El implacable y necesario ascenso del complejo tecnológico-militar-industrial en la sociedad contemporánea.
Eduardo Lorier
Empecemos este breve análisis por la constatación de dos hechos concretos de nuestros días. El primero: el mundo en su conjunto ha aumentado su gasto en Defensa un 7,4% en 2024, según un estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, en sus siglas en inglés).
El segundo: actualmente, el 63% del gasto militar europeo va a parar a los contratistas estadounidenses (el total del gasto en 2024 fue de 457.000 millones de euros entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido).
Ocurre que para contrarrestar a Rusia y China, las “democracias” más importantes del mundo se están armando. Decía el Financial Times que “Es tal la amplitud del consenso que hasta Suecia ha dejado de repetir la mentira cortés de que el poder blando y el ejemplo moral son suficientes”.
Las posibilidades de que haya paz en Ucrania ha hecho sonar todas las alarmas en Europa y acelerado, paradójicamente, de un modo pocas veces visto el armamentismo.
La voz de mando en las horrorizadas burocracias gubernamentales europeas es ampliar su propia industria de defensa, tanto porque así se lo exige Trump al “decretarles” que tendrán que elevar su gasto de defensa del 2 al 5%, como porque es la única medida que podrá ponerle combustible a sus economías estancadas.
Este incremento del gasto militar, seguramente a base de más endeudamiento (=más billetes impresos), déficits fiscales mayores y más impuestos, terminará por liquidar el maltrecho estado de bienestar que aún subsiste en parte de Europa.
Ese estado de bienestar europeo, al menos en parte, fue posible por el paraguas de seguridad estadounidense. Pero ahora el hegemón (o gran jefe) mandó a parar; ya no puede ofrecer una benevolencia ilimitada y los europeos tendrán que invertir más en su propia defensa.
Aunque esto último debe relativizarse, pues, como vimos al comienzo, Estados Unidos o, más precisamente su complejo tecnológico-industrial militar y su industria energética, se han beneficiado durante estos tres años de guerra en Ucrania de un modo extraordinario, exportando a Europa como nunca antes.
Con respecto a la creciente militarización europea, puede ilustrarnos el caso concreto de España. Este país es el que menos gasto en defensa ha destinado de todos los países de la OTAN, poco más del 1%, exactamente 1,28%, lejos del 2% que es el compromiso de los países miembros fijado en 2022 (1).
Esto le ha dado un margen para mantener cierto bienestar social en comparación con los otros países europeos y para zafar del estancamiento, con uno de los mayores crecimientos del PBI en Europa. En 2024 tuvo un crecimiento, del 3,2%.
Sin embargo, en medio de la ofensiva trumpista y la espiral belicista que inunda Europa, el gobierno encabezado por el PSOE ya no podrá seguir haciéndose el distraído y prevé elevar el gasto militar hasta el 1,32% del Producto Interior Bruto (PIB) este año y llegar al 2% en 2029, lo que supondría más que duplicar los 17.523 millones de euros a destinados a defensa en 2024, con el objetivo de alcanzar los 36.560 en solo un lustro.
De llevarse a cabo, supondrá un ingente esfuerzo económico pues requiere inyectar unos 4.000 millones anuales de incremento neto en los fondos de Defensa (2).
De todos modos, como hemos visto más arriba, Trump les exige a los 31 países miembros llegar al 5% del PIB, aunque la OTAN pide un 3,5%.
En su primera reunión con los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica (OTAN), el nuevo jefe del Pentágono, Pete Hegseth, puso sobre la mesa el objetivo de elevar el gasto militar hasta el 5% del PIB, un umbral que ni siquiera alcanza Estados Unidos, que gastó el 3,38% el año pasado.
Es importante estar al tanto que el gasto en defensa es (y lo será aún más en el futuro), respaldado por la Unión Europea. O sea, que no quedará limitado al “esfuerzo” presupuestario de cada nación integrante de la UE en particular.
En Europa se están abriendo nuevas vías de financiación. Por ejemplo, existe el Fondo Europeo de Defensa, con una dotación de 7.500 millones de euros para el periodo 2021-2027.
