Y tu recuerdo / Permanecido / Me está diciendo, me está diciendo que no hay olvido / Breve es mi canto / Que no te olvida / Piel y latido, piel y latido, sombra encendida / Siento en el alma / Como puñales / Filos metidos, filos metidos en manantiales. Canción deAlfredo Zitarrosa
Lenin de los Santos
Los acontecimientos recientes en torno a la decisión de las “autoridades” de la enseñanza de sumariar y separar de su cargo al director del IAVA, Leonardo Ruidíaz, y la consiguiente reacción de profesores y estudiantes, de ocupar y realizar otras acciones en reclamo de la reposición del docente, así como la utilización de efectivos policiales para reprimir la protesta, removieron entre mis pensamientos mis recuerdos sobre vicisitudes de las que fui parte, como estudiante y docente, o como periodista y ciudadano testigo, a lo largo de tres cuartos de siglos. (1)
Mi primer recuerdo escolar, tras ingresar en el amplio portal de la Escuela Nº 5, del Cerro en el Salto oriental, fueron las expresiones de amor y cariño que la que fue la directora durante la mayoría de los años de primaria, Berta Nicolini de Sedraschi, y mi primera maestra, Paulita, prodigaban a cada uno de los que ingresaban en el local. Tanto en el aula como en el amplio patio, compartimos clases y juegos niños de hogares diversos, la mayoría de los trabajadores, donde reinaba la armonía alentada por la paciencia y comprensión de las y los educadores. En ese clima se resolvían los conflictos que naturalmente se producían en una institución con más de 600 alumnos.
Cuando cursaba el tercer año me tocó vivir la primera experiencia de resistencia y solidaridad. La maestra titular enfermo y su lugar lo ocupó un docente que impuso un modelo autoritario de penitencias y expulsiones a los que no estábamos habituados. La situación estalló por la reiterada discriminación del maestro contra dos alumnos muy modestos, uno hijo de madre fallecida y padre milico castigador; el niño trabajaba como repartidor de una carnicería del barrio. Era tal su cansancio que a veces se dormía en la clase y era castigado con expansión.
El otro pequeño provenía de un hogar disfuncional y sus primeros años de vida había estado internado en un asilo de niños; recuerdo su distintivo, las pestañas de un lado eran blancas.
Como si hubiera un acuerdo los 60 niños que éramos nos volvimos escandalosos, desobedientes, ruidosos, insolentes. Durante varios días el número de las expulsiones de clase aumentaron exponencialmente y las penitencias alcanzaban a todos. No sé si fue por intervención de la dirección escolar, o porque el maestro no pudo soportar más ese grupo de exaltados que éramos, pero lo cierto que de un día para otro el maestro desapareció de la Escuela con la consiguiente regularización de las clases. Años después supe que ese sujeto apoyó la dictadura e integraba un grupo ultraderechista.
Mirada a la distancia me parece que la anécdota se inscribe en una época en la que, en Salto, no existía la exaltación de enfrentamientos de clase y predominaban ideas, principios, actitudes heredadas del pensamiento batllista, pero no confundir, del viejo batllismo de Don José.
Me tocó vivir otro acontecimiento -todos te marcan- que es ilustrativo. Con mi hermano que tendría 6 años, yo con 8, fuimos a la plaza Flores, del barrio, donde él arrancó unas flores que quería llevar a mamá. El placero lo vio y decidió llevarlo a la seccional policial. Naturalmente insisto en ir también y allá comparecimos ante el comisario que nos recibió amablemente y en lugar de una reprimenda nos homenajeó con chocolate caliente al tiempo que llamó por teléfono a mi padre para que nos fuera a buscar. Se saludaron con un fuerte apretón de manos y conversaron sobre tareas comunes de ambos, integrantes de la comisión fomento que recaudaba fondos para sostener el comedor de nuestra escuela que alimentaba a mas de un centenar de niños de hogares pobres. Un abrazo de despedida del comisario con mi progenitor, trabajador comunista ampliamente conocido. Convivencia ciudadana que le dicen.
No podría asegurar que la armonía social que conocí durante aquellos años era similar en todo el país y tal vez en Salto había particulares circunstancias. No obstante, supe de situaciones parecidas en varios departamentos, y de los avances que se avizoraban entonces en la participación de docentes en mecanismos de discusión y decisiones en la enseñanza principalmente en la Capital.
Pero sì que fue muy particular. Una buena parte de los profesores que tuve en suerte conocer pertenecieron a esa estirpe de educadores vocacionales que formaron una generación transformadora de la sociedad, que enseñaron a pensar mas que a obedecer, aprender más que repetir, investigar sin quedarnos en la información superficial, decidir con propias convicciones y nunca por imposiciones. Aún a riesgo de ser injusto con omisiones, aquí recuerdo a algunos de los que particularmente me impactaron. El primer director que conocí en el Instituto Politécnico Osimani y Llerena, único liceo que había entonces en Salto. El Dr. Domingo Iribarne, casi invisible en el amplio edificio, pero siempre dispuesto a recibir y conversar tanto con docentes como estudiantes. El “Colo” Iribarne, secretario. León Iribarne, Pocha Aztiazarán, “Bitito” Buerdeax y Elena Rodríguez Musmano, bedeles ellos, que no celadores, que no conserjes, ni vigiladores, ni centinelas, sino celosos ejecutores de la inmensa tarea de orientar y ayudar a una educación ya en aquel entonces inclusiva y democrática. En el staff docente había poetas, filósofos, historiadores, artistas, profesionales y vocacionales. Algunos de ellos: Altamides Yardím, Waldemar Carballo, Leonel Carballo, Luis Alberto Tevenet, Edmundo Pratti, la profesora Bruno de Inglés, Isaura Pizzarrosa, Arq. Lito Amstrong.
