Los y las jóvenes que creemos en la sociedad del pan y las rosas, especialmente, quienes estamos en el estudio de las Ciencias Veterinarias, herramienta necesaria para construir soberanía alimentaria y productiva, volvemos a organizarnos y trazar un plan de lucha en común con las trabajadoras y trabajadores para poder hacer frente a las crisis sistémica y sus consecuencias en lo social, lo político y lo ambiental.
En este día, escribimos esta nota para poder contar una pequeña parte de la historia del movimiento estudiantil, y además, aprovechar la ocasión para recordar a una entrañable camarada, la primera mujer Secretaria General del Partido Comunista de Chile. Nuestro círculo recién fundado, funcional a las estudiantes de la Facultad de Veterinaria, lleva el nombre de aquella mujer que tuvo la valentía de iniciar la primera querella judicial a Augusto Pinochet por la violación de los derechos humanos, durante el periodo de la dictadura cívico-militar: nuestra querida Gladys Marín, quien estaría cumpliendo este 16 de julio 82 años.
Por otra parte, ponemos un pie en la historia del movimiento estudiantil en Uruguay, en donde nos encontramos con un movimiento que fue transitando por diversas compañeras y compañeros, pero con el objetivo de forjar una herramienta unitaria, que en ella decante y acompañe las reivindicaciones populares. Algunos de estos militantes que han sido parte de esta construcción, fue nuestro camarada Ramón Peré.
Ramón tenía 29 años al momento de su asesinato. Nació en Soriano, y estaba casado con Alicia, oriunda de Colonia. Ambos se habían venido a vivir a Montevideo a estudiar y trabajar, mientras formaban su familia, compuesta por su esposa más Andrés y Nancy.
Ramón trabajaba como profesor de química en el liceo de Tarariras, siendo también ayudante en la cátedra de histología de la Facultad de Veterinaria y militante de la AEV – ASCEEP – FEUU, y de la UJC.
El 27 de junio de 1973, declarado el Golpe de Estado y ante la Huelga General que se desataba en defensa de la democracia, los gremios estudiantiles de la Universidad nucleados en la FEUU, acompañaron a la CNT y fueron parte de las manifestaciones y de las ocupaciones de las facultades. Por tal motivo, un 6 de julio de 1973, la AEV se organizaba para cortar la calle y entregar volantes en los alrededores de la facultad, debido a que era necesario aumentar el apoyo popular a la Huelga General.
Esa tarde, a los 9 días de huelga le tocaba el turno a Ramón y a Horacio Montaubán, cortar el tránsito en la esquina de Rivera y Bustamante. Mientras asumían dicha tarea, llegaron policías vestidos de civiles a detenerlos. Ramón y Horacio fueron perseguidos, y al salir corriendo hacia la facultad, una bala proveniente del arma que portaba el policía Tranquilino Machado, alcanzó a Ramón que fue trasladado al Hospital Militar.
Esa misma noche, militares fueron a buscar a Alicia a su casa. Le pidieron que los acompañe, y la llevaron a una oficina del Hospital Militar. Una vez allí, Alicia escuchó las palabras más desgarradoras y deshumanizadas: “Firme acá, le vamos a entregar el cuerpo”.
El comunicado de la muerte de Ramón fue devastador, cientos de personas se acercaron al sepelio. Dos días después, el 8 de julio, la dictadura se llevó también la vida de Walter Medina, estudiante de secundaria de 16 años.
El policía que asesinó a Ramón testificó que los disparos hacia los jóvenes habían sido en legítima defensa, argumentando que el joven estaba armado. Esto fue fácil de desmentir, dado que Peré sufría de Parkinson -sus compañeras contaban que apenas tomaba con las manos los frascos de laboratorio-, además del hecho de que la herida de bala fue por la espalda.
Durante muchos años la familia estuvo tras la búsqueda de verdad y justicia. La misma tardó en llegar, retrasada por el relato repetitivo y mentiroso de los militares. Sin embargo, en 2011, Machado fue finalmente condenado a prisión por el delito de homicidio.
Ramón Peré continúa presente: presente ahora cuando es necesario recordar una y otra vez lo sucedido, para que nunca deje de estar en la memoria colectiva su valentía y compromiso, pero también está en cada una de las luchas que nos convocan, porque nuestro camarada cayó defendiendo la libertad.
Homenajear a Ramón y a su lucha, es homenajear a una generación de estudiantes y trabajadoras que pusieron su existencia en pos de lograr una sociedad mejor. Es por eso que cuando intentan nuevamente avasallar nuestras ideas y derechos, se forma en contrapartida una juventud rebelde, capaz de sentir como propias las injusticias y construir los medios necesarios para hacerle frente. Nuestra prioridad en este momento es construir un frente social amplio, donde quepan todas las organizaciones populares que estén dispuestas a organizar al pueblo para enfrentar la crisis social y económica a la cual el Estado viene haciendo oídos sordos, además de dar la batalla a la LUC y a la lucha presupuestal que se viene.
Recordar la vida y la muerte de Ramón, es recordar que los derechos conquistados nacieron gracias al coraje de muchos y muchas que no cedieron y por eso les arrebataron la vida. El pasado y el presente son una muestra de que nada nos asegura que lo que ha sido conquistado en el pasado se mantenga para siempre, y que ningún derecho popular aparece por generación espontánea. Los derechos de la gente son frutos de la continua movilización, de la memoria, la conciencia colectiva, del compromiso y la lucha de todas.
Este movimiento estudiantil organizado, tendrá la tarea de ser vanguardia y poner sobre la mesa que « La Cuestión es sólo entre la Libertad y el Despotismo » (José Artigas)
Círculo Gladys Marín
16/07/1938 – 06/04/2005