Por Gerardo Bleier (*)
Vamos a seguir, sin duda. Lo hemos hecho desde antes de que cayera la dictadura, lo hicimos en tiempos de la expectativa de que todo el sistema político iba a hacer el esfuerzo por construir desde la verdad y la justicia los valores del nunca más. Lo hicimos cuando una racionalidad referida al miedo a que volviera la dictadura decidió ratificar la ley de Caducidad, lo hicimos después, cuando transcurrió el tiempo del duelo político que tuvimos que hacer frente a ese acontecimiento.
Decidimos que la verdad y la justicia frente a las prácticas del terrorismo de Estado son valores que no pasan con el tiempo. No porque haya una demanda de un grupo de personas que fueron víctimas en cuanto familiares de víctimas, sino porque de lo que se trata es de que la sociedad construya una memoria de su pasado que contenga verdad. En caso contrario, ¿cómo elaborar colectivamente una eticidad que nos una como comunidad frente a la mentira, el ocultamiento, el cinismo e incluso la persecución de la acción de quienes buscábamos construir la verdad?
Así que, volvimos a levantarnos, construimos investigaciones periodísticas, acciones judiciales, la Marcha y generamos nuevamente una conciencia social respecto de la legitimidad de la búsqueda, para satisfacer una necesidad colectiva de quienes fueron víctimas, pero también para construir los valores que le den a la memoria histórica las condiciones para que la sociedad reaccione frente a las violencias estatales que pretenden dirimir conflictos de intereses políticos y culturales imponiendo un dogma, una autoridad construida sobre las bayonetas y no sobre la ética.
Como ustedes saben, en mi caso, pude llegar a encontrar los restos de mi padre y hacer el duelo. En el momento en que ocurrieron esos acontecimientos, el año pasado, como ustedes recordarán, se produjo un derrame de solidaridad social. Ese derrame mostraba que la sociedad evolucionó en la conciencia crítica respecto de la importancia de la verdad y la justicia. Y no sé si les está pasando a ustedes, pero yo lo estoy sintiendo hondamente, que por las condiciones particulares en las que nos encontramos como consecuencia de la pandemia y el hecho de que no podemos repetir lo que podemos considerar como una rutina, darle un énfasis masivo a la demanda de verdad, justicia y nunca más, emergió en la sociedad una capacidad renovada de solidaridad y sensibilidad que quiero destacar, en cada individuo que hizo un pañuelito, que colgó una banderola, pero quiero enfatizar en la actitud de los artistas.
Los artistas naturalmente son personas sensibles, recepcionan, perciben los acontecimientos con una cierta hipersensibilidad que les permite después poder comunicar esa sensibilidad. Pero lo que estamos viviendo en estos días es algo más que sensibilidad. Es compromiso con valores éticos. Y como hay mucha gente que sostiene que el individualismo imperante después de 30 o 40 años de neoliberalismo había anulado esos rasgos de la intelectualidad y los artistas uruguayos, me parece extremadamente importante enfatizar en ese enorme derrame creativo de los artistas respaldando esta Marcha porque observan que tenemos que romper la rutina. Quiere decir, que en este caso la necesidad de romper la rutina devino en un derrame de originalidad, solidaridad y compromiso, esa bella palabra que los intelectuales jamás debemos perder. ¿Por qué enfatizo ese rasgo del compromiso del artista con su sociedad y con la eticidad que tiene que generarse para que podamos compartir comunidad y construir juntos?
Lo hago porque como ustedes saben, estamos observando desde hace tiempo, pero ahora con particular énfasis en el mundo, la emergencia del neofascismo. Es decir, formas de fascismo que están adaptadas a los cambios de época pero parten de los mismos contenidos: la defensa de privilegios estamentales y jerárquicos por parte de grupos de privilegio que pretenden acceder al poder para hacer uso de él a efectos de anular toda posible acción y desenvolvimiento de políticas de democratización de las relaciones sociales. Eso es el neofascismo. Eso fue lo que causó las desapariciones, en este caso, el fascismo, que emergió por las mismas razones, un incremento de las demandas de democratización de las relaciones sociales fue respondida con el autoritarismo, con las prácticas del terrorismo de Estado, la tortura, las desapariciones, el exilio, con la eliminación de partidos, con la clausura de la libertad de expresión, asociación y reunión. Este mismo fenómeno que empieza a emerger y ante el cual tenemos que estar alerta, la sociedad lo intuye. Entonces, incorpora a esa necesidad de ser originales para gritar bien fuerte “Verdad, Justicia y Nunca Más”.
Incorpora además esta intuición de que tenemos que estar pluralmente juntos desde las diversas sensibilidades para actuar con firmeza para construir no sólo el Nunca más sino el No pasarán. Tenemos que estar en condiciones de hacerlo.
(*) Intervención de Gerardo Bleier en el vivo con Carolina Cosse y Verónica Mato previo al 20 de Mayo.