A su vez, el Banco Europeo de Desarrollo (BEI), decidió duplicar en 2025 hasta los 2.000 millones de euros la línea de crédito para proyectos militares, aunque esos créditos van dirigidos a las empresas y no a los gobiernos.
Además, la belicista presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que propondrá que la inversión en Defensa no cuente para cumplir los límites de deuda y déficit fijados en el pacto de estabilidad de la UE.
Según el Financial Times, “los responsables políticos están estudiando varias opciones para aumentar el gasto, incluida la creación de un banco europeo de rearme para aprovechar el fondo de ahorros de Europa, que seguiría el modelo del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo” (3).
La comprobación de que se viene una época de auge del armamentismo lo anuncia un título del Financial Times del 17/02/2025: “El mejor día para las acciones de defensa europeos desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia”.
El director ejecutivo de una de las principales empresas del complejo tecnológico-industrial militar de Alemania llamada Rheinmetall, Armin Papperger, dijo que la compañía crecería más de lo esperado anteriormente.
En una entrevista con el Financial Times, Papperger expresó: “Se necesita tamaño para poder jugar en la misma liga que las compañías de armas estadounidenses… Para satisfacer la alta demanda en Europa, necesitamos producción de armas a escala industrial; esto es también lo que piden los políticos”.
En síntesis, su perogrullada es que cuando el gasto aumente la industria de defensa europea crecerá y se podrá excluir a las empresas estadounidenses de las compras de defensa europeas.
Está claro que se olvida que en tiempos de Trump no será nada fácil concretar esa exclusión, pues Estados Unidos responderá de la misma manera y excluirá a las empresas europeas de las compras de defensa estadounidenses.
Otro analista señaló que “cualquiera que sea el rumbo que tome el proceso de paz, está claro que Europa necesitará aumentar el gasto en defensa”.
La contradicción se observa a primera vista: la muy posible paz en Ucrania provocará un aumento del gasto de defensa en vez de una disminución. La explicación está, como vimos más arriba, en las órdenes de la camarilla de Trump de incrementar el gasto en armamentos del 2 al 5% para los países de la OTAN para que compren más armas estadounidenses y en la amenaza de retirar parte del personal militar estadounidense abundantemente distribuido por toda Europa.
Se trata de distraer de los problemas del diario vivir a una población cada vez más envejecida y con menores salarios o pensiones, peores servicios de salud, educación e infraestructura, etc., en un sistema social que tiene que tener algo muy podrido en sus profundidades cuando vemos que aumenta su riqueza sin disminuir su sufrimiento.
Utilizar un enemigo externo (o interno) para unir a la población y hacer que pague más para defenderse de una amenaza imaginaria es la estrategia de los regímenes a lo largo de los siglos. Esta es solo su última versión y se llama armarse hasta los dientes para la disuasión de otro ataque ruso.
En el fondo, si no es Rusia, serán China o Irán o Corea del Norte como, antaño, lo fueron Vietnam, Irak, Afganistán, Libia, Siria, el ISIS, etc.; el sistema necesita apelar siempre a una amenaza. Una de las que han echado a rodar es que no bien se firme la paz en Ucrania, Rusia atacará a algún país báltico o a Polonia.
Por otra parte, el lobby del complejo tecnológico-militar industrial apela a todo su ingenio para convencer a los ciudadanos europeos de que deben conformarse con menos gasto en salud y educación, jubilarse más tardíamente y recibir menos bienes sociales para armarse ante la amenaza rusa.
Entonces dicen, palabras más, palabras menos: “ello es necesario, vital, pero no para comprar más armas estadounidenses como hasta ahora. Se debe crear una industria propia de defensa, apoyando así no sólo la seguridad y defensa europeas, sino también otros sectores como la industria manufacturera, la tecnología, la inteligencia artificial y la industria aeroespacial, creando empleos en Europa, manteniendo a Europa a la vanguardia a la vanguardia de la investigación y la innovación. Y generando más ingresos para las arcas europeas”.
Diariamente las acciones del sector de defensa suben, superando récord tras récord. Por ejemplo el índice aeroespacial y de defensa Stoxx Europe ha subido más de un 30% este año debido a que los gobiernos de la región han señalado que gastarán más en seguridad a raíz del mayor realineamiento de la política exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial.
