a una periodista y solo pudo desmentir que la protagonista de los supuestos videos y fotos falsas no es su novia, algo que no le interesa a nadie. Pero las fotos y videos de esta cazando animales exóticos, no eran falsas.
Mientras tanto, en estos intentos desesperados de una derecha en retirada, llega un supuesto periodista español (despedido por inventar notas en un prestigioso medio ibérico), para pretender instalar un estilo que los uruguayos no solo no estamos acostumbrados, sino que despreciamos usando a las fake news como instrumento.
Y si algo le faltaba a esta ensalada electoral, “el fibra” salió recargado contra Álvaro Delgado en audios que rápidamente se viralizaron, en los que pide que no lo aluda más a riesgo de hablar sobre muchas cosas que tiene sobre la figura del candidato nacionalista.
Una campaña que tuvo de todo y no precisamente acciones bonitas de recordar, empezando por la falsa denuncia de Romina Celesta y Cía, contra Yamandú Orsi, en un tiro que salió mal y que la llevó a la cárcel. Esa situación hacía presumir que tendríamos una campaña plagada de falsas noticias, por aquello de que para muestra basta un botón. Sin dudas que la acción de la justicia en ese caso llevó a muchos a poner las barbas en remojo para no querer hacerle compañía a la malograda Celeste.
La encuesta final
El próximo domingo tendremos la foto final, ese instante en que se develan todas las dudas y donde se podrá conocer –o no- al próximo presidente de todos los uruguayos. El aire viene de gloria para muchos, y para otros viene de frente, con lo cual tenemos doble chance de cambiar la pisada para volver a tener un ciclo progresista en este rincón del sur.
No hay una fórmula más potente que la frenteamplista; Yamandú y Carolina han dado sobradas muestras de ser un equipo que supo combinar experiencia acumulada en la gestión con el carisma necesario para llegarle a la gente. Lejos de entrar en el corral de ramas que pretendió la coalición multicolor se enfocaron en recorrer el país. Aprendimos de los errores y no los volvimos a cometer y eso es todo un logro de una presidencia como la de Fernando Pereira que supo liderar a la fuerza política.
Los procesos como los del “Frente te escucha”, fueron un antes y un después en la conducción y reconstrucción política de la mayor fuerza del país. Una fuerza política que lejos de fragmentarse y romperse tras la derrota supo reconvertirse y hacer una sana autocrítica que le ha dado madurez para soportar decisiones cruciales. Como la que se plebiscitará también el próximo domingo respecto a la seguridad social y en la que la libertad de acción permitirá decidir a cada frenteamplista según su leal saber y entender.
El Frente es cada vez más amplio y prueba de ello es que sigue sumando adhesiones para hacer posible el sueño de volver a ser gobierno este 27 de octubre. Enfrente están los que nos prometieron los mejores cinco años de nuestras vidas y solo nos dieron recortes en la educación, vivienda; nos dejan un país sumido en la inseguridad que juraron resolver; con sonados casos de corrupción que aún restan resolver en la justicia (destrucción de un documento público en la Torre Ejecutiva; pasaporte a Marset). Un país que cerrará con igual o peor déficit fiscal, tan demonizado antes, con la diferencia que este déficit no es producto de mayor gasto social ni mucho menos. Nos dejan un país más endeudado y más pobre, con cifras de pobreza que deberían avergonzarlos.
Solo el 5% de los uruguayos mejoró ingresos y el 95% restante los perdió en este período de gobierno, mal que les pese y pretendan maquillar con tijeras y cortes de cintas.
El domingo 27 de octubre se cierra la última encuesta, la definitiva, la que marcará el fin de un ciclo corto de quienes gobiernan cada 30 años. Una encuesta que podrá devolverle la alegría al país, un país que sueña con volver a ser dueño de su destino, con la gente y para la gente.
Una encuesta que ponga un gobierno honesto a dirigir el país.
el hombre aprontaba las banderas,
el perro aprontaba los ladridos…
Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»