El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer el pasado martes un informe titulado “Actualización de Perspectivas de la Economía Mundial”.
En el estudio, el organismo financiero internacional revisó las previsiones de crecimiento a nivel global, ubicando el mismo en 3,2 % para 2022, la revisión cambia la previsión anterior que era del 3,6.
Según se lee en la página web del FMI “la titubeante recuperación de 2021 ha venido seguida de una evolución cada vez más lúgubre en 2022, a causa de los riesgos que comenzaron a materializarse”.
En su evaluación el organismo señala que en el curso del “segundo trimestre de este año, el producto mundial se contrajo”, motivado por “la desaceleración de China y Rusia”.
Junto a ello, se agrega, “el gasto de los hogares en Estados Unidos no alcanzó las expectativas”.
“Varios shocks han sacudido una economía mundial ya debilitada por la pandemia: una inflación superior a lo previsto en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos y las principales economías europeas”, lo que ha producido “el endurecimiento de las condiciones financieras”, así como, “una desaceleración peor de lo previsto en China, consecuencia de los brotes de la COVID-19 y los confinamientos, y las nuevas repercusiones negativas de la guerra en Ucrania”, afirma el FMI.
A diferencia de la previsión del crecimiento global, para la región de América Latina y el Caribe, la revisión del FMI señala que la región tendrá un crecimiento del 3% en 2022, un 0,5% más de lo previsto en abril.
Dicho crecimiento, se lee en el informe, obedece a la “recuperación más vigorosa en las principales economías (Brasil, México, Colombia, Chile)».
De acuerdo al organismo México tendrá un 2,4% de crecimiento, mientras que, Brasil crecerá 1,7 %, en 2022.
El próximo año, señala el reporte, el crecimiento de la economía mundial será de apenas un 2,9 %, como resultado de los efectos de la política desinflacionaria, mientras que, en el caso de América Latina y el Caribe el crecimiento se ubicará en el 2 %.
Al reseñar los efectos de la situación entre Rusia y Ucrania, el FMI estima que “la guerra en Ucrania podría paralizar las importaciones de gas ruso en Europa”.
Vaticina, además, la dificultad de poder reducir la inflación como se esperaba, “ya sea porque la rigidez de los mercados de trabajo es mayor de lo previsto, o porque se desanclan las expectativas de inflación”.
Junto a ello, “el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales podría causar sobreendeudamiento en economías de mercados emergentes y en desarrollo”; mientras que, “los nuevos brotes de COVID-19 y confinamientos, así como un empeoramiento de la crisis en el sector inmobiliario, podrían inhibir aún más el crecimiento en China”.
Otro de los factores considerados por el FMI que permiten prever un escenario complejo en la economía mundial es “la fragmentación geopolítica” que, en su evaluación, “podría obstaculizar el comercio y la cooperación mundiales”.
En un “posible escenario alternativo, en el cual los riesgos se materialicen”, la inflación podría aumentar todavía más, mientras que, el crecimiento mundial se reduciría “hasta 2,6% y 2,0% en 2022 y 2023, respectivamente”, lo que “situaría el crecimiento en el 10% inferior de los resultados registrados desde 1970”.
Para la entidad financiera, “el aumento de precios sigue reduciendo el nivel de vida en todo el mundo”, por lo que “la máxima prioridad de las autoridades económicas debería ser el control de la inflación”.
Ello no implica renunciar al “endurecimiento de la política monetaria” que a su juicio “tendrá sin duda costos económicos reales, pero retrasarlo no hará sino exacerbarlos”, señala el FMI.
Para reducir los impactos de la economía en la vida de las personas más vulnerables, el Fondo recomienda se recurra “a un apoyo fiscal focalizado (…) pero ante las tensiones presupuestarias que los gobiernos enfrentan por la pandemia y la necesidad de que la orientación general de la política macroeconómica sea desinflacionaria, tales políticas deberán compensarse con una subida de impuestos o una reducción del gasto público”.
Finalmente, las previsiones actualizadas del organismo internacional señalan que “la mayor austeridad monetaria también afectará la estabilidad financiera, obligando a usar de forma racional las herramientas macroprudenciales y haciendo aún más necesaria la reforma de los marcos de resolución de la deuda. Las políticas dirigidas a hacer frente a repercusiones concretas de los precios de la energía y los alimentos deben centrarse en quienes se han visto más afectados, sin distorsionar los precios”.