Un mundo “idílico”, que seguirá envileciendo el nivel de vida de las grandes masas y llevando agua para el molino de la ultraderecha, a las puertas del gobierno en varios países de Europa.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen presentó el 6 de marzo en una reunión convocada en Bruselas para tratar el gasto en defensa de los países de la Unión Europea (UE) “un plan completo para rearmar con urgencia a Europa (…) Si algo está claro es que necesitamos un impulso masivo en defensa”, ha dicho. Y por ahí surgió el número mágico de 800.000 mil millones de euros para alimentar la maquinaria de la gran industria militar (4).
De la misma manera actúa el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien se ha felicitado de la aceleración con que muchos de los países han comenzado a anunciar compromisos de un mayor gasto en defensa (5).
Martín Wolf, el más prestigioso analista del Financial Times, ferviente partidario de aumentar el gasto de defensa señala que “puede ser sensato financiar un aumento temporal de la inversión [en defensa] con préstamos, pero si el gasto en defensa ha de ser permanentemente más alto, los impuestos deben aumentar, a menos que el gobierno [se refiere a Gran Bretaña] pueda encontrar suficientes recortes del gasto, lo que es dudoso”.
Wolf indica “que el ‘dividendo de la paz’ (6) ha terminado con el regreso de la guerra a Europa. El Reino Unido puede y debe gastar más en defensa”.
A renglón seguido, y sin inmutarse porque lo que dice lo escribe cuando es muy posible que se concrete la paz en Ucrania, va al meollo del asunto y dice: “Afortunadamente, el Reino Unido también puede esperar, de manera realista, que sus inversiones en defensa generen beneficios económicos.
Históricamente, las guerras han sido la madre de la innovación, como fue espectacular en el caso de la Segunda Guerra Mundial. La ‘economía de las empresas emergentes’ de Israel comenzó en su ejército. Ahora los ucranianos han revolucionado la guerra de drones…
Sin embargo, el punto crucial es que la necesidad de gastar significativamente más en defensa debe considerarse más que una mera necesidad y también más que un mero coste, aunque ambas cosas son ciertas. Si se hace de la manera correcta, también es una oportunidad económica” (7).
Supongo que la verdadera razón por la que los europeos no tienen una industria de defensa bien establecida es porque los estadounidenses nunca han querido que la tengan. Después de la Segunda Guerra Mundial los estadounidenses vendían ‘pólizas de seguro’ a todo el mundo y sugerían que no se armarán porque los protegerían. Ese fue el camino hacía la supremacía y la hegemonía global.
Hoy Estados Unidos está en un declive relativo significativo, mira temeroso hacia el Asia-Pacífico, hacia China, el principal y real enemigo y busca deshacerse rápidamente de sus viejas promesas hechas a los países de la OTAN, que son un lastre en este momento histórico.
Por último, recordemos que los ejércitos en el capitalismo son una especie de Estado de bienestar auxiliar, que proporciona empleo, vivienda, cobertura médica, ayudas para la universidad y guarderías a ciudadanos que de otro modo podrían prescindir de algunas o todas estas cosas. Los lobbistas de defensa juegan con el argumento de que los estados pobres serían más pobres sin industrias de defensa y sin ejércitos.
Esto continuará actualizándose…
Citas:
(1) Recordemos que según los datos de la OTAN, España no solo es uno de los ocho países aliados de la OTAN (de 32) que no llegan al 2% del PIB, sino que es el que menos gasta. Los restantes incumplidores son Portugal, Italia, Croacia.
(2) https://el pais.com/España/2025-02-17/la-hoja-de-ruta-de-espana-para-cumplir-su compromiso-con-la- otan-en—2029
(4) El periódico español Público se ocupaba del tema y cifraba en 2,44 billones en dólares el gasto militar global, “una cifra que equivale a la capacidad productiva anual de Italia, según el prestigioso Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI)”. Público, 02/03/2025.
(5) https://elpais.com/internacional/25-03-02.
(6) El “dividendo de la paz” es el impulso económico que un país obtiene de la paz que sigue a una guerra. En teoría, en ese momento el gobierno puede permitirse reducir el gasto en defensa y reasignar el dinero a prioridades de política interna.
(7) https://www.ft.com. Wolf, Martín. Cómo responder a las realidades de un mundo peligroso, 03-02-25.