Existía en aquella época una asociación estudiantil anquilosada, sin vida, en la que figuraban como dirigentes alumnos con apellidos repetidos de personas vinculadas a la política dominante, empresarios y hacendados. Tenía incluso sede, una pequeña casa antigua cedida por las autoridades liceales. Al bloquear la participación de nuevos asociados en una elección estudiantil, en 1958 se forma una nueva agremiación que durante dos años protagonizaría importantes acciones renovadoras en toda la sociedad. La primera y sustancial, la adhesión a la huelga de estudiantes universitarios por la Ley Orgánica, desarrollada en Montevideo. Centenares de liceales conmovieron la ciudad con manifestaciones y volanteadas. En las asambleas repicaban las consignas como “enseñar a aprender, aprendes a enseñar”. Las ideas emanadas de las célebres luchas estudiantiles por la autonomía en Córdoba, Argentina, se hacían carne en el estudiantado salteño, como la frase de José Ingenieros, “juventud sin rebeldía es servilismo precoz”
Las calles de Salto volvieron a llenarse de estudiantes durante la lucha iniciada en Montevideo por el boleto rebajado. Nosotros hicimos nuestro el reclamo y pedimos una entrevista al entonces intendente Juan Paiva que fue concedida inmediatamente. En su lugar nos recibió el secretario de la Intendencia Don Julio Echeverrigorda quien era además un connotado dirigente batllista y en 1971 fuera el primer candidato a la intendencia del Frente Amplio. Nos recibió sonriente y tras una amena charla nos solicitó que volviéramos al otro día para darnos una respuesta a nuestro reclamo. Así fue: el ejecutivo comunal redacto una resolución que en pocos días fue aprobada por la Junta, estableciendo que los estudiantes de Secundaria accederían al boleto gratuito para sus estudios en el servicio de transporte colectivo dependiente de la Intendencia.
Dato no menor, durante las movilizaciones toda la presencia policial que había eran los llamados “varitas”, que dirigían el tránsito en un par de cruces callejeros de la ciudad. Más verdadera convivencia ciudadana.
Con el pachecato y la dictadura cívico militar que asola al Uruguay, por ser historia reciente, es conocida la secuela de derechos conculcados, docentes encarcelados, miles de destituidos y proscriptos obligados al exilio, depreciación de la enseñanza en todos los niveles, anulación de planes de estudios e imposición de normas cuasi militares, planes de estudios cercenados e imposición de programas retrógrados y hasta degradantes.
Con la recuperación de la democracia en 1985, la enseñanza no tardo en recuperar su perspectiva democrática, inclusiva, progresista. Fue una tarea titánica porque en los planteles docentes hubo que superar los escollos. los “palos en la rueda” ya que a los contras les gusta la imagen, que ponían aquellos profesores afines a la dictadura impuestos a dedo durante el proceso tiránico. Pero se logró.
Y traigo a colación un hecho que bien puede ilustrar sobre los cambios obtenidos y la necesaria reivindicación de los pequeños grandes acontecimientos de la enseñanza: en ocasión de una de sus luchas, los liceales de Las Piedras decidieron ocupar su centro de estudios y comunicaron de su propósito al director. Este les pidió una hora pues tenía que ir a buscar una colchoneta. ¿para qué? Preguntaron. Para acompañarlos respondió el director, que se llamaba Roberto Catenacho.
El nuevo gobierno, LUC mediante, eliminó a los docentes de los organismos de discusión y elaboración de la enseñanza y sustituyó normas por otras que retrotraen a los principios de mando y ordeno, como en la dictadura. Prohibidas las ocupaciones la “convivencia ciudadana» se transforma en la ejecutora de los desalojos apostando efectivos armados para proceder a la represión en saco de resistencia de estudiantes o profesores. Se separa del cargo al director por negarse a cumplir la orden improcedente de las autoridades autoritarias de Secundaria. Se ataca a las organizaciones sindicales y se procede violando la Convención de los Derechos del Niño de 1989, refrendada por el Estado uruguayo, que reconoce el derecho de niños y adolescentes a ejercer los mismos derechos que los mayores, entre ellos el de agremiación y opinión.
Espero que este repaso de experiencias personales contribuya para aquilatar cuanto hemos perdido con este gobierno que más que multicolor es multi derechoso, multi autoritario, multi antidemocrático.
Todo lo dicho no es para decir que “todo tiempo pasado fue mejor”. Cada momento tiene su propia impronta. Y en este, reluce lo mejor, que es la lucha de docentes y de estudiantes. Aquí se reaviva un fuego que permanece vivo en la conciencia de nuestro pueblo.
De no olvidar
(1) En este comentario recordamos a educadores a quienes citaremos con nombre y apellido y a otros solo con su nombre, según el alcance de mi memoria, por lo que pido disculpas ante los que puede parecer omisiones.
Foto de portada:
Anoche protesta de estudiantes en la puerta del liceo IAVA en Montevideo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS´.