Tatiana Antunez/Luciana Bigliante (*)
Desde hace más de 100 años, el 8 de marzo es un día que conjuga la lucha, la denuncia y a su vez se celebran los derechos conquistados por las mujeres en todos los ámbitos. En cada momento histórico las batallas tuvieron diferentes formas y características, así como diferentes reclamos, pero lo cierto es que nosotras venimos arrastrando enormes desigualdades que se profundizan cuanto más injusto es el sistema.
Fue en marzo que murieron quemadas estando encerradas con llave 146 obreras textiles de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, donde la mujer más grande tenía 43 años y la más joven tan solo 14 años. Mujeres que se dedicaban a hacer camisas, pero también a organizarse y luchar en defensa de la reducción de la jornada laboral, los salarios y la erradicación de las pésimas condiciones de trabajo.
Durante la Segunda Conferencia de la Mujer Socialista, Clara Zetkin propone establecer la fecha del 8 de marzo en homenaje a las obreras textiles quemadas en la fábrica en Nueva York.
También es importante destacar que el 8 de marzo de 1917 marca un hito muy importante en el camino de la lucha ya que las mujeres rusas salieron a las calles producto del hambre y la guerra al grito de “pan, paz y fuera el zar”. Mujeres que fueron parte de un proceso revolucionario al mismo tiempo que se encontraban viviendo la cruda realidad de un mundo dominado por la guerra y las consecuencias terribles que la misma imponía sobre los pueblos.
Finalmente, es en el año 1975 donde la ONU declara el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer dotándolo de un marco institucional, pero de innegable origen combativo y de clase.
Para nosotras las mujeres comunistas es una fecha con una carga muy profunda y sin dudas tiene que ver con nuestras raíces. Con las historias de los pueblos que lucharon contra las injusticias.
¡Por las mujeres que murieron siendo esclavas, obreras, madres, hijas y que hoy como ayer siguen luchando, denunciando, alzando la voz a pesar de que nos quieran callar!
Podríamos citar muchísimos momentos del mundo y de nuestro país plagados de compromiso. La activista y pensadora académica Angela Davis dijo que “el feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas” y esto que puede parecer una obviedad sigue siendo una consigna de actualidad. Ya que nosotras nos encontramos en un segundo plano. Así como parecía una obviedad que las mujeres teníamos derecho al voto, a decidir sobre nuestros cuerpos, al acceso a un trabajo en las mismas condiciones que un hombre, a participar de la vida política o pública de la sociedad, a no ser esclavizadas y así podríamos seguir enumerando el cúmulo de injusticias que se perpetúan y perpetraron en diferentes momentos a lo largo del tiempo. Y que se basaron y continúan sosteniéndose sobre la base de la explotación.
En nuestro país particularmente siempre ha habido mujeres comunistas dando cada una de las batallas de su tiempo. Esto lo decimos con orgullo y también con muchísima humildad, tratando de comprender los procesos con sentido del momento histórico porque de eso se trata ser revolucionarias.
Así como lo expresara Arismendi en la Conferencia del año 1983: “La realidad presente nos exige abrir el más ancho campo de la mujer en la vida social, política e intelectual del país en la que ellas tan firmemente participan (…) fortalecer sus movimientos reivindicativos, encarar con audacia la consagración de los derechos de la mujer no solo en el plano formal, derrotando prejuicios, cuestionamientos sexuales, marginamientos y postergaciones, y resolviendo específicamente sus problemas como trabajadora, intelectual, o ama de casa, como madre y como ciudadana.
Todo ello reclama una orientación programática y una práctica audaz de todo el movimiento obrero y popular, de la izquierda, de nuestro Partido, dirigida a las mujeres de este país”.
Para llegar al presente tenemos que hacer historia y nuestras voces han llegado para quedarse, porque nuestras banderas son banderas de justicia, son las banderas de un pueblo que se retuerce ante cada embate del sistema.
Por momentos parece que debemos reafirmar nuestras posiciones para que no duden de nuestra conciencia e incluso de nuestras convicciones. Pero estamos firmes y decididas en caminar “unidas para ser iguales”, porque si hay algo que queda claro es que cuando las cosas van mal se ponen peor para nosotras.
