Por Micaela Melgar
El Frente Amplio propuso que se tratara en la Cámara de Representantes el tema de la violencia basada en género y se resolvió que la voz de las mujeres frenteamplistas fueran representadas por la diputada Cecilia Bottino.
Hoy, el patriarcado sigue matando mujeres y, como si esta crudeza no fuera suficiente, extiende su máximo poder criminal sobre la vida de niños y niñas. Femicidios por conexión son en los que el femicida mata a otres para multiplicar el daño hacia la mujer víctima. Este tipo de actos, las feministas los han denunciado siempre, el patriarcado es eso. No es un piropo, no es solo un techo de cristal; el patriarcado es, en su punto más violento: niñas y niños asesinados con el objetivo de dañar a una mujer.
El patriarcado es tener que asumir, que si desaparece una adolescente, puede ser víctima de trata y explotación. Y que hay un montón de niñas y niños que sufren abusos sexuales intrafamiliares. Y asumir también que los explotadores están entre nosotros.
Por eso, las implicancias de cada acto son relevantes, por eso la vigilancia feminista, especialmente a las expresiones de poder en los ámbitos públicos son determinantes. El patriarcado se justifica a nivel simbólico de muchas formas. Las mujeres frenteamplistas parlamentarias presentaron el tema en cámara y Bottino desarrolló en su intervención los tipos de violencia basada en género y su carácter estructural.
Luego, hicieron uso de la palabra diputadas de todos los partido políticos, que en términos generales expresaron su preocupación con la temática; salvo las diputadas de Cabildo Abierto. Para ejemplificar, la diputada Mocillo dijo «Se hace uso abusivo de las denuncias». No me extiendo sobre esto porque no es necesario amplificar palabras de odio.
Si las mujeres no hubieran peleado por visibilizar a las muertas por femicidio, el tema pasaba como crimen pasional. Si las mujeres y especialmente las sobrevivientes, no hubieran luchado en contra de la trata y la explotación sexual, nunca se iba a encontrar una sola red de trata. Y si las mujeres no hubieran salido hoy a juntar colectas, armar canastas y organizar ollas populares, la situación del país sería muy diferente.
Ya perdimos la cuenta de las jornadas que trabajan las mujeres en un solo día, por ellas, por sus familias, por sus vecinos y vecinas. Las verdaderas urgencias las muestran y las denuncian ellas, las mujeres y, una vez más, se hacen cargo.
Hoy, las mujeres de la izquierda social son la que sostienen miles y miles de platos de comida. Hay más de 500 ollas populares, «las ollas populares han florecido como hongos» dijo Umpierrez en esta misma sesión al respecto de la LUC. En definitiva, no pueden ser estos ejemplos heroicos, románticos, de notas de prensa emocionantes. Tienen que ser una demostración de la irresponsabilidad del estado. ¿Por qué no se aprueba una renta básica de emergencia? ¿Por qué no se tratan las propuestas del Frente Amplio para que la crisis no la paguen las mujeres y los y las trabajadoras? ¿Por qué estamos tratando una ley de urgente consideración que no atiende las verdaderas urgencias?.
Hoy hay 270.000 uruguayos y uruguayas en el seguro de paro. Es claro cómo esto afecta la vida de las mujeres, el peso del cuidado representa el 27% del PIB. Si las mujeres no se hacen cargo «de todo» el sistema se destruye. ¿Qué van a hacer las mujeres viejas para sobrevivir con una inflación por encima del 11%, y un ajuste del 3% que desbarranca las jubilaciones? En el medio de una pandemia vivimos una política de recorte.
La respuesta a la crisis, como demuestra la experiencia mundial, es más estado presente. En Uruguay, tiene que ser el fortalecimiento del ministerio de desarrollo social ya que Las herramientas están construidas, hay equipos técnicos que están capacitados, hay sistemas de soporte, hay metodologías probadas. Esas herramientas son del pueblo uruguayo, son patrimonio nacional. Está probado que los equipos técnicos son claves para el desarrollo social, el que empodera, el que fortalece capacidades. Y las mujeres víctimas de violencia basada en género y sobrevivientes de trata y explotación sexual hoy necesitan mayor protección estatal. No hay nadie con algo de humanidad que discuta esto.
Para aportar al freno de la escalada de la violencia basada en género hay que denunciar este sistema que excluye y desvaloriza a una parte de la población y organiza la vida de forma desigual, y que es el responsable de la violencia que se ejerce contra las mujeres, contra los niños y las niñas.
El patriarcado violenta y descarta todo lo que, a entender del sistema, no tiene valor.
Una de las formas de luchar contra esta opresión es la de amplificar las voces de las mujeres, denunciar los casos de violencia y explotación, formarse, aprender, y ser responsables. Especialmente aquellas personas que tenemos vida política.
Y sobre eso, importan las palabras, lo que se dice. Amnistía Internacional en marzo de este año sacó una nota que ayuda a re-pensar, pedagógicamente, ciertas estructuras machistas que se repiten, como lemas, en nuestras socialización y justifican prácticas que terminan siendo peligrosas. Una de las frases que eligió Amnistía es «cómo voy a ser machista, si fui criado entre mujeres» y la explicación, de Amnistía es:
Ser hijo, hermano, novio o marido no te exime de tener asumidas ciertas conductas machistas que todas y todos hemos interiorizado durante años, víctimas del sistema patriarcal en el que vivimos.
Por lo tanto, ante las frases machistas que han signado nuestras crianzas como «algo habrá hecho», o más recientemente «si te gustó, bancatela» o «ahora todo es machismo» el movimiento feminista, global, interseccional e infrenable, se ha fortalecido y ha creado lemas propios que inundan las redes, las remeras, los pañuelos, que se convierten en palabras en la piel, y que se reflejan en carteles que se levantan y dicen «ni una menos», «vivas nos queremos», «juntas, somos poderosas».
La jornada cerró con un minuto de silencio, propuesto esta vez para recordar a las víctimas del machismo. Esperemos que haya sido un aporte al entendimiento.