Todas estas definiciones que nacen de la iniciativa del Paro Internacional de Mujeres se incluyeron en las discusiones de cada uno de los espacios de militancia. Porque parar no es un fin en sí mismo, sino que tiene objetivos claros de movilización, pero también de poner perspectivas de cara a transitar los caminos que nos lleven a vivir en un mundo mejor.
Porque la Democracia avanza junto con nuestras conquistas y nuestras conquistas se arrancan con lucha, pero también con unidad en la diversidad. El feminismo viene a incomodar y sacudir las estructuras y eso nos interpela. Pero no hay contradicción alguna entre ser feminista y ser comunista sino más bien contribuye en su ímpetu transformador, en ser parte de nuestra teoría y práctica (sobran ejemplos).
El PITCNT entiende, así como lo plantean sus propios estatutos que queremos vivir en una sociedad sin explotados ni explotadores y por lo tanto no solo pelea por el salario y las condiciones de trabajo. En este escenario entendemos que todos y todas aquellas reivindicaciones que hacen a la libertad y a la justicia social no le son ajenas.
Hoy la Central de trabajadores y trabajadoras entiende que el 8M el protagonismo lo tienen las organizaciones de mujeres y feministas y es así que resuelve un paro de mujeres de 24 horas bajo la consigna “Feminismo de clase, antirracista y anticapitalista”.
Estas acciones lo que buscan es visualizar la violencia basada en género que expresa su peor cara con los femicidios que van en aumento y la violencia vicaria también denuncia el hambre producto del modelo de desigualdad que tiene cara de mujer, niño, niña y adolescente, También muestra que sobre los hombros de las mujeres las jornadas laborales son dobles producto del trabajo no remunerado.
Asimismo, existe una brecha salarial se encuentra ubicada en un 25% y la precariedad laboral también tiene cara de mujer.
“Feminismo de clase, antirracista y anticapitalista”
“Como el capitalismo asigna el trabajo reproductivo de manera abrumadora a las mujeres, restringe nuestra capacidad de participar plenamente, como iguales, en el mundo del «trabajo productivo», con el resultado de que la mayoría de nosotras aterrizamos en trabajos sin futuro en los que no se cobra lo suficiente para mantener a la familia. Eso redunda en nuestra vida «privada» para desventaja nuestra, ya que nuestra menor capacidad para abandonar las relaciones nos resta autonomía dentro de ellas. El principal beneficiario de todo ese estado de cosas es el capital, sin duda. Pero su efecto es mantenernos doblemente sujetas a violación: primero en manos de familiares y personas cercanas, y luego en las de responsables y propiciadores del capital” (Arruza, C., Bhattcharya, T. y Fraser, N. 2019. Feminism for the 99 Percent. A Manifesto).
Según la OIT, en la actualidad trabajan en el sector de los cuidados 381 millones de personas, un 11,5 % del empleo total del mundo. Las mujeres son 2/3 de estxs (249 millones), esto implica el 19,3% del empleo femenino a escala mundial.
Paradójicamente según Oxfam en todo el mundo, el 42% de las mujeres no puede acceder a un trabajo remunerado porque somos responsables de las tareas de cuidados (no remunerados).
Mujeres y niñas dedicamos al trabajo no remunerado 12.500 millones de horas diarias, equivalentes a 10,8 billones de dólares anuales.
Tampoco debemos olvidar que la reforma jubilatoria que impulsa el gobierno se encuentra muy lejos de ser una reforma justa y solidaria. Ni se propone saldar la deuda histórica con las mujeres en relación con todo lo que ha recaído históricamente sobre nuestras espaldas.
Entendemos que el 8M trasciende a las organizaciones en concreto, así como la marcha por la diversidad desborda las calles en Montevideo y genera movilizaciones en todo el país.
Tenemos muchos desafíos por delante, mucho para plantear.
Por eso decimos que este 8M es un paro productivo y reproductivo. Pero también debemos pensar en el mundo que queremos construir. El país con el que soñamos vivir, ya que no nos van a vencer con discursos de odio porque nos mueven grandes sentimientos de amor a la humanidad.
Unidas y en las calles nos van a encontrar por la pública felicidad que implica eliminar todas las formas de opresión.
(*) Secretaría Nacional de Género del PCU.
Foto de portada:
Marcha por el Día Internacional de la Mujer en el año 2022. Foto: Daniel Rodríguez /adhocFOTOS.